Como cada noche a partir de las nueve, voy posponiendo la hora de irme a dormir, no era que no tuviera sueño, simplemente necesitaba seguir despierta para ver cualquier mierda en la televisión aún sabiendo que mañana tendría que levantarme temprano. Pero como siempre ocurría, el tiempo pasaba y se hací casi imposible no aceptar que tenía que ir a la cama. Y así lo hice, hoy no había dejado de llover en todo el día, y el ambiente estaba jodidamente frío. Tanto así que para poder ducharme esta tarde tuve que desvestirme a contrarreloj antes de sufrir una maldita pulmonía.
Al llegar a mi cama aproveche para enrrollarme en las mantas de franela y hundir mi rostro en na almohada. Poco a poco estaba quedándome dormida, cayendo en la droga que es el sueño y embaucándome en su oscuridad. Cayendo despacio y luego de repente en los brazos de morfeo. No sé cuando ocurrió pero me encontraba delante de la cama, observándome dormir plácidamente. No lo comprendía, era yo, fuera de mí. Mi cuerpo seguía respirando relajadamente sobre el colchón, mientras yo sólo miraba. Podía admirar el vaivén de las hojas de los árboles golpear la venta, mi gato dormir a los pies de la cama...
Escuchaba mi respiración anclado a mis tímpanos; retórica y herrante. Sin embargo al instante empecé a escuchar a jauría de unos gritos desgarradores que me petrificaron, no podía moverme, seguía viéndome dormir como si nada pasara antes de que las sombras se apiadarán de mis tobillos y tirarán de mí, alejándome de mi cuerpo aún inconsciente de la pesadilla que están viviendo. Las sombras seguien gritando y quizás riéndose maliciosamente de su tan buena caza. Intentaba salir de su agarre pero era imposible, al segundo ya me encontraba siendo tragada por la tierra, desapareciendo del mundo que hasta ahora solía conocer.
Desde entonces, tengo miedo de soñar que me veo dormir, A.