Todo empieza cuando los turcos dominaban la mayor parte del oriente asiático. Sus tropas, estaban formadas por niños separados de sus padres cuando apenas tenían consciencia propia. Aquellos que eran tomados para el ejército turco eran entrenados para matar sin temer a la muerte.
Los turcos avanzaban sin freno, sin rival alguno su objetivo: conquistar todo hasta donde alcanzaba la vista. Aún así, una región se resistía a ser conquistada.
Esa región, era conocida como tierra maldita con el nombre de; Claymore Clive.-¿que es tierra maldita papa?-. Una niña pequeña escucha la historia de su padre sentada en el suelo frente a la tenue luz de el fuego de la humilde casa donde vive con su padre y su hermano.
Era una niña inocente que no conocía nada más allá de los muros de Claymore Clive. Tenía una pequeña sonrisa en la cara, atenta a la historia sobre lo que estaba ocurriendo con los turcos; su cabello castaño con brillos dorados relucía a la luz de las llamas del fuego, tenía el pelo largo y liso. La piel pálida, como si jamás hubiese visto el sol.
- Nada por lo que te tengas que preocupar, no por el momento-. Contesta el padre sentado en una silla de la pequeña estancia.
- ¿Por que dicen que Claymore Clive esta maldito? Es que en la escuela siempre me dicen que hay muchos asesinatos y es peligroso...-. Vuelve a preguntar la pequeña con algo de preocupación en la voz, una voz dulce pero asustadiza. La niña se levanta y va a sentarse en el regazo de su padre.
- No hagas caso, Narzea-. El padre le acaricia el pelo a su hija con cariño, tranquilizandola un poco. La mira con ojos amables y una gran sonrisa.
- Algún día podrás enseñarles por que no deberían llamarla tierra maldita...-. Besa la frente de la niña con dulzura.
- Ahora ve a dormir que mañana tenemos que ir a entregar muchos pedidos-.Narzea era hija de un mercader y su madre murió cuando los turcos intentaron atacar Claymore Clive.
Vivía en una casa humilde en aquel pueblo misterioso y ayudaba a su padre con las entregas de pedidos.Al día siguiente
Narzea corre por la calle arriba y abajo mientras espera a su padre, quien está preparando los pedidos y subiéndolos en el carro.
Narzea se para a acariciar al caballo, pero este la empuja con el morro y ella se cae al suelo.
- ¡Aaa! Maldito caballo-. Lo mira con desprecio.
- Nar, ¿estas bien?-. Es un chico un año mayor que ella y la ayuda a levantarse.
El chico tiene el pelo rubio y desaliñado, siempre lleva unos pantalones anchos y una camiseta bastante larga además de unos guantes con los dedos cortados.
- Si, Yago. No te preocupes-. Dice Narzea levantándose con la ayuda de Yago.
- Es un caballo inmundo, ojalá se caiga por un barranco mientras pasta y se mate...-. Continuó murmurando la pequeña.La parte extraña de todo esto es que una semana después cuando su padre fue a recoger al caballo que había estado pastando en el monte, este se había caído por un barranco y había muerto.
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- Y si pruebas a matarlo, cobarde. Si lo haces te puedes unir a nuestro grupo-. Dice un chico pelirrojo señalando a un pobre perro que se aferra a la poca fe en vivir que le queda, tiene el rabo entre las patas y la cara triste; se siente amenazado, aterrorizado. Igual se siente el pequeño al que le piden que lo mate. Sus ojos azules piden socorro a la luna que le observa desde el cielo con semblante autoritario.
- ¿Y si no lo hago?-. Pregunta atemorizado El Niño. Su pelo es negro pero se distingue en la oscuridad.
- Pues entonces.... Mueres tu-. El amenazador pelirrojo rompe en carcajadas ante la cara de horror y asombro del chico.
- No, no eres capaz Craig...-. el niño da un paso hacia atrás y respira hondo. Sus ojos azules piden ayuda de nuevo, pero parece como que nadie los oye.
- Soy mas capaz que tu madre cuando cobra por horario completo-. Contesta el pelirrojo, Craig.
Una llama de odio se enciende dentro del niño pequeño.
- A parte, no pasaría nada; aquí nadie se preocupa por quien muere o deja de morir... No ves que dicen que Claymore Clive es tierra maldita, un grito mas en la noche que nadie notará-.
Craig se acerca más al niño pequeño, es mucho más alto por que el tiene 15 años. Sus ojos plateados infunden temor a cualquiera que ose navegar en sus profundidades. Su pelo pelirrojo es suficientemente largo como para taparle la mayor parte de la frente, pero no tanto como para que le llegue hasta los hombros.- No lo llaman tierra maldita por eso, Craigg-. Alguien aparece entre las sombras de las casuchas de alrededor. Ese alguien pronuncia la "g" del nombre con ímpetu y desprecio.
- Lo llaman tierra maldita por que los que no viven aquí y han entrado, no han vuelto a salir, o al menos no han vivido para contarlo-. Ese alguien sigue caminando hacia los dos chicos.
En la oscuridad se distinguen dos ojos que brillan con desprecio y de pronto una sonrisa aparece en el rostro de aquel alguien. La sonrisa deja ver un par de colmillos afilados.
- Pocos viven para contar lo que ocurre en Claymore Clive, y tu no serás una excepción... Sabes, no se molesta a los niños pequeños-. Ese alguien saltó encima de Craig y tras unos cuantos forcejeos le mordió el cuello.
- No podrás contar nada sin que te perjudique a ti..-. Se limpia la sangre de la boca con la manga y se gira hacia el chico.
- No te preocupes, está inconsciente. Soy Lysandro, pero llámame Dry-. Extiende la mano hacia el chico de ojos azules quien observa atónito.
Dry es un chico también de 15 años y es poco más alto que Craig. Tiene los ojos verdes y el pelo rubio.
- No..no me vas a...-. El pequeño esta asustado, no sabe como reaccionar.
- Claro que no, eres como yo... Por eso sabe horrible cuando comes comida normal, el perro se esta desangrando, si no lo quieres matar al menos aprovecha su sangre-. El Niño se toca los colmillos dándose cuenta de que también son bastante afilados.
- Pues yo me llamo....-. Dry ya se ha ido -... Aloys-.
El Niño coge con un dedo un poco de sangre del animal y se lo lleva a la boca. Sabe dulce, sabe súper bien; jamás había probado algo igual.
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La leyenda de Claymore Clive
FantasyLas leyendas cuentan historias de héroes que se ganaron respeto, héroes sin igual, personas que no encontraron un rival. Hay gente que cree en las leyendas y gente que no cree en ellas, hay gente que dice que son verdad y gente que niega su existenc...