Capítulo 1. DESEO INCONSCIENTE

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—Por favor, Takato san —susurró en medio de un gruñido Azumaya Junta—, embarázate de mi hijo.

Acto seguido, la prolongación de su orgasmo se esfumó cuando el pie del mencionado le daba tal golpe que lo sacaba de la cama de una patada.

—Si vas a dormirte a la mitad y a decir idioteces, déjame descansar. Mi agenda es suficiente para matarme de cansancio —se quejó el azabache fingiendo que era molestia, y no pena, lo que le coloreaba el rostro de rojo.

Takato Saijo se recostó de nuevo, y se giró al lado donde Junta no estaba para poder respirar profundo y tranquilizarse un poco. Esa petición había sido la cosa más linda que le había pedido el rubio, un imposible, lamentablemente.

» Sería lindo —murmuró Takato tras escuchar que la puerta del baño se cerraba, colocando sus manos sobre su abdomen, luego de eso se quedó dormido con una tierna sonrisa en el rostro.

Milésimas de segundos después, una pequeña y redonda luz entraba por el buzón de deseos en el templo de María en Izumo.

—Hola pequeño —dijo la ahora diosa de la fertilidad masculina, con la voz suave y el rostro enternecido.

—Uy, bebé nuevo —dijo Joss entrando con unos pergaminos entre las manos a la habitación donde María solía trabajar todo el día—, ¿quieres que mande a alguien a investigar su origen?

—¿Tengo mucho trabajo? —cuestionó la azabache acunando sobre su pecho la pequeña luz entre sus manos.

—Siempre tienes mucho trabajo —respondió Joss imaginando la intención detrás de la pregunta—. Envía a alguien. Los informes son siempre certeros..., ¿acaso hay algún problema? —cuestionó el chico teniendo en cuenta que María siempre se hacía cargo personalmente de casos especiales.

Ella decía que todos los casos eran especiales, que todos los bebés eran especiales, pero había casos un poco más especiales que otros.

—Creo que lo es —mencionó la chica dejando su silla—, esta chispita es especialmente cálida, pero no viene con una oración explicita. Es como si la anhelaran, pero no la quisieran. Necesito que no haya antecedentes negativos para poder concederlo, así que iré a ver si lo quieren y vuelvo.

Joss no alcanzó a responder, cuando escuchó lo último de su amada ella ya no estaba. Pero no se molestó, solo movió la cabeza en negativas y sonrió mientras andaba al escritorio para ocuparse del trabajo que su diosa había dejado colgado.


* *


—Ellos parecen ocupados —murmuró María tras todo el día de seguir a uno y a otro—. ¿Qué dices tú? —cuestionó a esa pequeña luz que le acompañaba.

María sonrió. La verdad es que no le molestaría volver a casa llevando esa chispita con ella si la salvaría de un infortunado destino.

Los milagros de amor no siempre eran capaces de llegar hasta la persona que les había creado en el pensamiento. Cuando ella y sus sirvientes consideraban que la pareja que la pedía no era merecedora de ese milagro las lucecitas pasaban unos días pegadas a ella y luego se fundían en su ser divino para descansar en paz.

» Azumaya Junta y Takato Saijo —mencionó la mujer viendo como ambos se encontraban en el departamento que compartían.

Junta había llegado primero, y había preparado la cena mientras tarareaba una linda melodía, luego, cuando escuchó la puerta abrirse, María sonrió enorme. Amor había, al menos de parte de uno, y era un amor tan inconmensurable que le creaba un aura de plenitud al hombre rubio.

MILAGROS DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora