"Y yo estoy aquí
Borracho y loco
Y mi corazón idiota
Siempre brillará"Cabeceaba inconscientemente mientras la música abrazaba sus oídos. Los acordes de guitarra que resonaban en los audífonos fluían en su interior, aclarándole los sentidos. Eso era, con toda seguridad, lo que más disfrutaba de la vida. El regalo de la buena música. Los escalofríos producidos ante acordes inauditos y las emociones a flor de piel cada vez que descubría una nueva canción con la que se identificaba. Porque las melodías y letras de cierta música lograban que el receptor se transportara a lugares inimaginables. Existía todo un universo entero para elegir. Solo había que aprender a encontrar la música adecuada para cada persona.
Eran las 10:15 A.M, hora del descanso. El salón de clases se encontraba parcialmente vacío. La mayoría de los alumnos se encontraban desayunando en la cafetería o pasando el rato en alguna zona del patio. Dylan no se había movido de su pupitre desde que el timbre sonó. Estaba solo, Cristian se encontraba en las prácticas de fútbol― grandes noticias, formaba parte del equipo de fútbol―, por otra parte, Andrés fue a la biblioteca con Abril.
El muchacho centró la vista en la pequeña pantalla del celular para seleccionar la siguiente canción que escucharía antes que la actual culminara, cuando sintió un leve toque en el hombro. Al elevar la cabeza, se topó con una joven sonriente que cargaba un termo rosa fucsia en su mano.
―¡Hola! ―lo saludó Valeria, ocupando el lugar frente a él―¿Qué escuchabas? ―curioseó, dándole un trago a su bebida.
―Música.
Ella lo observó con seriedad.
―No me digas. Me refiero a qué cantante escuchabas.
Dylan chasqueó la lengua antes de mostrarle el título de la canción.
―Enanitos verdes―leyó en voz alta―. Mi mamá escucha su música.
―¿Y a ti te gustan?
―Un poco, pero no me considero su fan―él asintió, ya se lo imaginaba. El nombre de su mascota le daba una clara idea del tipo de grupos que seguía―. ¿Irás el domingo al cine?
―Eh, no. No puedo.
Cuando en la mañana le había informado de ello a Cristian y Andrés, los dos se habían mostrado decepcionados. Incluso le pidieron que le insistiera a su madre. Dylan prometió que lo haría, aunque era una absoluta mentira. La idea de salir no le disgustaba del todo, pero, aun así, no podía dejar que su mamá asistiera sola a aquella cita médica. Iban a sacarle un muestra de para verificar si aún había celular leucémicas; lo más seguro era que así fuera. Por lo que el siguiente paso era la suministración de más quimioterapia. Dylan quería estar ahí para ser un apoyo, era lo mínimo que podía hacer.
―¡Qué mal! Me hubiera alegrado que fueras.
El comentario desconcertó a Dylan. Y por primera vez llegó a considerar la posibilidad de que Cristian tuviera razón, ¿de verdad le gustaba a Valeria? El pensamiento se quedó estancado en su cabeza por un corto segundo antes de desaparecer fugazmente. Que tontería, Valeria tan solo estaba siendo amable con él. Eso no significaba que tuviera sentimientos escondidos hacia su persona.
ESTÁS LEYENDO
Con el corazón abierto
Teen Fiction"Amor" es una palabra con definición distinta para todos. Un claro ejemplo de esto son Valeria González y Dylan Castillo, dos adolescentes que tienen pensamientos totalmente opuestos para la mayoría de las cosas. Mientras que para Valeria el amor si...