Capítulo 8: Admirador secreto

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—Obviamente aceptaría, por alguna razón te dije que la invitaras

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—Obviamente aceptaría, por alguna razón te dije que la invitaras. Porque, ¿si recuerdas quien te dio la idea? —Cristian se señaló a sí mismo. En su boca resplandecía una sonrisa de orgullo.

Era casi como si estuviera esperando recibir palmadas de felicitación en la espalda debido a su grandiosa hazaña, la cual se limitaba a ser un buen consejo.

Andrés recién había culminado de contarles las novedades con Abril. La plática que mantuvieron el día anterior y lo que la chica le pidió antes de aceptar. "Claro que tú también podrías invitar a tus amigos a acompañarnos..." dijo ella, esperando suavizar su condición de esa manera. Sin embargo, en realidad no hacía falta, al rubio no le molestaba que otras personas estuvieran con ellos, lo único que quería era salir con Abril.

—En ese caso, ¿si vendrán? —indagó, de manera cauta.

No buscaba comprometer a nadie, aunque si ninguno de los dos iba sabía de antemano que aquella "cita" iba a ser de lo más incómoda para él.

Ellos eran su única opción, Andrés no contaba con una gran lista de amigos. Quizás porque era extremadamente tímido y rara vez lograba congeniar con los demás chicos de su edad. La mayoría del tiempo tenía la cabeza metida en un libro y el resto lo usaba para sus investigaciones inusuales sobre seres mitológicos.

A decir verdad, solo tenía la amistad de Cristian. Ambos eran amigos desde la primaria, cuando Andrés le ayudó a pasar el examen de matemáticas de 6to grado al permitirle copiar del suyo—antes de eso, apenas compartían palabra, a pesar de que estuvieron en el mismo salón durante los cinco años anteriores—. Entonces, aun con sus opuestas personalidades, se volvieron los mejores amigos. Por el otro lado, Dylan le caía bastante bien. No lo conocía lo suficiente como para llamarlo su amigo, pero creía que en un futuro cercano le tendría mucha confianza.

—¡Simón! No me perdería eso por nada del mundo.

—Tampoco es como que me vaya a casar—se burló.

Cristian le dedicó una mirada parca.

—Es tu primera cita, ¿te das cuenta de lo importante que es eso?

Una mueca apareció en el rostro de Andrés, ¿había necesidad de revelar aquel detalle? No se sentía especialmente orgulloso de eso. Para su alivio, Dylan no mostró interés alguno en lo recién escuchado y la pregunta llena de incredulidad que esperaba escuchar no llegó a sus oídos.

—Lo sé—dijo, al fin.

—Bien. Así que, como decía, ahí estaremos. ¿Verdad, Dylan?

El mencionado se encogió de hombros, todavía con la vista encajada en el cuaderno de literatura. Estaba avanzando con la tarea que les habían dejado en la clase de ese día, para así no estar cargado de pendientes por la tarde.

—No estoy seguro. Veré si me dan permiso.

A ese "veré" le faltaba un "no" antes, si era sincero. El que le dieran permiso no era el problema, en rara ocasión le castigaban. La cuestión estaba en que no tenía ganas de ir. Le gustaba ir al cine, sin embargo, el domingo su mamá tenía cita con su oncóloga y él planeaba acompañarla. Sin sumar que no contaba con el dinero suficiente para salir al cine o, más bien, si contaba, pero prefería guardarlo para cosas más necesarias que un simple pasatiempo.

Con el corazón abiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora