‘Ella’
/Narra Angie/
Nieve… nieve… nieve. ¡TE ODIO MADRE NATURALEZA! ¡SABELO!
Mi mente daba vueltas de la ira. ¿Quién tiene más mala suerte que Angie Arizaga? ¿Nadie? Okay. Apuesto, por cinco centavos, que si voy a un programa de desafortunadas, pierdo por mala suerte, ¡JA!
Para colmo, un idiota dobló en la calle haciendo rechinar las llantas de su propio auto, tirando un poco de nieve, que estaba acumulada en los rincones de la calle, en mis pantalones mojándolos y ensuciándolos
-¡¿POR QUÉ NO TE FIJAS EN EL CAMINO IDIOTA?! – pregunté gritando. Se detuvo en seco a unos cincuenta metros de mí. <<¡Mátenme! ¡Mierda! ¡Yo y mi estúpida bocota!>> lo miré aterrada y volví a observar el frente, apresurando mi paso para que el tipo aquel no me agarre. <<¡Tranquila! Respira, exhala>> Tengo miedo… ¿y si es un violador con ganas de matarme?... tranquila Angie; debo ser fuerte, no tengo miedo, nada de temor… nada de nadita, <<Cállate, estas más cagada que un gato en el agua>> Eso no tuvo sentido, conciencia, <<Para mí sí>> ¡Deja de molestarme! <<Nah>> Eres igual de fastidiosa que yo, <<¿Puedes comportarte maduramente? Serás madre en menos de cuatro meses>> Ah… ¡No metas a Julew en esto! <<¡Cállate y camina rápido que el tipo te va agarrar!>> Cierto… cierto.
Parezco loca… <<Estas loca, baby>> ¿Puedes callart…? Oh mierda… pasos detrás de mí. Oh, shit… moriré. No voltees Angie, no voltees… ignóralos… pero di la vuelta, no había nadie. Perfecto, ya tengo el segundo síntoma de esquizofrenia: el primero es pelear con tu conciencia y el segundo, imaginar sonidos o que te persiguen.
-¡Arizaga! – oh… perfecto… que día tan asqueroso. Con arrogancia paré mi paso al reconocer esa famosa voz para mí. No puede pasarme esto a mí… no, no puede.
-¡Rachel! – exclamé falsamente con una sonrisa fingida dando vuelta. De los trescientos sesenta y cinco días del año, hoy 12 de Diciembre me tengo que encontrar con ella… perfecto, ¿no?
-Desapareciste – me miró descalificatoriamente de arriba abajo mediante sus lentes pequeños. Levanté mis hombros, sin saber que contestar
-Eh… sí – fue lo único. Su mirada se posó en mi pequeño Julew. Instantáneamente y sin pensarlo, intenté cubrirlo con mis brazos. Volvió a mirarme completamente perpleja… sin embargo, levanté mi vista al cielo, donde pequeños copitos del tamaño de una moneda de cinco centavos caían.
-¿Engordaste o estas embarazada? – que pregunta más estúpida. <<¿Seguís siendo profesora de danza o educadora de niños para disciplinarse y bailar?>> la volví a mirar y quise sonreír por el estúpido pensamiento metafórico y sarcástico de mi conciencia, pero no lo hice… conociéndola, tomaría como si la estoy tomando del pelo
-Embarazada, supongo – rodé los ojos obvia y escuché un suspiró profundo de su parte. No me atrevía a mirar su rostro, de seguro, la mirada de terror y llena de reproches se reflejaba; desvié la mía para depositarla en la casa de ropa a mi costado, sobre mi hombro.
-¿Cómo? ¿Qué? – preguntó shockeada, creo. Debía mirarla, por lo que lo hice.
-Estoy de seis meses, casi siete – le respondí sin saber que más decir. Tenía un pequeño brillo en sus ojos grandes, aunque una pizca de desilusión lo acompañaba – Mi madre murió y… - no sabía que decir a continuación. Solo callé.
-Y estuviste con cualquiera – no fue una pregunta, ni una aclaración, fue un reproche. Fruncí el ceño, enojada
-No se llama ‘Cualquiera’ – la furia llegó a mis cachetes en segundos. ¡Estaba llamando cualquiera a Nicola, Drew, el supuesto padre difunto de Julew! ¡La única que puede insultar a Nicola, soy yo! – el padre… era un gran sujeto, no lo conoces Rachel… no tienes idea quien es… - me interrumpió.
-Nicola Porcella – contestó con arrogancia en sus palabras. Otra vez debía implementar a las mentiras. <<Todo por ti, Julew>>
-No – negué con la cabeza. Agradezco a que mentir se convirtió en una virtud para mí, ya que mi cerebro y reacciones físicas no se combinan – El padre murió - <<Para mí y mi corazón>>. Su mirada se tornó en ser triste, todavía estaba enfadada. En sus labios rojo sangre, una pequeña ‘O’ se formó – Rachel, debo irme – respiré hondo y sonreí, aunque a mis ojos no llegaba la sonrisa
-Disculpa Angie - pestañé lentamente y asentí con el mentón, levantándolo en alto.
-No es problema – me incliné para besar su mejilla en tono profesional y me di la vuelta, para continuar mi camino sin ninguna interrupción ya que la nieve había, gracias a Dios y la virgen, cesado
Me había llamado ‘cualquiera’… a mí y a Nicola, el que hizo que su academia crezca al cincuenta por ciento. ¿Tan arrogante y cínica llegaba a ser? Mi admiración hacia ella, en años anteriores, era abundante gracias a su perfección al conducir una clase de ballet; aunque, ahora, el sentimiento es el mismo en forma profesional, con la diferencia que se metió un problema personal que significa mucho para mí… después de todo, es mi hijo… mi sangre, la criatura que yo seré la responsable de cuidar durante… muchísimos años.
Ya no era furia, era decepción y tristeza de admirar a alguien que me llamo “Puta” en una palabra. Suspiré cansada y crucé los brazos debajo de mis hinchados pechos gracias a mi bebé.
Una lágrima se escapó de mi ojo… la ignoré y continué caminando hacia mi departamento.
Alejo dormía y sus ronquidos se escuchaban hasta la entrada del departamento. Entré a mi casa e inmediatamente, me cambié de ropa.
Ya no sabía que pensar. No quería hablar con nadie ni hacer nada. Estos son los momentos, en que quiero que la tierra me trague y nunca más volver; quiero irme de aquí… quiero alejarme de todo… viajar sola y disfrutarlo por mí misma.
Un ruido en la cocina, me sacó de mis pensamientos. Oh, tengo miedo. Me levanté del sofá y tomé la escoba para usarla como arma si es un ladrón y valientemente, caminé despacio y lento, en puntitas de pie. Me aplasté contra la pared mientras escondía la escoba, mientras mi mente tarareaba la marcha que pasan en las películas de suspenso. Sin embargo, y a pesar de todo, mis manos temblaban junto con mis piernas… juro que un sentimiento raro de que me iba a caer del miedo me invadió; pero lo ignoré.