La oficial tuvo mucha suerte de no ser secuestrada aquella noche, pero además pudo ver de lejos cómo una de esas personas desaparecían; quiso ayudarla pero no pudo llegar a tiempo. A la mañana siguiente, la mujer llegó a su puesto de trabajo en la estación de policía, pidió los informes de los desaparecidos esa noche y se preparó para averiguar lo que quería decirles lo que se llevó al pobre. Recordaba haber visto a aquella persona, las luces parpadearon un poco y entonces suplicó por ayuda, mientras que de alguna manera era tragado por el suelo. La cosa con la que se estaban enfrentando no era humana, eso estaba muy claro.
La sacaron de sus pensamientos cuando dejaron los papeles de las tres personas desaparecidas esa misma noche; y si había un mensaje, deberían de esperar al final de aquella semana. Suspiró y revisó los nombres de los tres desaparecidos de la noche: Tamara, Emma y Vivienne. No formaba nada que les pudiera ayudar, sólo «tev». Tal vez sí que deberían de esperar, aunque el tiempo se les estaba acabando. Suspiró suavemente, revisando más detalles sobre las víctimas,y posicionando señales en el lugar en el que habían desaparecido. Le pareció curioso, porque ahora se formaba una nueva figura, un poco más cercana al edificio donde trabajaban; tragó saliva al pensar que, fuera lo que fuera aquello, sabía los nombres de esas personas y la manera de hacerlos desaparecer tan rápido.
Sacudió su cabeza con suavidad y se levantó de su escritorio, dando vueltas por la habitación, mientras que los que trabajaban en su departamento la miraban algo preocupados, pues las desapariciones estaban trastocando a su superior. Uno de ellos llamó a la puerta, respirando agitado, había corrido para llegar hasta ahí lo más rápido posible. La mujer le abrió la puerta algo confundida y le dejó pasar dentro.
— ¡S...Señora! —Tartamudeó con miedo, sacando una cinta VHS que venía con una nota pegada en la que se leía «HOLA MARIE :)» con letras negras, escritas con tinta—.
La mujer cogió la cinta en sus manos y la miró fijamente, algo confundida al ver su nombre ahí escrito, le dio la vuelta y la acarició, antes de que levantara la mirada de nuevo. El que trajo la cinta se fue y regresó con un reproductor de ese tipo de cintas y lo conectaron a una televisión. Metieron la cinta y vieron lo venía escondida en ella.
Había una persona, una de las desaparecidas que lloraba y suplicaba por su vida, rodeada por capullos similares a los que hacían las arañas para poner sus huevos. La persona estaba con la espalda en la pared de lo que parecía ser una cueva, cuando de repente una sombra de una araña de tamaño descomunal apareció. La araña, a medida que se iba acercando, se veía mejor su figura, hasta que se llegó al punto en el que no dejaba ver a la víctima. Se escuchó un grito de horror y hubo estática durante unos momentos. Cuando la estática se fue, la araña se alejó del lugar donde estaba, alejándose y saliendo de la visión de la cámara, dejando a la vista el esqueleto de la víctima, sin carne siquiera.
A Marie le apareció una mueca de desagrado en su rostro, mientras que sacaba la cinta del reproductor y apagaba lo que utilizaron para ver la cinta. Miró a sus compañeros, estaba preocupada por lo que podría pasar aquella noche, ya que, bueno, el posible asesino o secuestrador estaba llevando las víctimas a esa araña. A no ser que fuera la misma araña la que hacía eso, lo cual tenía algo más de sentido.
Podría haber puesto trampas en las calles, trampas que la permitían aparecer en la escena rápidamente y desaparecer con la misma velocidad. Todas las desapariciones se llevaron a cabo en lugares en los que no había luz; ¿y si ponían trampas que, una vez activadas, iluminaban la zona? Podían probar, pero debían de tener cuidado para no perder a las personas que estuvieran a punto de ser capturadas.
— Tenemos tiempo limitado para repartir unas trampas por la ciudad y esperar que alguien pase por ahí de noche. ¿Tenemos focos?
Uno de los del grupo asintió, mirando a Marie, sabiendo para qué los iba a necesitar. La mujer miró a todos los que se encontraban allí con ella, suspirando antes de decir unas palabras.
— Vamos a pillar al que está llevando a todas esas personas a la muerte. —Frunció el ceño y golpeó con su puño la mesa, estaba muy enfadada con lo que acababa de ver y con lo que podría pasar en las próximas semanas antes del viernes trece. — Lo haremos.
El grupo se animó en participar en aquella misión, parecían decididos a colaborar en el grupo para salvar a toda la gente posible antes de que fuera demasiado tarde.

ESTÁS LEYENDO
The Murk
Short StoryA veces las peores pesadillas tienen orígenes curiosos. 👥•-·-·-•👥 ★→ Esta historia y todos sus personajes son de mi propiedad, si desea usarlos, contacte conmigo y pídame permiso, gracias. 👥•-·-·-•👥 👀→ Esta historia comenzó a ser desarrollada y...