Capítulo |//

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Oh, esa humana ha capturado una de mis sombras; ¿cómo es que Vincent todavía no ha vuelto? Si han descubierto las debilidades de los habitantes de mi reino por su culpa... Obey, céntrate. Esa humana está cada vez más cerca de averiguar una manera con la cual destruirte; debes de encontrar una manera de destruirla tú antes a ella, aunque la cosa es saber cómo. Matarla no es una opción, por supuesto, podría necesitarla para algo más adelante. ¿Capturar a algún ser querido? No, eso la impulsaría mucho más a detenerme.

— Mami... —Me giré hacia Dalia, que me estaba abrazando una de las patas traseras. De no ser por ella, habría perdido la cordura mucho tiempo atrás.

— ¿Sí, colmillitos?

— Estás refunfuñando... ¿no intentarás hacerle algo malo a alguien? —Negué con la cabeza. — Mami, por favor, no hagas daño a la gente, ellos también tienen familias a las que quieren...

— No les hago daño, cariño, les... reúno con su familia y amigos. 

Ella asintió, seguramente creyendo lo que le dije, que era tanto mentira como verdad, no voy a negarlo. Se marchó por donde vino y volví a dirigir mi mirada hacia la pared, en la que había un leve reflejo de ese mundo humano de donde yo sacaba a mis víctimas.

— Oh, Marie, si tú supieras lo que hay en este lado te gustaría morir en el acto... —Solté una risa corta, mirando todavía ese reflejo en el que esa apariencia de lo más aterradora se podía ver. — Sí, te gustaría nunca haber decidido trabajar en ese caso...

Bajé la mirada unos momentos y, cuando la volví a subir miré el reflejo, en el que ahora se veía claramente, aunque desde un ángulo muy bajo, a la mujer y a la sombra entablar una conversación; tenía que ser Vincent el capturado, ¿no? Él tenía que ser. Volví a refunfuñar algo entre dientes (o mejor dicho mandíbulas), apartando la mirada de la piedra y haciendo que esta volviera a reflejar lo que tenía delante. Me giré y caminé hacia lo más profundo que había en mi cueva, buscando algo de tranquilidad para despejar la mente. No pude. Una de mis sombras me detuvo en seco; estaba detrás mía, pero su presencia decía mucho de él: era un hombre de lo más honrado.

— ¿Qué sucede, Puñal? —Pregunté sin siquiera girarme para mirarle, escuchando cómo se aclaraba la garganta antes de hablar con la mayor seriedad e indiferencia posible.

— Mi señora, he preparado las tropas para cuando se vaya a realizar otro ataque, si es que se hace.

Asentí al escuchar sus palabras y ahora sí me giré para verle mejor: era  exactamente igual a todas las sombras, al menos en apariencia, porque cada una de ellas era un mundo, un mundo único e irrepetible; por esa misma razón necesitaba seres como los humanos. Si simplemente creaba sombras hechas a partir de una, sería demasiado fácil averiguar sus comportamientos  y después vencerlas, ya que todas iban a reaccionar de la misma manera ante un mismo estímulo; pero, si cada una de ellas tenía una manera única de reaccionar, sería prácticamente imposible averiguar sus siguientes pasos, aunque ese también era un problema para ella. 

— Mantén a las sombras preparadas, atacaremos cuando estén demasiado cerca de donde no deberían estar.

Puñal asintió y salió de la cueva, dejándome sola de nuevo. Suspiré y me detuve a pensar en cuánto tiempo les tomaría a esos humanos en hacer la próxima estupidez.

The MurkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora