Capítulo I

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— Otra persona ha desaparecido, señora. —Comentó un hombre castaño, mirando la fotografía del desaparecido. — Sus compañeros afirman que salió muy tarde y que después no le vieron por la mañana.

— Algo se nos está escapando... —Dijo la oficial, golpeando con el puño la mesa. — ¡Es imposible que desaparezcan así sin más! ¡Debe de haber alguna pista!

Era ya la decimoquinta persona desaparecida, y solo en esa semana. Debían de encontrar alguna manera de pillar en vídeo cómo otra de esas personas desaparecía, si no, ese asesino tan astuto se seguiría escapando. La mujer pensó y refunfuñó, dando vueltas por la oficina, siendo observada por los que trabajaban para ella. De repente, se detuvo en seco y chasqueó los dedos, haciendo que los de la oficina la miraran.

— Dadme fechas de las desapariciones de las víctimas, también posibles cámaras que hayan visto las desapariciones. Ahora.

No tardaron demasiado en traer los expedientes de las personas desaparecidas, al igual que la última hora a la que fueron vistas; las cámaras tardarían un poco más. La mujer que se encargaba de aquel equipo sacó las fotografías de cada uno de los quince desaparecidos de aquella semana, al igual que los otros de la semana anterior. Ordenó las fotografías de la semana anterior en el orden en el que las personas desaparecieron, y debajo hizo lo mismo pero con las de aquella semana. Se fijó en un detalle muy curioso.

— Han desaparecido tres personas en las noches del lunes al jueves, pero solo una de viernes a domingo. —Comentó para sí. — Siempre son quince víctimas las que desaparecen... —Miró las fotografías de la gente y contó la gente desaparecida, hasta que se dio cuenta de un detalle. — La decimotercera víctima cae en viernes. El asesino nos está intentando avisar de algo... ¡Jack!

— ¿Sí, señora?

— ¿Cuándo es el próximo viernes trece?

— Es... —Jack se detuvo a contar las semanas hasta el siguiente viernes trece en el calendario. — en cuatro semanas y cinco días, señora.

— Tenemos hasta entonces para atrapar al culpable y averiguar qué planea hacer. —Dirigió su mirada hacia los expedientes con las horas a las que desaparecieron todas aquellas inocentes personas; todas rondaban al final de las horas laborales, y un poco más tarde, alrededor de las seis y las once de la noche. Aquello era una señal. — El asesino ataca por la noche, sobre todo en lugares con poca luz y donde no suele pasar gente. Quiero que se instalen cámaras de vigilancia por todas esas zonas y por posibles nuevas apariciones antes de mañana por la tarde; hay que evitar que el asesino ataque una vez más.

La gente hizo caso a su superior mientras que ella colocaba las fotografías de los desaparecidos en un mapa que tenían desplegado en una pared. Al principio eran ubicaciones totalmente aleatorias pero, a medida que iba poniendo más, se dio cuenta de que todo aquello estaba rodeando algo: el cuartel general.

— Va a atacar el cuartel general... —Murmuró mientras retrocedía y pensaba en lo que podrían hacer. Seguramente el asesino no estaría solo, debían de estar preparados. Miró de nuevo la fotografía aérea y el lugar donde se encontraba su edificio, dándose cuenta de que el centro era justamente del lugar donde se encontraba su departamento. — Va a por nosotros...

Pudo decir antes de correr y revisar los expedientes de todas aquellas personas, en el orden en el que fueron desapareciendo: Oscar, Sandra, Emily, Sophie, Thomas, Oliver, Yvette, Otto, Betty, Steven, Elizabeth, Reggie, Vincent, Alfred, Noah, Daniel, Olga, Y, Oswald, Samantha, Violet, Owen, Y, Andrew, Peter, Ivan, Ludwig, Louise, Albert y Robert.

Había algo extraño en todo eso, eran nombres que empezaban por vocal y casualmente aparecían algunos que empezaban con «Y», como si hubiera un mensaje escondido en la lista de nombres, y no solo la fecha del posible ataque. Revisó la primera letra de cada palabra y se sorprendió de su hallazgo.

— «Os estoy observando y os voy a pillar...» —Murmuró mientras pensaba a lo que se podía referir con aquel mensaje; definitivamente el asesino se había tomado su tiempo en preparar su ataque—.

Y ahora que se daba cuenta, un par de compañeros de otro departamento habían desaparecido, era extraño. Revisó de nuevo los expedientes de las víctimas, y sí, la decimotercera víctima de cada semana eran esos dos compañeros, Vincent e Ivan. Golpeó la mesa con el puño, era domingo y la noche siguiente iban a desaparecer tres personas si no hacían algo a tiempo. Murmuró algunas cosas para sí, estaba furiosa por lo que el asesino había hecho, tanto, que decidió tomarse aquellas muertes como algo personal.

— Lo encontraré y vengaré todas esas muertes... Sí, lo pienso hacer... — Se decía a sí misma, pensando en todas las familias que destrozó aquella mente criminal. No podía soportarlo—.

Se fue de su oficina y se encaminó a su casa, debía de ser muy precavida si no quería ser la próxima víctima de lo que fuera aquella mente criminal.

The MurkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora