Capítulo IV

8 3 7
                                        

Todo el departamento se había preparado para atrapar al culpable de todas esas desapariciones, incluso se podría decir muertes. Habían preparado cámaras por la ciudad que estaban monitorizadas todo el tiempo. También habían instalado un dispositivo que iluminaría la zona en cuestión si llegaba a pasar algo. Esa noche, Marie tenía la esperanza de llegar a tiempo para evitar las muertes de más personas interesadas inocentes en la ciudad, estaba tan nerviosa como emocionada por lo que podría pasar. Ella estaba con algunos compañeros vigilando a escondidas uno de los puntos en los que podría desaparecer alguien; estaban ansiosos por la aparición de alguien por la calle. Escucharon los pasos de alguien que estaba pasando por ahí de manera casual; alguien que no sabía nada de lo que la policía estaba haciendo, aunque nadie lo sabía menos el departamento que lo había organizado todo.

La persona estaba en posición, esperando el autobús para volver a casa. Se encontraba mirando su teléfono y de vez en cuando la carretera por si aparecía el vehículo que le transportaría a una zona segura. La farola empezó a parpadear levemente y entonces alguien le habló por la radio.

— Las luces parpadean, cambio.

— Recibido, estad preparados, cambio y corto.

Las luces se apagaron y sonó un grito de aquella persona que están siendo secuestrada. Encendieron las luces, encontrándose con una figura alta, muy alta que era totalmente oscura y que poseía unas extremidades muy largas. La figura soltó quejidos y gruñidos mientras intentaba alcanzar a la persona que ahora huía para estar a salvo. Los policias, evitando que esa figura se moviera, se prepararon para disparar si hacía falta, aunque parecía estar sufriendo con la luz; habían encontrado la manera de detener los ataques.

— La criatura nuestra se ha ido sin víctimas, cambio.

— La nuestra también, cambio.

Marie sonrió levemente antes de responder a las dos bases que habían interceptado un ataque.

— La nuestra está atrapada, en los focos, cambio.

— Evitad que toque sombras, así es como se nos escapó, cambio y corto.

Marie miró al equipo, cogió una linterna y se mantuvo a una distancia de la criatura alta. Con una señal hizo que el resto se preparará para llevar al ser a la base y mantenerlo cautivo. Marie se acercó de manera que su rostro se viera, viendo cómo el ser se quejaba y parecía deshacerse con la luz lentamente.

— ¿Qué demonios eres? —Preguntó la mujer, escuchando a sus compañeros preparar la furgoneta para que, al meter a la cosa, no fuera capaz de escapar. El ser inclinó la cabeza al verla y colocó su espalda derecha, como si estuviera haciendo un saludo militar. Marie alzó una ceja y miró la furgoneta un momento. — Eso no responde a la pregunta.

El más alto soltó gruñidos suaves, intentando comunicarse con la mujer, pero no parecía poder. Señaló los focos y movió su dedo índice de arriba abajo, con un golpe seco. La mujer entrecerró los ojos y miró a sus compañeros.

— Apagad los focos.

— Pero...

— ¿No he sido clara? Apagad. Los. Focos.

Con un suspiro, los focos se apagaron y la criatura no se fue de allí, al contrario, estaba agradecida con lo que había hecho Marie. La mujer, al darse la vuelta y dirigirse hacia la furgoneta, era seguida por aquella extraña criatura.

— Sube en la parte de atrás, estaré contigo para asegurarme de que no te escapas.

Entrecerró los ojos y se subió, siendo seguida de la criatura sombría; estaban entre los aparatos que habían recogido para hacer todo ese experimento. El vehículo se marchó de ahí, dejando a una persona asustada escondida en un lugar con la máxima iluminación posible y tratando de relajarse, mientras que la policía se llevaba al ser que, por alguna razón, se puso firme ante Marie.

Al llegar, bajaron y se metieron en su departamento; todos miraban al ser que seguía a todas partes a Marie con terror por la apariencia que este poseía, no solo por la altura, sino también por la enorme boca llena de filosos dientes que les destruirían en apenas unos segundos.

Una vez en la oficina de la que dirigió toda la operación, la sombra se sentó en la silla que había frente a la mujer y quedó en silencio, encorvada y mirando a Marie.

— Ponte derecho. —Suspiró levemente y se sorprendió al ver que le hacía caso. — Bien, necesito que me digas quién eres, es importante.

El ser miró alrededor, agarró un bolígrafo y un posit amarillo, en el cual escribió algo con cierta dificultad por sus largos y afilados dedos. Al terminar, le dio la hoja a la contraria. Aunque era una letra mala y temblorosa, era claramente un nombre y un apellido que ella ya había visto antes.

— Vincent Murr... —Miró a la sombra de nuevo, que parecía estar triste con lo que estaba pasando. — ¿Por qué estabas intentando coger a esa persona, Vincent?

The MurkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora