Capítulo ///

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Había que verlos. Tan simples. Tan estúpidos. Pft, si no fuera porque los necesito, no dejaría de observarlos. Están haciendo muchos avances en la investigación para incriminarme; aunque dudo que sean capaces de culpar a una araña de cinco metros. Yo puse la cinta en el lugar, e igualmente, las cámaras no me habían visto de ninguna manera, así que Marie no encontraría maneras de demostrar que yo le di la cinta.

Marie es bastante inteligente; y yo pensando que los humanos son todos unos ignorantes. Pilló al instante los mensajes que quise mandarles para ver si eran capaces de pillarme. Miré a mi espalda, allí estaban los esqueletos de algunos humanos que había comido, demasiado viejos como para que fueran las víctimas de las últimas semanas. Esos humanos estaban en los capullos, madurando. Necesitaba esperar un poco más antes de nada. Debía de esperar un poco más. El ruido de mis capullos moviéndose me hizo centrar la mirada en ellos. Rugidos salían de ellos, cosa que indicaba que ya estaban listos para ser sacados. Los capullos se fueron abriendo de uno en uno, dejando salir a criaturas de más de dos metros de alto, completamente oscuras y con una sonrisa de oreja a oreja hecha con dientes afilados y puntiagudos. Eran mis sombras, me obedecerían siempre, no tenían otra opción.

Las sombras recién salidas me miraron aterradas, y todavía más cuando se dieron cuenta de su cambio de apariencia. Los gruñidos que soltaban se escuchaban por el lugar, no dejaban de suplicar que les dejara ir. No, no lo haría; y menos cuando estoy tan cerca de conseguir lo que quiero.

— Brutus, —Llamé. Al instante una sombra apareció. Para cualquier humano sería imposible ver quién era quién, pero yo sabía el nombre de cada una de las sombras de mi legión. — enséñales el lugar.

Escuché dos gruñidos de aprobación. Mi fiel sombra se fue acercando a las víctimas y las fue tranquilizando una a una, antes de lograr sacarlas de mí cueva y llevarlas por lo que serían mis tierras. Todo volvió a estar en silencio. No me gustaba nada el silencio, no me gustaba recordar. Es decir, bueno, a nadie le gusta recordar. Unos pasos se escucharon mi en mi cueva; unos pasos suaves, de un niño pequeño, se acercaban a mí. Una vez lo suficientemente cerca, me abrazó una pata con cuidado y rió, era muy inocente, a decir verdad. A Dalia le gustaba jugar conmigo, a saber por qué; quizás era por el hecho de que la crié desde pequeña; porque no, no como ni transformo niños, tampoco soy un monstruo insensible.

De cualquier manera, acaricié la cabeza de la pequeña con una de mis patas, tratando de no hacerle daño a la pobre criatura. Estuvimos así unos momentos en silencio, pero no duró demasiado al Brutus aparecer para notificar que las sombras estaban en sus respectivos lugares y listas para obedecer órdenes. Eso sí que estaba bien.

Decidí hacer algo antes de prepararme para coger a otras víctimas con las cuales ser más poderosa; y ese algo fue introducirme más y más en mi cueva. A medida que me iba metiendo más, aparecían algunos esqueletos; también habían muchos capullos abiertos y otros que necesitaban a un humano dentro. Sonreí con las mandíbulas al recordar mi plan, uno que me garantizaría una enorme cantidad de poder si se hacía bien. Solo necesitaba una cosa, y esa cosa era cierto humano que llevaba un tiempo intentando averiguar quién era, aunque no lo llevaba haciendo demasiado tiempo.

— Oh, Marie, pronto descubrirás quién soy; muy, muy pronto. —Sonreí con las mandíbulas al decir aquella frase, estaba preparada para lo que me fuera a hacer; ella no tenía otra opción, al fin y al cabo.

The MurkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora