•Katrina Black•

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De repente, las luces volvieron y el recuerdo quedó parado. Alguien había entrado al Gran Comedor ya que la puerta de este estaba abierta. Todos se sorprendieron al ver a una joven caminar hacia la mesa de los profesores.

Era alta, tiene el pelo castaño, los ojos castaños y una bella sonrisa. Muchos la miraron fijamente, no se podía negar que la chica tenía un cierto parecido con su madre quien la miraba fijamente desde la mesa de Slytherin. La ex Slytherin sabía quien era aquella muchacha. La odiaba, aquella bastarda no tenía ninguna cabida en su vida por eso la abandonó delante de un orfanato muggle. Aquella chica sería la deshonra de su casa y de su familia.

Scarlett miraba a la chica con una gran sonrisa que era correspondida por la otra adolescente.

- Peque, ¿no me vas a dar ni un abrazo? – Le preguntó Katrina con la voz rota. Echaba de menos a aquella niña tan adorable. La diosa antes de mandarla al pasado le dio todos sus recuerdos futuros por lo que sabía cómo sería su relación con la pequeña y sabía lo mal que lo iba a pasar esta. Le dolía saber todo lo que iba a sufrir aquella niña tan tierna.

Scarlett no lo dudó dos veces y corrió a abrazar a la adolescente. Las chicas se abrazaron fuertemente. Scarlett la echaba mucho de menos, sufrió bastante con su muerte. Era una muerte más que le pesaba.

- Tranquila, cielo, no te atrevas a culparte. Quien me mató fue aquella zorra, no tú. No tienes ninguna culpa, peque. – le susurró Katrina a la chica.

- ¿Cómo lo sabes? – Le preguntó Scarlett.

- Ahora lo explicaré todo. – Prometió la joven. – Creo que me tengo que presentar. Todos me miran raro. – Scarlett asintió antes de darle un último abrazo e irse a sentarse junto a sus papás.

- ¿Todo bien, mi niña? – Le preguntó Dorea a su nieta.

- Sí, abuela – respondió la chica haciendo que la mujer se emocionara.

- Señorita, ¿puede presentarse por favor? – Le pidió Albus a la recién llegada con una amable sonrisa.

- Claro, Dumby – Le respondió la chica con una sonrisa. La madre de esta se veía furiosa. Ya sabía ella que tenía que deshacerse de aquella bastarda. – Yo soy Katrina Black, hija de Bellatrix y Rodolphus Lestrange. La diosa me trajo de 1991, así que tengo 18 años, ya me gradué de Hogwarts y ahora estoy cursando mi carrera de auror. A pesar de tener 18 años, sé lo que va a ocurrir en mi futuro, la diosa me implantó todos los recuerdos.

- Tú no eres mi hija. Jamás permitiría que fueras una sucia auror. – Le espetó Bellatrix.

- Tranquila, a ti tampoco te considero mi madre. No crecí contigo, aunque bueno eso ya lo sabes, ¿verdad? No te tembló el pulso a la hora de abandonarme en un orfanato. Cuando terminé mi último año en Hogwarts, mi mamá Andy y mi papá Ted me reconocieron en la graduación y me adoptaron. Así que técnicamente soy Katrina Black y no Lestrange. Vosotros solo me engendrasteis, nada más. De hecho, ni siquiera me siento orgullosa de que seáis mis padres. – Dicho eso se fue junto a su familia que la abrazó.

Dorea y Charlus se acercaron a su nieta y la abrazaron. Sirius tampoco se quedó atrás. Aquella chica era una traidora de sangre y él sabía el trato que estos recibían a manos de sus padres. Juró apoyarla y ayudarle en todo lo que pudiera.

En la mesa de Slytherin, los Lestrange estaban furiosos. Narcisa también lo estaba, pero en contra de su hermana quien no dudó en abandonar a una niña en la calle. Regulus tampoco se veía muy feliz con lo que su prima había hecho. Cada vez veía más claro que solo un loco seguiría a Voldemort y sus estúpidos ideales, cada vez se aseguraba más de que la decisión de su hermano fue la correcta y no la suya.

- Kat, ¿no dirás en qué casa estuviste? – Preguntó Scarlett con una sonrisa.

- Tú quieres matarla de un infarto, ¿verdad? – Bromeó la castaña.

- Hmmm, no estaría mal. – Se burló para sorpresa de muchos que no conocían esa faceta de la pelirroja y para diversión de los de la segunda generación. Lo que darían por tener palomitas, disfrutarían más.

- Está bien, princesa, estoy a tus ordenes – le guiñó un ojo a Scarlett antes de levantarse – Mi querida Scarlett me llamó la atención sobre algo, algo importante. Se me olvidó mencionar mi casa. ¡Vaya descuido! Pero como dicen, más vale tarde que nunca. Cuando estuve en Hogwarts fui a Gryffindor – Anunció la chica para sorpresa de todos y furia de sus amados papis.

- Te voy a matar, bastarda, te voy a matar – Chilló Bellatrix mientras agarraba su varita.

- Expeliarmus – Gritó Scarlett arrebatándole la varita a la mayor de las hermanas Black.

- Señora Lestrange, su varita le será devuelta cuando se comporte. Le pediría sentarse y mantener la calma. Me parece que no está demás recordar que no se puede atacar a nadie con magia oscura, según la diosa Hécate, el uso de hechizos oscuros tendrá consecuencias muy severas. Bien, ahora, señores, creo que es hora de seguir viendo los recuerdos. 

La historia de Scarlett Potter || Fem HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora