La historia de Scarlett Potter || Fem Harry

•4. El callejón Diagon•

Cambio realizado el 09/01/2021

Nota: Lo que no está entre paréntesis se oye en OFF. Los paréntesis describen lo que están viendo en la pantalla.

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Al día siguiente, Scarlett fue la primera en levantarse de la cama. Desde el fin de la guerra, a la pelirroja le costaba cada vez más conciliar el sueño. Demasiadas muertes, demasiado dolor, además, no podía dejar de preocuparse por su ahijado pequeño. Deseaba con todas sus fuerzas tenerlo a su lado para cuidarlo y protegerlo como prometió. Después de haberse duchado y vestido, se sentó en un sillón en la sala de los menesteres donde se puso a contemplar una foto del pequeño Teddy. Se sentía muy culpable por la muerte de sus padres y de los demás fallecidos. No podía evitar recriminarse. Si ella se hubiera entregado nada habría pasado, todos se habrían salvado. Sin embargo, no se entregó, dejó que las personas que amaba y sus compañeros lucharan y fallecieran. Las lágrimas no tardaron en deslizarse por sus mejillas. Pensaba que ya no le quedaban. Scarlett se abrazó a sus piernas y se dejó llevar por el llanto como cada noche. Lloró por sus padres, por sus abuelos, por su padrino y sus tíos (amigos y amigas de James y Lily), lloró por los años de maltrato a manos de su familia que la dejaron marcada, en fin, lloró por todo aquello que la acongojaba. Sentía que su corazón iba a explotar de dolor, tenía una sensación de quemazón horrible en su estómago. Estaba tan sumergida en su agonía que no se dio cuenta de que alguien la estaba observando.

Charlie tampoco podía dormir. El dolor por la muerte de su hermano pequeño lo consumía. No podía evitar sentirse arrepentido por no haber pasado tanto tiempo con él. Sentía que había abandonado a su familia por conseguir sus objetivos. También se culpabilizaba, quizás si él hubiese estado a su lado, él ahora estaría vivo. Al ver que ya no podría volver a conciliar el sueño, se levantó para asearse y vestirse. Cuando terminó, salió al salón de la sala de los menesteres. Ahí se encontró a la persona que más deseaba ver. Ella era su luz en medio de toda aquella oscuridad. Su mera presencia le hacía ver el mundo más lúcido, más bello, más colorido. La amaba, sí, la amaba con locura. No podía evitarlo. Era imposible no querer a aquella chica tan bella, bondadosa, tierna, inocente, valiente, fuerte y podría seguir recitando muchas cualidades que aquella pelirroja poseía. Él se daba cuenta de que la chica también sufría y eso era algo que no podía soportar. Lo que daría por acercarse a ella y ayudarla a sobrellevar todo aquel dolor.

Al verla tan destrozada, se acercó a ella y la abrazó. Ella se aferró a sus brazos y lloró. Él acarició su pelo para consolarla. Tenía un sentimiento agridulce. Amaba tenerla en sus brazos, pero odiaba verla llorar y oír sus sollozos tan desgarradores. Tras varios minutos en los que la pelirroja se desahogó, esta se separó de Charlie. Sus ojos se cruzaron. Verde con azul. Scarlett se sonrojó. Siempre lo hacía delante de él. No lo podía evitar al igual que no podía evitar sentir miles de sensaciones cuando estaba a su lado. Eran sensaciones que jamás experimentó antes.

- ¿Estás mejor? – Le preguntó acariciándole la mejilla.

- Sí, Charlie, siento mucho todo esto. – Se disculpó Scarlett con la cabeza baja. Tenía la voz ronca de tanto llorar.

- No te avergüences, Scarlett, tienes todo el derecho a expresar tus sentimientos, a tener un momento de debilidad como todos. – Le dijo mientras le miraba a sus bellos ojos verdes. - Sabes que cada vez que me necesites me tendrás a tu lado, ¿verdad?

Scarlett asintió mientras se dejaba llevar por las caricias que Charlie daba a su mejilla. El toque de Charlie la relajaba y la calmaba. De alguna manera, aquel apuesto pelirrojo la hacía sentirse protegida y segura.