1. Truenos de ensueño

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El clima era tormentoso, observaba los dibujos formados por los rayos. Ese día no quería volver a casa. Anhelaba perderme entre las innumerables y largas calles, hasta que no quedara rastros de mi existencia.

Desvanecerme en medio de la lluvia. Dejar el paraguas atrás y correr lejos, sin embargo, no servía de nada. Mojarme no cambiaría las cosas, sabía que en cualquier segundo debería caminar hasta el umbral de mi agonía. Pero, si solo por un segundo, pudiera no recordar la vida que divide esta sociedad, creo que podría estar agusto conmigo mismo.

Un trueno traspasó las nubes, y al mismo tiempo oí el grito de un niño. Mis ojos se toparon con el emisor del chillido. Un chico, de alrededor de sus 10 años, estaba hincado y tapando sus oídos sobre la tierra húmeda, de una desolada plaza.

-Te resfriaras sin un paraguas- Me agaché hasta protegerlo de las fuertes gotas. Sin embargo, el cielo tronó, deslumbró una potente luz. -Sé que puede dar miedo. Pero, a mí me parece un bello espectáculo- El niño, que llevaba un buen tiempo encogido sobre su pequeño cuerpo, me miró a los ojos. Sentí un calor reconfortante al ver sus iris marrón, tal vez porque como omega, despertó mis instintos maternales.

-Mira, las nubes están negras, pero gracias a los truenos brillan- Sonreí, él siguió mirándome. Temblaba por el ambiente y en cuanto cayó un rayo, saltó sobre mis brazos.

-¡Bzzzz! ¡Bzzzz! ¡Bzzz!- Mi celular me obligó a abrir los ojos.

-¡Ah, cállate! ¿Quién llama a esta hora?- Era el número de mi padre. Él nunca llama, a no ser que, sea para perjudicar mi futuro. Y yo que estaba teniendo un agradable sueño hace unos minutos. -¿Aló?- Atendí la llamada. -¿Qué...?- Me levanté abruptamente.

Amarré mi corbata, me coloqué el veston, y finalmente me peiné. Mi padre volvía de un largo viaje con su nueva prometida. Así que los sirvientes se daban prisa en dejar impecable la mansión para su recibimiento.

-¡Rápido! ¡Mis dos hermanos también vendrán! ¿Esas son petunias? ¡Deshazte de las flores! ¿¡Quieren matar a Franc!?- Grité conmocionado.

Soy quien cuida de la mansión Rosset, mientras mi familia está fuera. Cuidar del hogar es el vulgar trabajo de un omega, incluso mi trabajo se hace bajo este lugar. Pero digo, soy el rey de la casa, ya que incluso mi papá la dejó a mi nombre.

-¡Dijeron que a las 11 estarían aquí, pero puede que lleguen antes!- Seguía dando ordenes a los empleados. -No se preocupen, les dará un alza en su sueldo por las molestias- Sí, porque mi familia es una verdadera molestia. Son una jauría de alphas salvajes que le dejan todo el trabajo a un pobre chico como yo, creyendo en el estereotipo que los omegas deben encargarse de la casa. Ni siquiera soy un amo de casa, así que no sé qué tienen en la cabeza.

El mayordomo abrió la puerta a los familiares, que pronto fueron llegando. Son recién las 10 y ellos ya estaban aquí. -¡Elián! ¿Cómo está nuestro hermanito favorito?- Cyer y Franc se precipitaron a abrazarme. -Tu olor sigue siendo muy bueno-

-Es lo normal en un omega no marcado- Me aparté. Por culpa de ustedes tengo que usar un collar el día de hoy.

-¿Has cuidado bien de la casa?-

-Por supuesto que lo ha hecho, estamos hablando de Elián, la perfección en persona- Ya no sabía si me insultaban o halagaban. Bueno, como si me importara.

-No creí que vendrías, Cyer, siempre estás ocupado en la oficina- Ofendió Franc a mi otro hermano.

-Y tú haciendo escándalos y manchando el nombre familiar, eres una deshonra para nosotros, no puedo creer que pongas un pie en esta casa- Cyer y Franchesco jamás se han llevado bien, ambos son hipócritas. Franc es un actor problemático, siempre consigue publicar un chisme al día. Mientras, Cyer mantiene el negocio familiar. Son polos opuestos que no pegan.

Tu perfume [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora