10. El canto del océano

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La mansión Gilga no volvió a hacer la misma una vez la redecoramos. Decidimos comenzar nuestra nueva vida ahí. Tanto los muebles como muchas decoraciones las regalamos. Solo dejamos las fotografías que se salvaron después del incendio. Y remodelamos de acuerdo al futuro de nuestro hijo.

Nos costó decidir sobre cómo decorar la habitación de nuestro pequeño, ya que Sieg quería una linda y rosada habitación, pero yo recomendé que las paredes fueran de un color suave, pero no infantil.

-¿Desde cuándo el rosado es infantil?-

-¡No lo sé, pero me parece tonto!-

-¿Estás diciendo que el color que uso de ropa es tonto?- Algunas veces discutiamos por trivialidades. Además, Sieg formó más carácter estando embarazado.

Al final, terminé perdiendo y la habitación fue de un rosa pálido, pero con los estantes coloridos no se precisaba tanto.

Luego de estar la casa lista, Sieg invitó a Elian para un mini baby shower. Por lo que hicieron su propia fiesta de té, en una habitación que dejé como espacio exclusivo para el pelirrojo. Y dejaron a Kenny y a mí fuera de su conversación de omegas.

-¿Y los niños?- Pregunté.

-Los dejé al cuidado de mi suegro-

-¿Estarán bien?- pregunté. -Ese tipo me apuntó con una pistola una vez- Kenny escupió su vino.

-...- Yo me reí de su reacción.

-No les hará nada, ese viejo ya reflexionó sobre todo- Le serví más vino a Kenny. -Así que despreocúpate y disfruta, pasa la noche aquí... La mucama preparó una habitación exclusiva para usted dos- Hice una sonrisa picara. -Seguro no has podido tener sexo con Eli en mucho tiempo- Le hice el gesto con las manos y él se ruborizó.

-Eres tan vulgar...- Desvió la mirada.

-Deberías agradecerme, te hice un favor-

-Si no fuera por lo que le hiciste a Eli, y porque estoy celoso, me caerías bien- Dijo.

-Pensar que soy tan magnífico, que hasta soy la envidia de los alphas- Su expresión no tenía límites.

-¿Cómo te soportó Eli?-

-No lo hacía...- Bebí un poco de mi copa. -Solíamos pelear a menudo-.

-Sí, es que no se puede esperar mucho de un vulgar agresor-

-¿¡Cómo me dijiste!?-

-Ahaja...- Rió levemente. -Es divertido molestarte-

-Bien, me rindo- Alcé los brazos y dejé la copa sobre la mesa.

Al anochecer, Sieg y yo compartíamos la cama en nuestra habitación. Era nuestra hora especial, ya que me acercaba a sentir el bebé, para precisar su desarrollo.

-¿A quién crees que se parezca?-

-Ojalá a tí- Dije. -No quiero que sea un mal criado conflictivo como yo-

-Ahaja, eso es parte de tu encanto- Besó mi mejilla.

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Tu perfume [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora