#1 || La confusion mène à la perdition 2/2

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[EDITADO]

Capítulo 1.

~2/2~




—¡Jade! —la voz de Wesley me sacó de mis pensamientos.

   Giré sobre mis pies con mi expresión seria y mis brazos cruzados sobre mi pecho, intentando disimular los nervios, la incomodidad y la sensación de extrañeza que me había generado danzar por estos pasillos sola. El rubio caminaba rápidamente en mi dirección con un vaso de plástico en la mano izquierda, y su mano derecha peinaba su cabello levemente hacia un costado.

—¿Dónde estabas, idiota?

   Sonrió con burla y procedió a detenerse frente a mí.

—Ingiriendo drogas que venden aquí los ricachones —bromeó, o eso espero. Como tardabas en salir, fui a comprarme otro de estos —mostró su estúpida malteada frutal—. Ahora vámonos, buscaremos nuestro salón de clases. Me duelen las nalgas de tanto estar de pie. —Me tomó de la mano y fuimos en busca del lugar que dijo.

   Nuestros pies se movían con rapidez por el blanco suelo del pasillo. Observábamos cada puerta por la que pasábamos con extremo detalle. Buscábamos un lugar en específico que nos marcaban en los horarios, el salón correcto.

—¡Aquí! —Detuve a mi mejor amigo frente a una de las puertas, tirando de su brazo con fuerza y casi haciendo que se estrelle contra la pared. Tenía un cartel pegado en la ventana de la puerta, así fácilmente pudimos identificarlo.

—Bien. Ahora, entremos... —comenzó a hablar.

Ahora daría el típico discurso de "hay que sonreír y dah dah dah". No permitiría eso, Dios mío.

—Cállate.

   Me armé de valor y abrí la puerta, adentrándome con cautela al lugar con mi mejor amigo adherido a mí como garrapata. Estaba casi vacío.

Si, casi.

   Las tres chicas del baño se encontraban sentadas en la primer fila, afilando sus garras para atacar al primero que entrara por esa puerta. Y, para la tan buena suerte que tenemos, fuimos nosotros los que pusimos un pie en el salón antes que cualquier otro además de ellas. Por las expresiones de dos de las chicas, puede que les caiga mal todo lo que las rodeaba, pero no tenía ni idea el porqué. Al vernos entrar, una intentó levantarse de su asiento, pero otra lo impidió, poniendo una mano en su hombro.

"¡Te digo que si existen! Las típicas zorras de universidad. Esas nos encontraremos mañana" recordé las palabras del fiel lector de mi amigo.

   Otra de las chicas se levantó y se acercó con lentitud hacia nosotros en forma de "alto ahí, perras", como si nos encontráramos en el mundo de Chicas Pesadas y tuviera complejo de Regina George. Las prendas de ropa que traía puede que se haya encogido a su cuerpo o en verdad lo usa así de apretado para venir a estudiar. Se detuvo justo frente a nosotros dos, dejándonos ciegos con su brillo de labios. Su cabello rubio oro se movía libremente con cada paso que daba, haciéndome recordar a Ricitos, esa que bebió la sopa y durmió en la cama de los osos, saliendo ilesa. En mi mente solo podía ver a Ricitos siendo desmembrada y comida por los osos.

—Leah White —se presentó, regalándonos una sonrisa más falsa que las peleas de las novelas turcas que ve mi madre—. Les recomiendo sentarse atrás. Atrás van las personas cómo ustedes y adelante personas cómo... —giró su vista y observó a las otras chicas—; nosotras. —Nos dedicó otra sonrisa igual que la anterior.

Sólo Mírame © [Alone #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora