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t/n y SooBin habían estado saliendo desde hace casi más de tres años.
Al principio de su relación todo era de color de rosa, caricias todos los días, palabras dulces cada vez que se encontraban. Eran demasiado empalagosos cada vez que estaban juntos.
Pero algo había pasado.
Ma actitud cálida de SooBin hacia t/n ya no era la misma.
—Hola SooBinnie~— sonrió al ver a su novio entrar al departamento.
Él la miró por unos segundos, pero no le devolvió la sonrisa no nada, solo la ignoró y se dirigió a su habitación.
t/n frunció el ceño y siguió con lo suyo en la cocina.
Al cabo de unos minutos, terminó su qué hacer y caminó hasta la habitación en donde había entrado su novio.
—¿Tuviste un mal día amor?— preguntó.
Él no contestó y continuó escribiendo cosas en un cuaderno, en su escritorio.
—¿SooBin? ¿qué pasa, cariño?— se comenzó a preocupar.
Mientras menos respuestas recibía, más dudas se formaban en su cabeza.
—Oye, háblame, si hay algo que te estresa puedes deci–
—¡Quiero que te vayas de aquí!— gritó desesperado.
Ella no supo cómo reaccionar, se quedó estática en su lugar.
—Lárgate de aquí... Ahora. — sentenció.
Con lágrimas en los ojos y su corazón doliendo, se fué de la habitación.
Los días pasaron, y ninguno volvió a hablar sobre lo que pasó esa noche.
Pero los constantes gritos de SooBin hacia t/n se hacían cada vez más frecuentes, mientras más tiempo pasaba, peor se volvía su comportamiento hacia ella.
—¡t/n! ¡ven aquí!— su grito la hizo saltar en su lugar.
Corrió hasta la habitación y entró rápidamente.
—¿Qué sucede...?
—El café que me diste está amargo. — la miró serio.
—Y-yo... Tú me dijiste que te lo diera así...
—Pues cambié de opinión, no lo quiero así, hazme otro más dulce. — le dió la espalda.
