Capítulo 6 || ¿Quieres acompañarme?

52 10 7
                                    

"No sabía si en verdad ibas a ir a la fiesta viendo cómo no te gustan esas cosas, pero tenía la esperanza de ello. Literalmente te fuiste con mi amigo en vez de venir conmigo, estaba feliz y molesto".

Nota: Con verte sonreír fue suficiente, pero esperaba ser yo quien lograra conseguir aquello.

Las diferencias de un ser asocial, antisocial y tímido son notables, pero los términos luego son confundidos. Morro lo comprendía, pero el simplemente no encajaba con ninguna. En esa lista debía incluirse el no saber cómo relacionarse con las personas, porque él no era tímido. Si lo hubiera sido en su pasado, seguramente ya lo habría superado.

Entre los vagos recuerdos de su niñez aquello no lo notaba, llegaba a relacionarse con la gente antes de haber sido abandonado. No le gustaba, siendo un rasgo fuerte en él, sin embargo, era educado e intentaba hacer el esfuerzo de interactuar. Se mantenía de rebelde, pero lo trataban con rudeza, le mostraron como debía ganarse un lugar de su casa o no iba a cenar.

En la actualidad parece más una excusa para intentar no echarlo, porque debían ocuparse de su propio error. Una muestra para ver si lograba entrar en su familia disfuncional. Querían a un hijo perfecto y ni siquiera contaban con las mejores condiciones o mentalidad para lograr lo más cercano a ello. Lo terminaron destruyendo por su propio temperamento.

Cuando llegó la hora ni siquiera tuvo alguna oportunidad de llorar cuando le estaban dando en las últimas, tampoco tuvo tiempo de agarrar nada o un indicio para huir antes e intentar escapar de las garras de sus padres. Cuando menos se lo esperó le prohibieron la entrada, ahora debía entender su nuevo lugar y perseverar para sobrevivir en las calles.

La desesperación fue notable al quedarse afuera, se la pasó tocando la puerta y gritando hasta ya no poder más. No sabía que más hacer, no entendió si se portó mal o que culpa tuvo al empezar a tener múltiples preguntas. ¿Fue un mal hijo?, ¿Hizo algo mal?, ¿Fue por su culpa?

—Solo eres una carga —Su madre lo apartó de ella con fuerza—. —Vete y haznos un favor, ésta ya no es tu casa —Lo miró con repudio.

—¡Mamá! —Él pequeño gritó con fuerza—. —Mamá —Seguía insistiendo con tristeza.

Siendo tan largos los procesos de denuncia o el hecho de reclamar sobre haber abandonado a su propio hijo, no quería irse a un orfanato o regresar con ello. Lo dejaron ir sin dañarlo físicamente, lo sacaron de la casa y ni siquiera se despidieron.

—¡Papá! —Volvió a gritar sin respuesta, se hartó de insistir—. —¡Váyanse a la chingada! —Se desahogo con aquel insulto.

Los vecinos lo vieron como un extraño, aunque lo conocieran. Le quedó claro a Morro como no iba a poder confiar en sus cercanos, ni siquiera se habían dignado a verle o ayudarle viendo su estado. Desde aquel punto algo cambió dentro de él y los lugares con mucha gente le dejaron de gustar. Igualmente se trataba de otro fantasma más, aunque anduviera muriéndose de hambre o de frío.

Cuando conoció a Wu, este se había encargado tan bien que le seguía pareciendo un sueño, porque había sido notado por alguien y le ofrecieron una mano antes de morirse congelado. Mas oportuno no pudo haber sido, siendo un misterio porque lo salvó a él, sin embargo, se lo agradece. No puede dejar de hacerlo y menos cuando se acuerda de su antiguo abandono.

Sabiendo cómo a Morro no le gustaban los doctores, ni siquiera acercarse a un hospital, el viejo fue quien se encargó de buscar individualmente ayuda o información para evitar llevarlo tan seguido. Se adaptó para ir haciendo el proceso de rehabilitación de la forma más cómoda que encontró.

El viejo hasta llegó dejarle pintarse el pelo a su inquilino. Podría ser solo un mechón verde, pero ese detalle le encantó. Casualmente andaba viendo los cabellos de colores y él quería pintárselo, quería resaltar a su forma donde batalló en convencerlo, sin embargo, no se arrepintió del cambio de imagen.

WinterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora