Capítulo 8 || Una bolita de Nieve

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"Nos quedamos encerrados tanto tiempo que milagrosamente no te cansaste de mí".

Pasar en tu casa un mes es tranquilo, quizás es considerado un castigo porque tu hiciste algo incorrecto. Aunque te hayan quitado tus derechos de libertad por tus actos llega a ser tolerado, ya no queda de otra a menos de querer causar más problemas. Ahora si iban a hacer caso los jóvenes para lograr salir en sus vacaciones o se iban a quedar sin ir a una gran cantidad de fiestas.

A Morro le importó un comino lo último, ni siquiera lo invitan a muchos eventos, con tener la compañía de alguien era suficiente para él y por suerte ambos lograron seguir juntos. Podrían estar castigado, pero ser cercanos tenía sus ventajas para visitarse entre ambos entonces podía tener a Lloyd a su alcance bastante pronto.

Esto fue porque les quedó claro como no podían ir a casas ajenas, salidas nocturnas o hacer cualquier otra tontería en clases. Pero si lograron tener visitas o los convencían para trabajar algunos proyectos en casa del tío de Lloyd. Aquello era una excusa para hablar, pero era efectivo. Al final entregaban buenas tareas y cuando alguien checaban sus avances ahí lo tenían.

En sus clases, por ser chicos y como normalmente andaban juntos en su grupo de amigos casi nadie sospechaba. En parte se daban las risas junto algunos leves rumores creados por parte de una chica de pelo blanco, pero a ninguno le importo, lo pasaron de largo para evitar problemas. Si alguno de los dos se comenzaba a fastidiarse por ello los iban a terminar acachando.

Sus amigos ya conocían la actitud de ella, como no consiguió acercarse al rubio de otra manera sin llegar a ser una molestia, terminó convirtiéndose en la experta en crear rumores. Teniendo aquel título lo mejor era mantenerse alejada de la chica.

Aparte la parejita de chicos seguía teniendo casi su misma actitud al pasarse bastante rato juntos, la única diferencia era la nueva cercanía al ir uno detrás del otro. Pero no les interesaba hacer mucho esas cosas de parejas, como los besos o las caricias. Se les hacía extremadamente extraño darse apenas un toqueteo o un mimo.

Para ellos con tener compañía mutua era mucho pedir para Morro y gracias al rubio no batalló mucho en tener a alguien a su lado. Ya poco a poco se fue acostumbrando a sus abrazos repentinos, pero al comienzo si se exaltaba.

Ambos lo consultaban con sus otros amigos para ver como rayos funcionaba tener una relación o al menos comprender un poco la actitud del otro. Morro apenas podía conversar un poco con Mr.E quien se mantenía más rato escuchándolo, pero prometió no decirle nada a la chica de pelo Blanco. Él le recomendaba no ser tan malo con el rubio e intentar ofrecerle un poco de cariño.

—¿Cómo ofrezco algo que me negaron hace mucho? —Se preguntó Morro a sí mismo—. —Esta complicado.

Seguían caminando juntos de regreso a casa, tenían más cercanía, sin embargo, en esos largos trayectos se la pasaban escuchando música como era su costumbre. Podían ser algo más cercanos, pero ninguno de los dos sabía cómo dar otro paso sin molestar al otro.

El verdadero problema fue mantener en secreto de ese noviazgo cuando los tutores comenzaron a notar la cercanía de ambos chicos. Ellos notaron como ambos estaban más animados a pesar de estar castigados por su escapada. Se supone al menos debían estar arrepentidos o sufrir levemente para hacer efecto ello, pero lograban verlos bien luego de sus encuentros. Ellos sonreían a pesar de lo sucedido entonces ambos tutores se pusieron a indagar un poco más.

Llegaban a notar como ambos estaban más unidos que de costumbre, según ellos son buenos amigos, pero esto ya era demasiado. Intentaron ver si conseguían información escuchando las conversaciones de sus demás amigos, pero estos nada más decían incoherencias o hacían chistes de humor malo siendo nada fuera de lo común.

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