Capítulo 1 || La brisa que nos unió

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"Quizás fue una bonita casualidad, pero aquella brisa me dio la oportunidad de estar junto a ti, aunque no me querías en un inicio me da gracia aquello. Me juzgaste por tu cuenta y no por esos malditos rumores, Mochi". ~L.M.G

Nota: Tu mirada aquel día llegó a cautivarme y seguro me hubieras dado un sape si te lo dijera. Te conocí lo suficiente para saberlo.


Un nuevo ciclo escolar acaba de empezar, con una brisa mañanera la cual te da más ganas de quedarte en cama, no dan ganas de ir a ningún lado al tener la cobija puesta. Siendo uno honesto, el día era perfecto para tomar un chocolate caliente o un café y mirar un maratón de series.

Encontrándome en un lugar el cual siempre estaba fresco, la brisa era notable y aquel ambiente te relajaba cuando tenías un techo sobre tu cabeza. La gente debía estar bien abrigada o iba a conseguir un buen resfriado. Entonces podías ver a la gente paseando con la ropa de temporada; chamarra pesada, bufanda, guantes, gorro, etc. Debían ir con su kit de filósofo para continuar sus demás días.

Dejando aquello de lado, el invierno nos dura tres meses a diferencia del primer día de escuela. Bien cliché empieza esto por tratarse de un nuevo ambiente para un chico. Claro que podía ser con un bonito ambiente invernal, pero aquello era lo de menos al solo darle vista porque al final sigue siendo su primer día de escuela.

Sobre las presentaciones, ir a aprender e intentar interactuar con otra gente, aquello no le llegaba a convencer. Se trata de un factor desgastante para el chico, quien tenía más dudas y pensamientos intrusivos los cuales intentaban convencerlo de no ir y escaparse de su hogar de acogida. Un leve nervio le fue presente apenas al levantarse, donde la tentación casi lo impulsa a hacer esa mala idea e irse por la ventana.

—Escaparme de casa no suena tan mal —Se dijo para sí mismo el chico, de manera tranquila—, pero tampoco quiero regresar a la calle entonces es eso o irme de finta, pero no tengo dinero, ya son muchos peros... ah —se resignó fastidiado por sí mismo por culpa de sus quejas.

—Morrito ven a desayunar —su tutor le llamó desde afuera de su cuarto—, y si te intentas ir de finta mejor ni vayas de una vez.

La mirada del chico no tenía precio, no creyó que en verdad le habían escuchado y sus planes fueron cancelados. Salió para desayunar al no tener otra opción, ya estaba listo y su mochila tenía todo lo necesario para huir, pero el plan de irse de finta sería otro día.

Se trata de un día en el cual a algunos les comen las ansias, otros quieren ver a sus amigos y luego están quienes ni se levantaron siendo quienes llegaron tarde el primer día de clases. Es lo normal dependiendo de quien sea, porque cada individuo se tomará su tiempo para ir a la escuela y si no, pues existe la posibilidad de tomarse el año sabático o irse a trabajar. Ya cada uno con sus preferencias porque estudiar no es para todos, aunque la gente siga manteniendo ciertos prejuicios ante la importancia de trabajar.

Un chico de pelo negro, con un mechón verde de nombre Morro ni siquiera quería ir en un inicio, ya conocía lo suficiente en libros. Le gustaba en su tiempo libre andar investigando cosas o pasársela entrenando, así que aparte de tener un título no veía la necesidad de ir a la escuela.

Él prefería quedarse más tiempo ayudando para pagar su estancia, pero su inquilino le ofreció ayudarle en sus estudios. Aun sabiendo como pensaba el joven le advirtió cómo prefería darle un empujón para llevarlo, si ya se había perdido bastante por andar vagando en la calle. Entonces, continuar con su educación era una prioridad si quería continuar o conseguir un trabajo más adelante.

Debió tomar un examen para ver si podía recuperar unos años al no haber tenido la oportunidad de estudiar mientras estaba sin hogar, le costó terminar la evaluación ya que le dio un fuerte dolor de cabeza al final, pero lo logró y se ganó un helado por el intento de reintegrarse a la educación. Iba a estar un año retrasado por el desconocimiento de algunos temas irrelevantes, sin embargo, era mejor que nada.

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