Capítulo 7 || Una cálida noche de invierno

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"Irónicamente lograste hacer que sintiera cálida una fría noche de invierno".

Tanto habían mencionado como se querían ir de finta los jóvenes desde hace rato, al no pensar de otra cosa, lo hicieron a media noche cuando no tienen ni clases. Enserio se les había ocurrido una escapada en el momento más peligroso del día por una declaración.

Morro los guio por las rutas más seguras para llegar al parque completos, ninguno discutió aquello al no tener más opciones. Directamente el rubio y el erizo sabían la razón de porque conocía tanto, pero se callaron cuando preguntaron. Los demás ni dudaron al ver la cara de sus compañeros sobre ello y mejor los siguieron a su paso.

En parte, contar el pasado del chico de mechón verde no iba a ser nada fácil de decir, tampoco es necesario cuando uno lo piensa bien. La mayoría de las personas ni siquiera se conocen bien por ser pasajeras o un encuentro casual donde apenas recuerdan el nombre del otro. Ya con tiempo, gracias al pasado se cuentan buenas anécdotas sacadas ya más personalmente.

Cuando uno tiene prisa, no le va contando a cualquiera la vez que se cayó de la bicicleta o cuando se pegó con un poste por andar distraído mientras caminaba. Ni siquiera le interesaría a aquel extraño quien de milagro te reconoció.

Dejando eso en claro ahí se veía el grupo de amigos alegremente. Iban de camino al parque, pero en eso varias dudas surgieron al trio quienes se apartaron para darle espacio a los demás. Con tener al de pecas preguntado mucho, eso lo podían tolerar, pero si llegará a molestar en su intento de elaborar una cita entonces servía más para hablar en las espaldas.

—Se supone que ni sale, hasta se pierde según nos han dicho, aunque siempre viene caminando a la escuela —Zane intentó analizarlo—. —Aquí hay gato encerrado.

—Milagro usas una expresión —Se fijó el castaño claro—. —¿Cómo es que se ubica? —Jay soltó directamente, dónde Cole le calló.

—Si no nos quieren decir, no nos van a decir —Siguió caminando el de pelo negro al ver a la futura pareja—. —Estamos aquí para ayudar en una cita, no para conocer a un desconocido.

—Morro es mi amigo también, no es un desconocido —Fue inocente, pero honesto—. —Y quizás lo conozcamos luego, pues es agradable.

En la parte de adelante iban los tres en su propio espacio. Donde el erizo iba de chambelán e intentaba ver si el ambiente funcionaba mientras los otros dos parecían disfrutar del paisaje en silencio. En verdad el mayor estaba perdido con la actitud de los más chicos, pero si así son no podía cambiarlos. Solo se debía adaptar para evitar peleas.

El erizo se encargó de alentar a su mejor amigo desde el comienzo, si era amor él debía identificarlo para ver si era posible o al menos encontrar una chispa en el otro. Comprobó como el enano si actuaba distinto cuando estaba enfrente del otro, aparte de llevarse bien entonces se decidió en ver cómo animar al enano tímido porque sabiendo como son ambos nunca iban a llegar a ningún lado.

—Yo te acompaño para eso, enano, seré en chambelán que necesitas —El erizo le daba ánimos—. — Si no resulta te invito una copa.

—¿De dónde sacas tanto trago? —El rubio le cuestionó al cambiar el tema.

—Eso no se pregunta, solo se disfruta —Ambos rieron con esas fuertes declaraciones—. —Aunque sigo sin entender, ¿porque no quisiste la cartulina?

Luego de haber abandonado la idea de una bella cartulina decorada, pasaron a idear algo más sencillo para hacerlo después de la fiesta. Zane al entender más sobre la actitud de los callados o así se lo había dicho Jay, fue quien se la pasó escuchando al rubio y sugiriéndole como podían hacerle, mientras más sencillo y claro fuera funcionaría.

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