Capítulo 2 || Pegado como una hoja al suelo

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"Si me dijeras como andaba pegado a ti, mi insistencia llegó a molestarte y aun así no podíamos separarnos, el destino funciona de formas curiosas, aunque tú lo llamabas una casualidad". L.M.G

Nota: Gracias, en verdad gracias por protegerme aquella vez, aunque te lo hubiese querido decir bien, no me dejaste y te arriesgaste en hacerlo.

Ambos chicos de ojos verdes iban caminando en rumbo a casa del viejo de barba blanca, apenas intercambiaban palabras en el trayecto. No tenían la necesidad de hacerlo, se llevaban bien y con eso les bastaba.

No son de muchas palabras, el mundo les dejo en claro como callar en la mayor parte del tiempo les salvaba de problema. Aunque gritaran por ayuda desgarrándose los pulmones por necesitar a alguien, nadie se iba a acercar. El mundo termina siendo bastante hipócrita en ocasiones.

Para el rubio ya tenía bastantes por el hecho de existir, no quiso nacer, pero le tocó sobrevivir a este mundo. Así que usaba sus palabras en defensa, debió dejar de lado su noble corazón para pasar a algo más fuerte. No le gustaba pasarse peleando por causarle molestias a su madre, sin embargo, a menos de tomar mano dura no se detenía el pleito.

"La mejor forma vencer a tu enemigo es convirtiéndolo tu amigo". No había logrado utilizar aun las enseñanzas del viejo. Por ir avanzando en partes ya no pelearía a menos de ser necesario, en parte se mantuvo callado y su existencia empezó a ser olvidada en la escuela. Ya solo le quedaba sonreír, aunque le siguieran sucediendo cosas negativas.

Por otro lado, el de mechón verde prefería guardar su opinión para cuándo quisiera da comentarios sarcásticos. Antes de haber sido echado de su casa podía hablar, reír y jugar sin tener algún problema. Se le hacía divertido, hasta llegaba a ser brusco. Se mantuvo así de cerrado con el tiempo, cuando decía algo terminaba siendo en su contra, aunque fuese mentira las acusaciones.

Cuando lo abandonaron, debió utilizar bien sus palabras para conseguir algunas monedas. Si no decía nada, ni siquiera lo volteaban a ver y lo pasaban de largo. Se trataba de un niño sin hogar, apenas pasaban almas quienes los miraban con pena.

Llega a sentirse mal al momento de pasear por las calles, lo miraban feo, de vago, hasta la mirada cual más le agradaba siendo la de pena o compasión. Así al menos conseguía un alimento, porque con las demás solo le dejaban mal. Apenas tenía él la esperanza de vivir sin siquiera saber si mañana iba a despertar, lo que menos quería era más problemas.

Los chicos se la pasaron una hora escuchando música hasta que llegaron, siendo música relajante, pero animada duraron todo el rato. En parte le terminó dando sueño al de mechón verde mientras caminaba y tenía hambre, no era la mejor combinación, sin embargo, ya estaba acostumbrado a aquellas sensaciones desde hace mucho.

—Me agrada tu gorrito —Lloyd le dijo con simpleza—. —Sabía que te quedaría bien —Sonrió débilmente al decirlo, pero Morro ni lo volteó a ver, apenas le afirmó con la cabeza.

Lloyd le había regalado aquel gorro cuando empezó a hacer más frío, donde se la pasó buscando un color adecuado para el estilo de su amigo. Viendo cómo Morro apenas tenía prendas, quiso darle aquel detalle para que lograra cubrirse cuando saliera. Terminó usando más seguido de lo pensado, pero le agrado ver cómo usaba su regalo.

Pasaron a la casa del viejo anunciando su llegada, apenas lograron decirlo en alto por estar bastante regulares de la garganta. En primera, no les gustaba hablar alto siendo normal al no querer llamar la atención. Aparte, ambos terminaron con periodos en los cuales tenían problemas para comunicarse. Al sentir un bajón repentino llegaba a ser notable cuando casi se cerraba la garganta evitándote hablar.

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