6. MIEDO

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NARRA MAITE

Hace pocos minutos que Federico y su madre se han marchado. La mesa ya está recogida, he tirado la basura y entre todos hemos fregado los platos. Mis padres ya se van a dormir, tengo la extraña razón de que mi padre comienza a fantasear con la posibilidad de que Federico y yo acabemos juntos, pero no es lo que ahora me preocupa. Cierro con llave la puerta de mi habitación y me lanzo sobre la cama. Fede ha leído el mensaje, ¿y ahora que hago? ¿Y si se lo dice a alguien? No sé, creo que no es de esos chicos que lo cuentan todo por ahí, pero tampoco lo conozco demasiado bien, sólo de unas horas, y eso me aterroriza. ¿Quién puede asegurarme que mañana por la mañana no me despierte y me percaté de que medio pueblo se ha enterado ya?

Supongo que estoy algo paranoica. Me desvisto poco a poco mientras fijo mi mirada en la pared. No le veía intenciones de decírselo a nadie, más bien parecía sorprendido y preocupado, como si quisiera poder ayudarme, pero no supiese cómo hacerlo.

Camino despacio hacia la silla de la esquina y agarro el camisón, vuelvo a mi cama y me lo pongo. En realidad, me ha parecido un chico muy agradable y simpático. Es algo tímido, pero es divertido y en ningún momento durante la cena me ha mirado como si me juzgara, de hecho, su mirada era comprensiva, cercana, atenta. Creo que sería un error por mi parte no intentar ser amiga suya.

Me dirijo hacia el tocador con espejo y guardo la goma del pelo, a mitad de la cena me había hecho un moño para estar más cómoda. Llevar el pelo tan largo puede resultar algo agotador. Miro atentamente mi reflejo, parece como si en cualquier momento fuese a salir del espejo a estrangularme. Me rio por dentro mientras me desenredo el pelo con un peine. Creo que debería de quedar con él mañana y aclarar las cosas, además, acaba de llegar, así que aún no debe de tener ningún amigo por aquí, así que puedo aprovechar para enseñarle un poco el pueblo.

Sí, ya está decidido. De esta forma todos salimos ganando. Él conocerá a fondo el pueblo, tendrá una amiga nueva y comenzará a adaptarse mejor. Y yo, por mi parte, me aseguraré de que no le cuenta mi secreto a nadie, y encima tendré a mi lado a una persona tan buena como él.

Vuelvo hacia mi cama y me cubro con el nórdico. Agarro mi teléfono móvil y abro el chat de Alberto.

Albert Diaz: ¿Estás segura de que el niño es mío?

Maite: De quien va a ser si no, gracias por insinuar que soy una guarra.

No entiendo cómo he podido acabar enamorada de un cretino como Alberto, ha sido sin duda alguna el mayor error de mi vida. Busco a Fede en Instagram y encuentro su Instagram, no tiene demasiados seguidores, pero tiene muy buenas fotos. En todas sale con su grupo de amigos o posando en determinados lugares de Osuna, un pueblo de Sevilla.

¿Estoy segura de querer hacerlo? No lo sé, creo que lo mejor será consultarlo con la almohada antes de hacer nada. Dejo el móvil sobre la mesita de noche, apago la luz y me pongo boca abajo, la única manera posible que existe de que pueda quedarme dormida rápidamente. El cansancio se hace notar y no tardo demasiado en adentrarme en mis sueños, o más bien pesadillas en que mis padres me echan de casa por quedarme embarazada y Albert les dice a todos que no es suyo y que soy una zorra.

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