Capítulo 16

874 119 3
                                    

Siento como si la marea me arrastra y aunque trate de mirar hacia el frente intentando ver un lugar donde poder cobijarme, no lo encuentro. La marea mueve mi cuerpo flácido y agotado, casi sin aliento lucho por querer sobrevivir pero el agua me lo impide. Preciso que alguien me ayude y me apremie con un salvavidas para salir a la superficie para no volver a desplomarme.

Nada se escucha a mi alrededor salvo los animales y algunas voces de la gente las cuales proceden del exterior.
El mutismo afloja mi voz, anhelo buscar esa calma que me tengo reservada para cuando pueda salir de este maldito lugar donde no soy bien tratada.
De pronto unas voces captan mi atención. Me escondo entre la paja viendo a Abdiel junto a Malika. Frunzo mi ceño, ¿Cuándo han venido?Escucho con atención su conversación dado que se menciona.

—Keila es tú mujer, aunque no la quieras nunca te podrás divorciar de ella.

—Te amo a ti Maika, no puedes casarte con otro hombre.

—Mírate, estás sentado en una silla de ruedas mi padre no te acepta así. Necesito que te levantes, y así podremos casarnos.

—Solo te pido tiempo y volveré a caminar, lo haré por ti. Mis piernas no serán un obstáculo para poder estar juntos. Dame tiempo.

Oculto el malestar que me provoca tener que escuchar como yo molesto. Pues eso es precisamente lo que siento, soy un estorbo. De pronto escucho unos pasos, maldigo para mis adentros. Es Dabiz y viene directo hacia aquí, si los ve junto estaré en problemas, al final la perjudicada sin hacer nada voy a ser yo por permitir que mi marido ande con otras mujeres.
Sin pensarlo, salgo de mi escondite directa hacia ellos.
Sin darle tiempo para dar explicaciones y viendo que Dabiz está cada vez más cerca, siento que debo hacer algo, y pronto. Empujo ha Maika hacia un lado exigiéndole que se esconda haciéndole prometer que hablaré con ella después y le explicaré todo.
Acto seguido, me pongo de cuclillas enfrente de Abdiel tomándole de su mano, clavo mis ojos en él pronunciando palabras que quizás llegue a arrepentirme.

—Abdiel, tus latidos funcionan por algo, si no sentimos amor es como si nos faltase algo. Debes de demostrarte a ti mismo que puedes caminar y hay una persona que te espera.

—¿Qué estabas haciendo Keila? espiando lo que hablo...—Pongo mi mano en su boca al ver detrás de nosotros a su hermano.
Su hermano empieza a reírse al ver la escena.

—Y yo que había pensado que estaban engañando a tú mujer con Maika. Y resulta que estás con ella.

—Qué quieres Dabiz.

—Venía para buscarte, la abuela quiere hablar contigo. —Abdiel se marcha, no sin antes fusilándome con la mirada.

Cuando los hermanos se marchan, Maika sale de su escondite. Su mirada muestra nostalgia e inmediatamente me abraza.

—Lo has escuchado todo. ¿Verdad?

—Qué más da lo que yo piense. Solo sé que Abdiel te ama, y estoy segura que tú harás lo correcto para que podáis estar juntos.

—Keila, la primera vez que te vi, te pregunté si amabas a Abdiel. Ahora me doy cuenta que mis sospechas son ciertas. Una mujer enamorada es capaz de hacer cualquier cosa por amor, incluso de ocultar en lo más profundo de su corazón sus sentimientos y hacer lo correcto aún sabiendo que saldrás mal parada.

—Mis sentimientos hacia Abdiel son algo confusos. Además, él me ha repetido miles de veces que a quien ama es a ti. Ya me resigné y me he ido acostumbrando a sus desplantes. No es fácil para una mujer como yo que no sabe nada sobre el amor que la rechace continuamente. Aun así, debo decirte que mi recompensa la veré cuando pueda al fin marcharme de esta casa.

—No sé qué decirte Keila. Solo, que te agradezco todo lo que haces por nosotros. Y también eres muy buena en ayudar Abdiel para que pueda llegar a caminar. Si yo estuviera en tú lugar, no movería un dedo.

—Admito que el corazón de mi esposo no me pertenece, de él solo obtengo lágrimas, pues mis deseos nunca se convierten en realidad. Afronto diariamente mi soledad, y ya empiezo a ir acostumbrándome a no ser poseída por él. Todo es cuestión de mentalizarse y mirar por una misma.
En esos momentos somos interrumpidas por Florinda. Ella como siempre empieza hablar tratando de humillarme, da igual quien haya delante, el caso es lastimarme sabiendo que no puedo defenderme porque nadie en esta casa está de mi parte.

—Maika que bien que nos hayas visitado, hacía tanto que no veía a tú familia. Después de lo que pasó. Pero en fin, Fadela ha recapacitado y ha dicho que hará lo posible por divorciar a su nieto de ésta y así poder casaros.

—Sería toda una alegría para mí ser la esposa del hombre que amo. Aunque...—Maika me mira con tristeza, yo le devuelvo una mirada cómplice, pues no deseo hablar delante de Florinda.

Comenzamos las tres a caminar hasta la casa, donde yo debo de ir hasta la cocina para preparar la cena para los padres de Maika.
Entre yo y Clotilde cocinamos y preparamos  todo siguiendo las instrucciones de Fadela.
Mientras los invitados comen, Clotilde trata de hablar conmigo evitando que escuche la conversación que mantienen en el salón. Al parecer, sus planes de querer casar a Maika con Abdiel están más cerca. La mejoría de Abdiel le ha abierto una puerta de esperanza mientras que a mí se me cierran todas.

Esa noche, mientras termino de limpiar Fadela habla muy despacio conmigo en la cocina. Me da la impresión de que no quiere que nadie se entere de lo perversa que puede llegar a ser.

—Gracias por haber hecho el milagro de que yo pueda al fin devolver a la familia de Maika ese mal trago que me hizo de pasar cuando rechazaron a mi nieto. Debo de ser sincera contigo Keila, has hecho mucho por mi nieto, sin ti en estos momentos él no estaría esforzándose por caminar

—He hecho lo que debía de hacer. Ahora quiero saber que va ser de mí.

— No lo sé, eso depende de tú padre. Él sabrá que hacer contigo.

—No puede decirle nada a mi padre, por favor. Déjeme ir cuando haya firmado el divorcio se lo suplico. Mi padre no debe de enterarse, sabe lo que supone eso para mí. Un padre recibir de nuevo a su hija después de haber estado casada es como una vergüenza. Me castigará duro. No me haga esto.

—Si te pones así, veré que puedo hacer. —Fadela se marcha, dejándome consternada.

No puedo creer que vaya a decirle a mi padre. Si mi padre viene a esta casa a buscarme, sería como si lo hubiera ofendido, tomándoselo como si he deshonrado a la familia. No, esto no puede sucederme.

Salgo corriendo en busca de Abdiel, él es el único que puede hacer que me vaya cuanto antes de esta casa.

Paso dentro de su habitación, al parecer tiene ganas de salir caminando, solo hay que verlo como se ha tomado en serio hacer sus ejercicios.

—Abdiel, déjame ir ahora mismo. Tú abuela me ha dicho que le contará a mi padre sobre nuestro divorcio. No permitas que me hagan algo así.

— ¿Y dónde vas a ir Keila?

—No tengo ni idea. Lejos, me iré lejos. Mi hermano me prometió ayudarme, ponme en contacto con él. Ahmed tendrá la solución. Te lo suplico Abdiel, no dejes que tú abuela hable con mi padre. Seré castigada, piensa en todo lo que he hecho por ti. Te he ayudado, he estado ahí cuando me has necesitado, si te has caído yo te ayudado a levantarte, no puedes hacerme algo así.

—De acuerdo, haré lo que pueda, contactaré con tú hermano, pero no te prometo nada.

Debería quedarme más tranquila. Por supuesto que no, el miedo vaga ligeramente por mi interior haciendo florecer hilos de desconfianza llegando a perder la poca bravura que pueda tener. Por eso, decido escarparme. Si estoy dos días más en esta casa temo que me suceda lo peor.
Recojo mis cosas y en mitad de la noche salgo a escondidas de la casa. Corro todo lo deprisa que puedo, al parecer el coraje ha vuelto a mí de nuevo. Sonrío cuando al fin siento el aire golpear mi rostro, soy libre.

Lágrimas Por Una Sonrisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora