🕊: veinte

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-leeros la nota al final del capítulo, que es importante-.

Su estancia en tenerife le había dejado destrozado.

Está contento de saber que su madre por fin ha salido de ese infierno, pero a la vez, le da miedo que su padre pueda volver a aparecer. Que le arrebate a lo que más quiere en su vida. No se lo perdonaría, porque en parte siente que todo aquello es su culpa, que si le gustasen las chicas probablemente serían una familia y su madre no estaría pasando por toda esa mierda.

Se mira en el espejo unas cuantas veces. Es la noche del concierto, y aunque aquella emoción que sentía hace unas semanas ya no es la misma, está preparado para hacerlo. Principalmente porque lleva años luchando para hacerse un hueco en ese mundillo, para que la gente le escuche por fin. Para sentirse libre haciendo lo que más le gusta.

Miriam le llama minutos después, comunicándole que ya están todos allí esperándole, y a él le invaden los nervios. Quizás porque va a cantar por primera vez una canción con la que se abre en canal y muestra verdaderamente lo que siente. Porque esa canción es de raoul, y la siente tan personal, que le da miedo cagarla. Le da miedo lo que la gente pueda pensar al escucharla.

el miedo huye, no hay vuelta atrás.
                                     
                                      [🕊]
Se encuentra detrás del telón que le separa de toda la gente que ha ido. Está nervioso, tiene que admitirlo. Y para colmo no le han dejado ver a ninguno de sus amigos a pesar de haber insistido. Siente que no está preparado. Que quizás todo lo que está haciendo es en vano. Que quizás no está hecho para la música.

—Agoney, sales en 2 minutos —le dice uno de los chicos de sonido, sacándolo de sus pensamientos.

Asiente con un nudo en la garganta y el estómago encogido. Tiene que hacerlo. Principalmente por él. Por vencer esos miedos que llevan años haciéndole daño. Y por su madre. Por verla siempre feliz.

Respira hondo, y se prepara. Ya no hay vuelta atrás.

El telón se abre y la gente empieza a aplaudir al verle. Se coloca delante del micrófono, y siente su corazón latir con fuerza dentro de su pecho. Puedes hacerlo. Se repite a sí mismo una y otra vez. Cierra los ojos, y la instrumental comienza a sonar.

—Hoy despierto desde hace tiempo —dice y empieza a dejarse llevar por lo que siente en ese momento. —Sufro en soledad.

Raoul le observa desde su sitio. Callado. Ni siquiera es capaz de mirar a sus amigos. Sabe que esa canción es de los dos, porque tanto él como Agoney sienten que son la libertad del otro. Y qué bonito es sentirlo.

—Abres el telón y estoy desnudo —dice y abre los ojos, mirándole. —Muestras tu debilidad en mí.

Y entonces, cuando termina esa frase, ve a su madre y a su hermana entrar por la puerta del local. Los ojos se le llenan de lágrimas, y las dos chicas que se han quedado paradas en la puerta no pueden dejar de sonreír.

—Oye bien y entenderás, que no hay nada más que hablar —dice y vuelve a mirar a Raoul.

El rubio le sonríe, aunque dentro de él hay un huracán arrasando con todo a su paso. Tiene suerte de tenerle.

—Esto es mucho más que amor, mi libertad.

Raoul susurra lo último con lágrimas en los ojos. La gente aplaude eufórica, y el rubio aprovecha el momento para subirse al escenario. Está nervioso, pero quiere hacerlo. Aunque nunca nada va a compararse con lo que Agoney ha hecho por él.

—Raoul, ¿qué haces? —le pregunta el canario sorprendido.

—Ago —dice y le tiembla la voz. —Sé que tú y yo no empezamos con buen pie, pero ahora tengo claro que quiero tenerte en mi vida siempre. Quizás lo que te voy a decir no será suficiente, porque a mí no se me da tan bien componer como a ti, pero tú también eres mi libertad, y sin ti nunca hubiese llegado a hacer lo que hice hace unas semanas.

Agoney no sabe qué decirle. El corazón le late con fuerza.

—Estoy enamorado de ti, Ago. Y no sabes la suerte que tengo de estarlo. De tenerte aquí conmigo.

La gente empieza a gritar, y sus amigos les ven desde su mesa, sonriendo. Saben lo mucho que les ha costado llegar hasta ahí. Lo mal que lo pasó Raoul, pero también lo mal que el canario se sintió durante meses. Y quieren que sean felices, porque ven en sus ojos lo mucho que se quieren.

—Pero dile algo cabrón —grita Ricky desde la mesa, consiguiendo que todo el mundo le mire.

Raoul y Agoney sonríen. Aunque este último está que se muere de nervios. No se esperaba aquello ni de coña, y tiene tantas cosas que decirle que no sabe muy bien por dónde empezar.

—Raoul, creo que la canción, nuestra canción, habla por sí sola. Yo también estoy enamorado de ti.

Raoul sonríe muy cerca de sus labios. Y ese gesto consigue que al canario se le acelere más el corazón. Van a hacerlo. Delante de toda la gente que está allí. Mirándoles.

—Por el amor —susurra Agoney muy cerca de sus labios.

—Por la libertad —ahora es Raoul quien susurra.

—Y por la visibilidad.

Ambos susurran en los labios del otro para finalmente besarse. Agoney siente que el corazón se le va a salir del pecho en cualquier momento, pero saber que está allí con Raoul, hace que todas esas inseguridades se esfumen. Porque sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de sentir lo que siente cuando está con él. Porque se arriesgaría toda la vida si al final del día le viera sonreír. Y porque se siente libre por primera vez en mucho tiempo. Y ojalá esa libertad les dure siempre.




Nota de la autora:
Pues hasta aquí la historia. Gracias por todo el cariño que le habéis dado y la de comentarios que habéis dejado, me encanta leeros que lo sepáis. Y que por cierto, estoy trabajando en otra historia que subiré muy pronto(sobre todo cuando tenga un poco más de tiempo).

Y antes de cerrar completamente esta historia, ¿os gustaría que hiciera un epílogo?

Gracias otra vez.

Nos leemos muy pronto 💗.

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