2 semanas después
Sentados en la que se ha convertido en su cafetería favorita, con las manos entrelazadas y fire on fire sonando de fondo.—Ago, ¿qué era eso tan importante que tenías que contarme? —le pregunta el rubio y da un sorbo a su café.
Agoney le sonríe. Está nervioso, pero verle allí, a su lado, le es suficiente para que todos esos nervios que le están consumiendo se esfumen.
—¿Te acuerdas de la canción que te compuse?
Raoul sonríe nada más acordarse de esa noche, de Agoney en su habitación cantándole aquella canción y cómo le hizo sentirse. Claro que se acuerda. Y si se lo volviese a preguntar dentro de 8 años, su respuesta seguiría siendo la misma.
—¿Crees que me olvidaría? —dice y hace una pausa. —la canción es preciosa.
—Pues conseguí que me dejaran cantarla en una sala dentro de unos días. Suele ir gente muy importante dentro del mundo de la música, y me hace muchísima ilusión que hayan confiado en mí para esto —dice y se mira las manos nervioso.
Raoul le mira atónito. Sabe que el canario lleva intentando abrirse paso en el mundo de la música desde hace años, y tener la suerte de verle conseguirlo le hace feliz. Y se muere de ganas de que la gente pueda apreciar el talento que tiene, porque él no ha dejado de hacerlo desde aquella noche en la que se atrevió a cantar delante de sus amigos y le dejó con ganas de seguir escuchándole.
—Joder, eso es genial —dice y le sonríe. —Que sepas que estaré en primera fila ese día.
Agoney se acerca un poco más a él, y a pesar de que no es la primera vez que le tiene así de cerca, al rubio se le acelera el corazón. Pone una mano detrás de su nuca, y une sus frentes.
Ambos se miran durante unos segundos, y al final, es Raoul el que une sus labios. El beso dura apenas unos segundos, pero los dos se han quedado con ganas de más.—¿Y si nos vamos? —susurra Agoney sobre sus labios.
—¿Tan pronto? pero si acabamos de llegar —le dice el rubio y se separa de él para darle un buen sorbo a su café.
—¿Y qué? tengo ganas de estar contigo, a solas.
Raoul mira a su alrededor, apenas hay gente en la cafetería a esas horas de la tarde. Vuelve a depositar su mirada en el chico que tiene sentado al lado, al que le brillan los ojos más que nunca. Y al rubio le es imposible decirle que no.
—Anda, vámonos —dice y se pone de pie, no sin antes dejar el dinero de su café en la mesa.
[🕊]
Ambos caminan por las calles de Madrid con las manos entrelazadas. Agoney va contándole lo mucho que echa de menos su isla, pero sobre todo, lo mucho que echa de menos a su madre. Lleva sin hablar con ella desde hace semanas, y aunque intenta aparentar que todo va bien entre las cuatro paredes de su casa, las cosas no son así en absoluto. Se siente muy solo, y si no fuese porque Raoul pasa con él la mayor parte del tiempo, se sentiría en la mismísima mierda.—Pues a mí me gustaría ir a tenerife —le suelta Raoul después de unos segundos. —Nunca he estado, y tiene que ser un sitio precioso.
Agoney le mira sonriendo.
—Lo mismo podría llevarte algún día.
—Me encantaría —dice el rubio y le sonríe.
[🕊]
Entran en el piso del canario en un completo silencio. Se deshacen de sus chaquetas una vez se sientan en el sofá. Miradas cómplices entre ambos. Y luego, los labios del rubio en el cuello del contrario.—Joder Raoul —dice Agoney y suspira.
El rubio se deshace de su camiseta y baja por su torso, donde deja pequeñas mordidas. Agoney cree que le tiemblan hasta las piernas con cada paso que da. Es la primera vez que toma de esa forma el control, y le está volviendo loco.
—¿Quieres que siga? —le pregunta Raoul mientras desabrocha lentamente su cinturón.
Agoney asiente, y eso es suficiente para el rubio, que termina de quitarle el cinturón para pasar a desabrochar el botón de su pantalón. Le mira a los ojos cuando sus labios rozan sus muslos. Y a partir de ahí, la habitación se llena de gemidos y suspiros por parte de ambos.
Raoul se tumba a su lado en cuanto acaba, pero Agoney no piensa dejarle así. Cuela una de sus manos dentro de su camiseta, donde deja pequeñas caricias. El rubio cierra los ojos, y Agoney aprovecha para bajar su mano al borde su pantalón, donde poco a poco va metiendo la mano. Comienza a acariciarle por encima de la tela y a Raoul aquello le roba un gemido, que hace que Agoney pierda totalmente el control.
El canario se sube encima del contrario, donde empieza a moverse muy lentamente.
—Ago —dice y suspira. —Hazlo ya.
Se deshace del pantalón del rubio y deja pequeñas mordidas en su abdomen. Baja lentamente hasta el borde su calzoncillo, del que se deshace en cuestión de segundos. Raoul cierra los ojos dejándose llevar.
El resto no hace falta que lo cuente, ¿no?
[🕊]
La cabeza de Raoul descansa sobre el pecho del canario, donde deja pequeñas caricias. Ambos se miran sonriendo.—¿Les has contado ya a los chicos lo de la sala? —le pregunta Raoul después de unos segundos.
—No, quería contártelo primero a ti.
Raoul le sonríe, aunque para el canario no pasa desapercibido el brillo que desprenden sus ojos. Y entonces se da cuenta de la suerte que tiene de tenerle, de que sin él aquella canción nunca hubiese tenido sentido.
—Raoul —le llama nervioso el canario.
—Dime —y le mira.
—Te quiero.
Nota de la autora:
Sé que hace un montón que no actualizo, pero empecé los exámenes hace unas semanas y no he tenido tiempo. Gracias por el cariño que le dais a la historia, me da la vida leer vuestros comentarios.Por cierto, no soy muy de navidades, pero felices fiestas. Y os dejo por aquí mi twitter por si queréis seguirme: @ acrossraoul
Nos leemos pronto 🌸💗🌸💗🌸💗
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libertad|ragoney
FanficRaoul había sido más que amor para él, había sido su libertad.