🕊: epílogo

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-si leéis la nota que hay al final del capítulo tenéis todo mi cariño-.

2 años después

Agoney, sales en 5 minutos. ¿Estás preparado? —le dice uno de los productores de sonido.

—Eso creo —dice y le sonríe.

Es el último concierto de su gira después de estar meses de un lado para otro. Y en parte, lo agradece, porque lleva sin ver a sus amigos desde hace tiempo. Porque lleva sin hablar con Raoul desde aquella despedida en la estación, cuando su vida cambió para siempre.

Se mira en el espejo una y otra vez. Las ojeras son notables a pesar de llevar un poco de maquillaje, y es que desde que cruzó el charco, no ha podido dormir bien. No cuando sabe que Raoul está en Madrid, a kilómetros de él. Y se le hace duro todo aquello. A pesar de que lo que está viviendo últimamente, es lo que llevaba años esperando.

[🕊]
El concierto transcurre entre risas y lágrimas. Y cuando toca cantar la última canción, Agoney se pone nervioso. Había optado por no cantarla en los últimos conciertos por la carga emocional que lleva, pero siendo el último, está preparado para volver a abrirse en canal. Porque sabe que esa canción ha sido no solo su libertad y la de Raoul, sino la de muchísima gente más.

Cierra los ojos, pensando en la primera vez que la cantó delante de Raoul, en la intimidad de su habitación, y el corazón se le acelera. Le echa de menos, y haría lo que fuera por verle sonreír una vez más. Por tenerle en ese momento ahí con él.

La instrumental comienza a sonar, y tal y como el canario esperaba, la gente comienza a gritar.

—Hoy despierto desde hace tiempo —canta y hace una pausa para respirar profundamente. —Sufro en soledad, sucia oscuridad.

—Hoy me atrevo. Hoy soy sincero con mi realidad, la única verdad.

Agoney se gira en cuanto le escucha cantar. Y le ve allí de pie, sonriéndole, y todo a su alrededor se detiene. Ambos se miran, sin decirse nada, y cualquier persona que pasara por allí, vería el brillo que desprenden sus ojos. Verían incluso todo ese amor que llevan meses dejando en un segundo plano por la agenda del canario. Por los vuelos a otras partes del mundo que les alejaban cada vez más. Pero allí está, como si el tiempo entre ellos no hubiera pasado en absoluto. Como si todo ese amor que se tuvieron -y se tienen- siguiera luchando por sobrevivir a todos esos kilómetros que les separan últimamente.

—Raoul, ¿qué haces aquí? —es lo único que le sale preguntar.

—Pues venir a cantar contigo nuestra canción, ¿tú qué crees? —dice y le sonríe, aunque por dentro se está muriendo de nervios.

Agoney sonríe. Y se muere de ganas de besarle. Pero se contiene. No sabe qué son Raoul y él ahora, porque llevan tanto tiempo sin verse y sin hablarse que ya no tiene claro si siguen siendo novios, o si por el contrario, han pasado a ser solamente amigos.

—¿La cantamos o qué? —le pregunta Raoul después de unos segundos.

El canario asiente, aunque su cabeza en esos momentos no deja de pensar en lo increíble que es tenerle ahí con él.

[🕊]
Ambos cantan la canción como si llevasen años cantándola juntos, cuando la realidad es que es la primera vez que Raoul se sube a un escenario y la canta con él. Y no se arrepiente de haber viajado hasta la otra punta del mundo para verle sonreír de esa forma. Para escucharle cantar la canción que de una forma u otra, cambió sus vidas.

—Esto es mucho más que amor, mi libertad —cantan los dos juntos.

Raoul se acerca a él, sonriendo, y Agoney cree que el corazón se le va a salir del pecho. El catalán roza sus labios muy lentamente bajo los gritos de las miles de personas que están presenciando aquel momento, pero se separa rápidamente, confundiendo al canario.

—Podríamos hacer nuestro lema, ¿no? —le pregunta mientras entrelaza sus manos.

Agoney sonríe y asiente. Aunque sabe que no quiere hacer el lema corto. Quiere hablar más. Quiere que la gente grite a la libertad como le gritó él hace unos años en el coche de su padre, cuando le contó que le gustaban los chicos. O cuando Raoul fue capaz de contarle a sus padres que era bisexual. Un grito también a todos aquellos que siguen pensando que no puedes enamorarte de alguien de tu mismo sexo o que pueden gustarte ambos sin que te digan que estás en una etapa, que ya decidirás. Un grito a todos aquellos que siguen pensando mal del colectivo. Un grito para hacernos oír. Para visibilizar aún más.

—Por el amor, porque es real, porque es muy necesario en este mundo y no entiende de formas —comienza a decir Raoul bajo la atenta mirada de las miles de personas que hay esa noche en el concierto.

—Por la libertad, la de ustedes, la del mundo y la de los artistas —sigue Agoney, aunque tiene que respirar profundamente para no ponerse a llorar en ese momento.

—Y por la visibilidad, por la que damos nosotros y por la que también dais vosotros —dice Raoul y sonríe, emocionado.

Ambos se miran unos segundos. Están nerviosos. Rozan sus labios, y finalmente, es el catalán el primero en romper esa escasa distancia que les separa. Agoney en ese momento se siente completo. Su vida ha cambiado, pero si le preguntasen en ese momento si sigue enamorado de Raoul, su respuesta seguiría siendo la misma que dijo hace dos años. Porque le debe más de lo que él cree. Porque ha sido más que amor para él, ha sido su libertad.

Y lo gritaría al mundo todas las veces que hicieran falta.



Nota de la autora:
Pues oficialmente la historia ha acabado. Sinceramente me da muchísima pena ponerle un punto final porque hay partes que me han ayudado a mí a nivel personal y de una forma u otra la considero especial. Aún así, estoy escribiendo otra(que subiré en nada, así que espero leeros por allí).

Gracias una vez más por todo el cariño que le habéis dado. Este epílogo os lo dedico a vosotrxs. Sed siempre libres. Quered a quién os de la gana y sed quiénes queráis ser.

Nos leemos muy pronto 💛

por cierto, libertad es un dúo.

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