Capítulo 8

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Habiendo transcurrido ya algunos días desde el conflicto desatado entre Itachi e Ino, el panorama no pintaba bien para Itachi, las cosas no mejoraban y parecía que no lo haría pronto. Llegó al fin el tan esperado día en el que se celebraría la ceremonia de elección del nuevo Alfa, donde Itachi sería el afortunado que se alzaría con el título. Cualquiera en su lugar se sentiría venturoso de portar dicho rótulo, pero, honestamente; él hubiera preferido evitar tanta algarabía, las adulaciones y más, no estaba ahí precisamente por voluntad propia.

De ser por él, se ahorraría el desagrado de mirar los rostros de los miembros del concejo. Por años, estos se encargaron de hacerle creer que él tenía la obligación de cumplir con sus exigencias para llegar a ser el Alfa que su manada anhelaba: feroz, poderoso, imperturbable y letal. Sobre todo letal.

La idea de convertirse en Alfa tuvo un efecto positivo en él, en el momento que se dio cuenta que como Alfa, podría cambiar la manada en muchos aspectos. Sin embargo, si quería lograr su objetivo, el cambio tendría que ser radical; empezando por quienes dirigen el consejo.

Sólo que eso no sería tarea sencilla, los viejos lobos se resistían. No deseaban abandonar las viejas costumbres y él estaba atado de manos. Teniendo como mayor obstáculo a su propio padre.

Itachi soltó un sonoro suspiro y dejó caer el peso de su cuerpo sobre el colchón. Entre sus dedos tenía un cigarro encendido, el cual dirigió a sus labios. Tragando el humo del tabaco, permitió que la nicotina ingresara a su sistema, calmando su irritabilidad.

Se encontraba en una etapa de depresión y aunque fuera leve, todo era una jodida mierda, con mayúsculas. Cada uno de los cuentos que había oído desde niño, sobre la separación de parejas predestinadas, resultan ser ciertas. Había oído de algunos que se deprimían al extremo de la muerte, otros enloquecían, él parecía estar en la primera fase.

Si le hubieran dicho que amar dolía como la mierda, tal vez él habría considerado la idea de no conocer a su compañera.  Oh, pero se lo advirtieron, sin embargo, él orgulloso Itachi Uchiha creyó que jamás le pasaría.

Un Alfa como él, que tenía a la que quisiese a sus píes, no pudo imaginarse siquiera que un día llegaría alguien que le enamoraría tan jodidamente como lo hizo Ino. Ella no sólo se metió en su corazón, sino que estaba en cada uno de sus pensamientos, y dolía como la mierda.

Dolía no poder sacarla de su sistema, pero dolía aún más no poder tenerla.

Itachi tragó el molesto nudo que se había formado en su garganta, ¿por qué tenía tantas ganas de llorar? Se prometió a sí mismo ser fuerte. No iba a llorar. Sin embargo; la necesidad de tenerla cerca llegaba a doler, la quería… la quería en ese momento, justo ahí, en sus brazos.

No obstante, en medio de toda esa locura que desató en él la perdida de su amada, estaba consciente del daño que ella causó y que después de lo que él hizo, jamás la volvería a ver. Lo que tal vez era lo mejor.

Pero, por más que se repitiese a si mismo que hizo lo correcto, su corazón no entendía de razones, era excesivamente necio.

Toda esa necedad, le recordaba un poco a Sasuke; este había estado ignorándolo los últimos días, se negaba a dirigirle la palabra, incluso evitaba mirarlo. No permanecía en los lugares que Itachi frecuentaba, hasta cambió el horario de sus entrenamientos para no tener que cruzarse con él, huía de su presencia como si Itachi tuviera lepra o alguna otra mierda contagiosa.

Ese era otro de los motivos por el cual Itachi se sentía tan solo, ni siquiera su mejor amigo y confidente estaba allí para consolarlo. Se sentía la peor de las basuras, no sólo por haber entregado al amor de su vida y compañera, sino que también por perder la amistad de la única persona que lo ha apoyado desde siempre: Sasuke.

Lazos de Sangre I - El Alfa Y La Bruja [ItaIno] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora