Ino corrió a gran velocidad por el bosque, en el trayecto, evadía los árboles que encontraba en su camino. Su única meta era llegar a la cabaña lo más rápido que le fuese posible, y su cerebro no era capaz de pensar en otra cosa que no fuese eso.
Pero todo ese desespero no se debía sólo a la necesidad de satisfacer su curiosidad, no. Las ganas de verlo nuevamente, eran más fuertes que cualquier otra necesidad.
Quería mirar dentro de esos pozos oscuros que tenía por ojos, quería perderse en ellos otra vez, y sentir como la calma la invade cuando entre en contactos con los propios.
Quería abrazarlo otra vez y sentir su piel pegarse a la suya, haciéndola erizar. Quería tantas cosas que probablemente no podría hacer, pero al diablo todo, si no lo intentaba, no sería capaz de averiguarlo.
Pero por otro lado, sus insensatos deseos entraban en contradicción con la parte racional de su cerebro. Itachi cometió actos imperdonables: como la traición.
Queriendo aceptarlo o no, actuó de una manera infantil e inmadura al ir a entregarla con su manada y gracias a eso, ahora los Namikaze estaban en la mira, no solo de los Uchiha. Otras manadas terminaron enterándose de la presencia de brujos en el lugar, lo que terminó provocando que la manada se ganase nuevos enemigos.Sus piernas comenzaban a temblar, no podía seguir corriendo. Para su suerte, su amada cabaña estaba a su vista, faltaban unos escasos metros para llegar al lugar. Disminuyó la velocidad, y continuó avanzando hasta llegar a su destino.
Jadeando, colocó sus manos sobre sus rodillas, recargando su peso en ellas. Su respiración estaba agitada y sentía la boca seca, en definitiva, no estaba acostumbrada a correr y menos de esa manera. El ruido de unos pasos acercándose la alertaron, mas, no precisó mirarlo para saber de quien se trataba. El aroma que emanaba el Uchiha, era inconfundible para ella, con rapidez, se incorporó y viró en su dirección.
Allí estaba él, tan jodidamente atractivo como era costumbre. El discurso que había montado en su cabeza se esfumó con la rapidez de un rayo, cuando sus ojos se posaron sobre la anatomía del hombre. ¿Por que tenía que ser tan malditamente perfecto? A Ino le costaba pensar con claridad cuando él ponía su intensa mirada sobre ella.
Itachi tomó aire y el aroma de Ino le inundó las fosas nasales, por un segundo todo se volvió blanco. «¡Compañera!» exclamó su lobo interior, animándolo a reclamarla y hacerle todo tipo de cosas sobre la primera superficie plana que encontrase. No podía culparlo, ¿quién podría resistirse a ella? Tan malditamente hermosa y caliente. Ahora, con la piel cubierta de sudor y la respiración agitada, más que nunca le parecía totalmente apetecible. Sin lugar a cuestionamientos, Itachi la hubiera tomado justo allí.
La deseaba. La necesitaba.
-Entonces, ¿de que querías hablar?
Itachi parpadeó, saliendo de su ensoñación. El ceño fruncido de Ino le hizo recordar el porqué estaba allí, y vaya que era difícil. Le costó tres horas decidir si era buena idea volver a verla, pero lo que volvía verdaderamente difícil la situación, iba más allá de lo que se consideraba correcto o incorrecto. El hecho de que casi acabara con su vida la ultima vez, provocaba que todo fuera más incomodo.
Para ser honestos, Itachi no tenía una idea clara de lo que debía decir. ¿Qué diría, perdón por casi matarte la otra vez? No sería lo más sensato.
-No sé exactamente que es lo que deseas, si arreglar las cosas o terminar lo del otro día. Pero no tengo mucho tiempo, así que empieza a hablar.
El rostro del azabache expresaba sorpresa ante la postura rigida que habia adoptado la rubia, si bien ya había demostrado poseer un carácter fuerte, no dejaba de impresionar que se plantara con firmeza frente él. El sólo hecho de haber aparecido en el lugar, demostraba la valentía que disponía.
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Lazos de Sangre I - El Alfa Y La Bruja [ItaIno]
Fiksi PenggemarEl Alfa y la Bruja - Libro I de la saga Lazos de Sangre.