Capítulo 4

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El calmo viento mecía con sutileza las hojas de los árboles que habían dentro del bosque, y las pisadas de los hermanos Uchiha, al igual que el murmullo de los animales, era todo lo que se escuchaba en el lugar. Extrañamente, ambos caminaban en total silencio. Itachi llevaba una radiante sonrisa que parecía no querer borrarse de su rostro, mientras que Sasuke se mostraba más pensativo de lo acostumbrado.

-Estás más callado que de costumbre -inquirió el mayor, percatándose de la ausencia de reclamos por parte de su hermano.

Este, por su lado, dejó escapar un suave suspiro, mientras dirigía su oscura mirada hacia el mayor. -Tal vez no tenga nada que opinar.

-Lo cual sería extraño. -Sasuke volvió a soltar una bocanada de aire, logrando con ello que el contrario lo mirase con extrañeza-. Okay, a ti te pasa algo y debes decirme qué es.

El menor abrió los labios con intención de decir alguna cosa, pero luego los cerró con inmediatez al momento en que sus ojos se percataron de la presencia de su padre.

Habían llegado a su hogar, y el jefe esperaba por ellos allí.

Por la seriedad de su rostro, podría decirse que se encontraba enfadado, aunque eso era algo natural en él. El jefe posó su mirada sobre Itachi, y movió la cabeza dándole a entender que lo siguiese; acto seguido, comenzó su andar en dirección a su oficina. El primogénito, en respuesta, rodó los ojos y fue tras él sin protestar.

Sabía lo que su padre quería, y no sería tarea sencilla manejar la situación. Él era el próximo Alfa, el primero en conseguir el titulo por voluntad del jefe. No era cosa fácil, a ello no le ponía duda, y más aún porque él no quería dicho título.

Su padre jamás iba a entender que él no quiere ser Alfa, ¿Por qué todo tenía que ser tan malditamente complicado?

Todo lo que Itachi deseaba era salir de ese lugar y escapar lejos con su amada; no obstante, estaba casi seguro de que Ino no se atrevería a semejante cosa.

Una vez dentro de la oficina del jefe, cerró la puerta tras él, y mientras exhalaba con profundidad, su mirada se dirigió a la severa expresión que mantenía su padre. En ocasiones la rigidez de su rostro llegaba a asustarlo.

Los momentos más incómodos de su vida siempre fueron los segundos que demoraba para llegar desde la puerta hasta aquel escritorio. Los orbes de Fugaku estaban clavados sobre él desde que se adentraba en la habitación, y era como si se le colocase una tonelada de arena en la espalda.

Una y mil veces se preguntó si él realmente lo amaba. Era difícil saber qué pensaba el Alfa cuando lo mirada con una intensidad que llegaba a quemarle la piel, casi podía jurar que había odio en su mirada. Era una aseveración absurda, al fin y al cabo, se trataba de su padre.

Tan rápido como le fue posible, dirigió sus pasos hasta uno de los asientos, donde dejó caer el peso de su cuerpo con cierta precaución.

La expresión de su progenitor no difería en esta ocasión, era como la de alguien que conocía el peor de tus miedos y pretendía torturarte con él. Itachi soltó despacio el aire que retenía en sus pulmones y se sentó derecho, tratando de no demostrar el nerviosismo que traía consigo.

¿Que si le tenía miedo a su padre? Hmm... ¿Quién en su sano juicio no temería al Alfa más maquiavélico que tuvo la manada Uchiha? Madara había sido bastante cruel, pero tenía sus límites, y respetaba los derechos de sus lobos. Ya Fugaku era alguien despreciable, solo le importaba obtener más poder y saciar sus deseos.

-He decidido que la ceremonia se realizará la próxima semana.

El corazón de Itachi aceleró su pulso al instante. Era demasiado pronto, y él no estaba listo para tomar el mando. No solo eso, él no quería.

Lazos de Sangre I - El Alfa Y La Bruja [ItaIno] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora