Capítulo 4: "Viviendo una pesadilla"

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Desperté en mi casa, acostada armónicamente sobre mi cama. Un fuerte dolor me tumbó en la cabeza cuando pude recuperar la visión, parecía que me la habían arrollado. Era de día y la ventana que se hallaba alineada a mi cama dejaba entrar una luz natural tan intensa que parecía derretirme en ella. Sin embargo, cuando recobré los recuerdos de aquella horrorosa noche, me pregunté por Matthew, mi hermano. Me levanté bruscamente y corrí, aún mareada por el dolor de cabeza, hasta su cuarto. Pero, nadie se encontraba allí, tan siquiera sus ropas yacían en su ropero ¿Que estaba sucediendo?
-¡Mamá! ¿Dónde está Matthew?- exclamé en un ataque de desesperación.
-¡Hija! Por fin te has despertado, ¿No quieres descansar?- dijo ignorándome.
-¡Mamá, por Dios, escúchame! ¿Dónde está Matthew? ¿Está bien?- volví a preguntar exaltada.
-¿De qué Matthew hablas? No conozco a ninguno- respondió confundida.
-¿Cómo dices? Mi hermano, tu hijo, ese es del Matt que te hablo, ¿Cómo podrías olvidarte de él?- volví a consultar aún más desesperada al no encontrar consuelo.
-Siempre fuiste hija única... ¿No lo recuerdas? ¿Qué tan fuerte golpeaste tu cabeza?- volvió a ignorarme como si fuera algo estúpido lo que trataba de decirle.
-¿Cómo es que...? No es posible ¿Ha muerto? Dímelo si es así, no me confundas-
-Susan... Ese tal Matthew nunca existió- replicó mi madre tratándome de loca.
Me dirigí corriendo hacia la caja de los recuerdos viejos que se ocultaba sobre uno de los estantes más altos de aquel armario de la sala de estar. Busqué fotos, juguetes o algún indicio de mi hermano que fuere suficiente como para que lo recuerden. Sin embargo, en las fotos donde antes él y yo nos hallábamos de muy niños, él no se encontraba ¿Dónde estaba mi presunto hermano? La tierra no pudo habérselo tragado, pero parecía que así había sucedido. Acaricié nostálgicamente una de las imágenes en especial, una donde antes Matt yacía dormido en su cuna y yo, como mala hermana, tratando de molestarlo. Pero él ya no estaba allí, se había esfumado hasta de las mismísimas fotos.
Me sentí la peor de todas las hermanas habidas y por haber en el mundo entero; había llevado a Matthew a su muerte, a su desaparición de este mundo, de su mundo.
Primero una, luego otra lágrima trazó su camino al desprenderse rápidamente de mi ojo. Deseé haber pasado menos tiempo peleando con él y más formando divertidos recuerdos, pero ya era algo irreversible. Mil y una lágrimas desprendí mientras sollozaba al ver cada foto sin él pasmado en estas.
-Me odio...- musité en voz demasiado baja para que solo yo la oiga.
-¿Hija? ¿Te encuentras bien?- volvió a insistir mi madre.
No tuve el coraje suficiente como para mirarla a los ojos, me sentía tan culpable que era capaz de suicidarme y lo peor de todo fue que lo pensé. Mi pelo cubría mi rostro cayendo sobre él como un manto rojo.
-Sí. Me encuentro perfecto- mascullé con una voz ronca y fría.- Quiero estar sola...- agregué cerrando esa caja que tanta nostalgia y tristeza me traía.
-Bien... Te dejaré en paz- contestó seria, ella sabía que estaba sufriendo, pero estaba consciente de que no podía ayudarme.
Me dirigí a mi cuarto caminando sin ganas de vivir, pues sentía que no lo merecía. Llegué allí, cerré mi puerta y busqué el rincón más oscuro para lamentarme. Ahora vivía en un mentira, en la mentira de mi pasado y la realidad de mi presente ¿Qué le sucedería a mi futuro? Mas, no me merecía uno. Estaba segura que todo tenía que ver con aquel incidente en el bosque de éste pueblo, en especial con aquella criatura con la cual me encontré cara a cara, invadiéndome de miedo y pánico. Entonces, una oleada de esperanza embarcó hacia mi corazón ¿Sería posible que Lisa lo recuerde? Quizás ella sabía algo sobre el tema, algo sobre Matt que yo no...

La luna sangrientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora