Capítulo 7: "Empezamos con el pie izquierdo"

86 3 0
                                    

Pronto desperté sobre una cama que no reconocí. El empapelado de aviones grises que se podía apreciar me resultaba un poco infantil y alegre. Pero... ¿En dónde me encontraba? ¿Acaso no estaba en el baño de la escuela entre los brazos de Aaron? Me sonrojé al recordarlo, sin embargo, cuando el espectro del espejo volvió a mi mente, esa vergüenza se fulminó formando cenizas de preocupación y miedo. Noté que todavía vestía el uniforme del instituto, de modo que concluí en que no había pasado mucho tiempo desde aquella aparición en el reflejo del baño.
-Al fin despertaste, ¿Cómo te sientes?- preguntó una voz masculina que pronto pude identificar como la de Aaron.
-¿Sabes? Es la pregunta más vacía que oí en mi maldita vida, creo que sabes que no me siento bien y que me estuvieron pasando una serie de hechos inexplicables y paranormales que me alteraron por completo- contesté a la defensiva, tenía ganas de desquitarme con alguien.
-Sí, lo sé- replicó mientras se apoyaba en la pared cercana a la puerta.
-¿En dónde estoy?- pregunté luego de un rato.
-En mi casa, esta era mi habitación de pequeño y sigue siéndola- respondió nostálgico.
-Entonces puedo concluir en que tú me trajiste aquí, ¿Verdad?-
-En tu hogar nadie contestó a la puerta... Me pareció buena idea que descansaras en alguna parte, ¿O preferías que te dejara sola en la calle?-
-¿Y la escuela? ¿Cómo me sacaste de allí?- consulté nuevamente, en mi cabeza corrían muchas más dudas que respuestas.
-Los directivos me permitieron hacerme cargo de ti, después de todo, sobrevivir a un ataque de un espectro no es nada simple-
Nos quedamos un rato en silencio mirándonos entre nosotros, sus ojos parecían sonreír al observarme.
-Gracias... No sé qué hubiera hecho si no llegabas a librarme de ese fastidioso ser que quería dañarme. Y... Perdón por contestar de una mala manera, estoy pasando por un momento demasiado confuso y lleno de presiones- comenté mientras miraba al suelo, no me atrevía a observar esos ojos tan perfectos en un momento tan humillante.
-No hay de qué- replicó con una sonrisa tierna.
Me incorporé de la cama, no me sentía cómoda estando en un lugar desconocido cuando ninguno de mis padres tenía idea de dónde me encontraba. De modo que decidí tomar mis cosas.
-¿A dónde vas?- me preguntó Aaron una vez que estaba al lado de la puerta de salida preparada para tomar rumbo hacia mi hogar.
-A mi casa. Mis padres probablemente se hallan preocupados por mí- contesté.
-¿No me preguntarás por qué te ocurren todos esos hechos extraños?- comentó evitando que me retire.
-Dudo que sepas por qué mi hermano desapareció y nadie de la familia lo recuerda, o por qué el espectro del bosque no me aniquiló cuando lo encontré, o por qué se me presentó en el espejo del baño un fantasma o como lo quieras llamar... ¿Acaso lo sabes? ¿Sabes quién lo hizo y cuál es su objetivo?- pregunté mientras odio y rencor fluían por mis venas en contra de aquel ente que me había arruinado la vida.
Suspiró cansado, quizás eran demasiadas preguntas con un tono histérico que se desprendían de mi boca.
-Tu hermano fue una víctima más al igual que mi madre. Estoy tratando de ayudarte en lo posible, ¿Crees que no tengo dudas? Pero, ¿Sabes cuál fue la diferencia? Yo no tuve a nadie que me entendiera, tuve que afrontarlo solo... Tu decides: si insistes en irte no pienso detenerte, pero tampoco pensaré en volver a advertirte o ayudarte sobre este tema- parecía estar un poco enojado, mis palabras se escuchaban muy exaltadas e irritantes.
Sin expresar un sonido, retrocedí de la puerta y acomodé mis cosas en un rincón, estaba dispuesta a escucharlo.
-Lo siento. Pensé que era la única a la que le había ocurrido... Sé que algunas veces es difícil hablar conmigo- recité.
Él estaba sentado en el sillón de la sala. Todo estaba ordenado y limpio, pero tenía un aspecto antiguo, esa vivienda me causaba cierta nostalgia inexplicable.
-¿Entonces? ¿Me preguntarás algo sobre ello?- preguntó esperando una consulta.
-Sí... ¿Por qué Matthew desapareció?- repliqué.
-No lo sé. Nunca pude explicármelo-
-Y... ¿Por qué el espectro no tomó mi vida? La leyenda dice que lo tendría que haber hecho-
-Es un caso diferente. Ese espectro quiere poseerte, no busca matarte. Eso explica lo del espejo del baño- contestó tenso.
Fruncí el ceño, ahora tenía más dudas inexplicables, ¿Ahora que sigue? ¿Trataría de atacarme en los sueños como Freddy Kruger?
-Contéstame una cosa más... ¿Lisa y tú estuvieron en aquel bosque?- pregunté.
-No. Lisa estaba conmigo ese día, nunca mencionó ni el bosque ni a ti-
-No bromees... ¿Entonces todo fue verdad?-
-Así parece-
Me senté en el sillón individual que se hallaba enfrentado a donde Aaron se encontraba. Lo miré apreciando su rostro tan... ¿Lindo? ¿Hermoso? No, mucho más que eso. Quizás era mi imaginación creer que era perfecto, que era como un dios que caminaba entre mortales que me cautivó a primera vista y, ahora, era mi héroe.
Todo se tornó diferente. El entorno que nos rodeaba no era tétrico ni sombrío, era soleado y cálido, era un día precioso que se reflejaba en sus ojos.
Una plática nos llevó a otra más interesante hasta poder entrar en confianza. Olvidamos todo, desde el incidente del espectro hasta las responsabilidades escolares. Hablamos, reímos y bromeamos como locos ese día... Fue extrañamente divertido ¿Cómo pudo haber pasado si habíamos empezado con el pie izquierdo?
-¿Tienes una moneda?- me preguntó con esa sonrisa que ocultaba algo.
Saqué del bolsillo de mi campera una de cincuenta centavos.
-Mira, te mostraré lo que se puede hacer con un simple manojo de bronce- dijo mientras hacía que ésta recorra entre sus dedos hábilmente- Pon tu mano sobre la mía, ¿Sientes el centavo?-
-Sí- afirmé sonriente.
-Bien, mira esto- dijo y chocó sus dos manos haciendo que la moneda desaparezca.
Me reí y lo miré frunciendo el ceño.
-Fíjate en tu hombro- comentó levantando una ceja.
Allí se encontraba esa moneda, ¿Cómo lo había hecho? Supongo que era un truco muy complicado porque fue sorprendente.
-Espera... ¿Dónde esta mi reloj?- pregunté buscando por el sillón.
Aaron levantó su muñeca y él lo tenía puesto, ¿Cuándo fue que me lo sacó si lo poseía hace unos segundos?
-Eres un delincuente- repliqué mientras se lo quitaba.
-Es un buen truco, ¿Verdad?-
-Vi mejores-
Habían pasado horas tan rápido que no tuve la noción para darme cuenta, ya había anochecido. Tenía que volver a mi casa, mis padres seguramente habían llamado a la policía al no encontrarme allí, fui una estúpida al olvidarme de ellos.
-Mira la hora, tengo que irme- comenté mientras observaba con cierta alegría mi reloj de muñeca.
-¿Quieres que te lleve?- consultó mientras tomaba las llaves del auto.
-No quiero molestarte-
-No lo haces. Para mí es un placer-
Ese día había sido el comienzo de un sentimiento hermoso en mi corazón, pero, también, de una tragedia.

La luna sangrientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora