Me siento en la silla, frente al escritorio. Con la música en el tope, intento callar las voces.
'Gorda. Fea. Córtate. Suicídate. Ya nadie te quiere. Das asco. Hazlo ya. Muere.'
CALLAROS.
Ha de haber alguna forma de callarlas, no aguanto.
Miro la cuchilla. La cojo. Vacilo con ella un poco en mi brazo, me acaricio, despacio. Y me corto.
Se callan un poco. Pero vuelven. Veo la sangre correr y a ellas reir.
Si me suicido se callarán.