Ella corrió. Y corrió. Y siguió corriendo. También chilló como nunca lo había hecho.
'Parad' gritaba la muchacha entre sollozos 'ya no aguanto más'.
Llegó a la piedra, junto al río. Llorando. Recordó un día que estubo en esa roca. Con ella. Se iban acallando.
Se puso de pie en el bordillo, observando la cascada y pensó:
'Uno... Dos...'.
Y algo le agarró del brazo, impidiendo que, a la voz de tres, la muchacha saltase. Era ella.
Hizo que bajara de la piedra, acarició su mejilla y la abrazó.
Un abrazo. Un susurro. 'Yo estoy contigo. Siempre'.