Soy preciosa.
Oh, sí, soy preciosa cuando hay un bonito collar de cuerda en mi cuello, enganchado a un árbol.
Soy preciosa cuando mi sangre recorre mis brazos, haciendo que mi cuerpo caiga al suelo.
Soy preciosa cuando estoy muerta. Pero muerta de verdad. No muerta en pensamientos o acciones.