Capítulo 2

1.3K 57 20
                                    

(...) Sucede que a uno el corazón no cualquiera se lo roba (...)

* * *

El metal de la puerta resonó en toda la habitación cuando esta fue abierta por una fuerza casi sobre humana. - ¡Vamos! - Dijo el uniformado a sabiendas de que tenía el control absoluto en la sala. La arrastró del brazo, tenía las muñecas esposadas y el rostro pálido, de hecho, no fue capaz de gesticular bien con la vista hasta que cayó de rodillas al suelo debido a las pocas fuerzas y a la debilidad que minaba su cuerpo. Tosió par de veces de manera consecutiva, y su garganta a cada minuto se hacía más seca y rasposa. Alzó la mirada, desde el suelo hasta encontrarse con el brillo que desprendía la placa en el chaleco portado frente a ella. Le dolía profundamente el extremo estado de impotencia en el que estaba, pero con el gran pesar de sus músculos apenas si le permitía mover los labios. Observó a su alrededor, la habitación no medía más de cuatro x seis. El oficial se acercó nuevamente a ella y la levantó de un tirón por las muñecas, para segundos después dejarlas libres del metal que le había estado rozando la piel por cuatro días exactos. Una soga de testura gorda y rasposa colgaba amarrada de una pequeña endija en al pared trasera. Ella fue llevada forzosamente hasta que sus muñecas volvieron a quedar prisioneras, esta vez sobre su cabeza. Las piernas le flaqueaban infernalmente pero al menos le quedaba el sustento de la soga sujetándola de las manos para que no cayera completamente al suelo

- Aquí vas a quedarte hasta que decidas hablar hija de puta. Pero descuida, presiento que eso no tardará mucho debido a todo lo que te espera. -

Y la puerta volvió a ser cerrada, con la misma fuerza con la que se abrió, haciéndole incluso parpadear los ojos de la impresión.

* * *

Ni una vez Raquel había tenido que plantearse el no delatarme, pero había algo que sin duda le quitaba el sueño, incluso aún más de lo que se lo podía quitar el dolor en su cuerpo. ¿Dónde estaba yo? Una pregunta que la ponía tan furiosa como confusa, pues quizás en algún momento pudo llegar a pensar que la había abandonado, pero estoy seguro que ni en mis peores pesadillas podría hacer algo como eso. Es solo que, bueno una vez más la vida me ha dado una lección, y es que, por más que un plan se estudie siempre puede existir la posibilidad de que un cabo suelto lo derribe como a un castillo de naipes, creo que no hace falta decir quién es el cabo que derribó mi castillo, la reina de mi ajedrez, quizás me precipito en estos momentos, pero da tanta rabia saber que todo se pudo volver en tu contra cuando a penas faltaba una jugada para el Jacke Mate.

Todo esto me recuerda a una conversación que tuvimos Raquel y yo una tarde en el monasterio, cuando habíamos terminado justo de repasar el protocolo de huida. Vastos recuerdos, solo eso puedo decir.

* * *

FLASHBACK

El polvo que desprendían las líneas en el pizarrón al ser borradas parecían llevarse todo lo estudiado minutos atrás, porque en su cabeza solo circulaba un pensamiento, uno que en realidad lo estaba persiguiendo desde días pasados, una noche, cuando entendió que la mayor riqueza la tenía durmiendo de placer a su lado en la cama, y que no podía permitir de ninguna forma que algo le pasara, suficientes personas ya habían sufrido por su culpa, ya su hermano había muerto, esta vez no podía cometer la misma equivocación, no con Raquel. El borrador seguía deslizándose sobre la madera, con un único propósito: borrar, borrar todo lo que ese día se había escrito, como mismo estaba por hacer Sergio, estaba dispuesto a borrar todo lo que había dicho anteriormente, estaba dispuesto a todo si de mantener salva a Raquel se trataba. Se detuvo un momento, aún parado contra la pizarra, y la observó de reojo, tratando de enfriar sus pensamientos. Ella estaba de perfil a él, acomodando varios folios y notas sueltas sobre la pequeña mesa a esquinas del salón. Sergio suspiró hondo, sabía la larga discusión que le esperaría si se atrevía a decir todo lo que pasaba por su mente. Raquel seguía con su vista fija a los papeles, ni siquiera se había percatado de que él continuaba observándola, tratando de convencerse o terminando de preparase psicológicamente para la molesta reacción que ella de seguro le iba a dedicar. Aún así todo eso le importó poco, saberla segura era su prioridad, siempre lo sería de ahora en adelante. Se acercó a la misma mesa donde ella estaba organizando y colocó a rabieta el borrador sobre esta. Ella levantó la vista de inmediato.

/ 'El Diario de Marquina' / Serquel_Au_Fanfiction / Sergio&Raquel_from_lcdpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora