Capítulo 6

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(...) Ahí era cuando más te necesitaba (...)

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Arrugó los párpados cuando la alarma del móvil sonó por segunda vez. Estiró la mano hacia la mesita de noche y deslizó hacia la derecha el dedo en la pantalla, logrando silenciar el teléfono. Cuando sus ánimos y fuerzas le permitieron abrir por completo los ojos y sentarse al respaldo de la cama tomó su móvil y vio la hora: 6:15a.m. Se quedó insultado, recordando que ese día podía darse el lujo de llegar a comisaría un poco más tarde porque alguien más lo cubriría en la primera hora.

Tomó el 'Protocolo' que había dejado reposando justo al lado de la lámpara y volvió a la página no 43, la misma que había leído cuantas veces sus pupilas se lo permitieron. Pues lo cierto era que después de leer aquella pequeña confesión que yo había escrito sobre lo que sentía por mi bebé todo su mundo se había vuelto de repente menos negro. Y había sentido la necesidad enorme de leerse ese diario de pies a cabeza.

A pesar de que le había costado casi toda la noche, y ahora unas ojeras espantosas debajo de los ojos, sí que había valido la pena. Tanto es así, que una vez hubo cerrado el cuaderno no dejaba de pensar en dónde podría estar yo ahora, pero no para meterme tras las rejas precisamente.

Abrió el cuaderno, y cuando el pliegue irregular en una de las páginas lo llamó, se detuvo y comenzó a leer lo escrito nuevamente.

Página 43.

🕉 PROTOCOLO 🕉

Solo dos días para la hora cero, y tenemos preparado todo menos la seguridad, al menos yo. Sigo sin estar seguro de esto, de este plan que aún no le hallo atadura. Pero a veces un poco de surrealismo no viene mal, supongo que tengo que hacer lo que todos. Tengo que cerrar los ojos y confiar en que todo irá tal cual el plan; aunque en el fondo tenga entendido que esto es más que un atraco. Siempre lo fue, lo fue desde el puto principio. Lo fue cuando inició en aquella fábrica tres años atrás para zanjar una deuda que tenía con los sueños de mi padre. Lo fue cuando reuní a esta banda de desgraciados que se convirtieron casi en mi familia. Lo fue cuando puse mi propio corazón en una balanza, sabiendo que iba a ser mucho más débil. Lo fue cuando jugué a engañarme detrás de unos monitores pretendiendo que llevaba el control de la jugada cuando en realidad no hacía más que quedarme lentamente sin movimientos. Lo fue cuando mi rival en el tablero acabó convirtiéndose en la mujer de mi vida. Lo fue cuando se me fue cedida una victoria de la que no tenía crédito.

Y ahora vuelve a ser igual, volvemos a este juego por la razón equivocada, pero con las esperanzas por los cielos. Volvemos a salvar a uno de los nuestros; volvemos porque nos gusta. Porque a veces todos necesitamos una razón por la que vivir y decir cada vez que la tengamos en frente: 'yo por ti mataría'

Yo creía que tenía esa razón en la vida. Yo creía que despertar cada mañana y pensar: 'un día menos para que el sueño de mi padre se cumpla' era suficiente para sentirme lleno en este mundo. Pero cuando toqué su mano por primera vez en aquel bar, supe que había sido como haber estado dormido por mucho tiempo y comenzar a vivir en ese instante. Y sí, Raquel otra vez, ya que comencé este diario, o lo que sea, hablando de ella, qué más que así termine también ¿verdad? Termine diciendo que unos ojos café acabaron con una terca idea de quince largos años. Una idea que comenzó a perder sentido cuando hablamos de futuro por primera vez en una cama. Que se quedó en el pasado cuando la vi pisar por primera vez nuestra playa en Palawan. Ella, la que me vuelve más loco a cada minuto, la que me ha hecho conocer el amor después de muchos años. Y cuando creí que este corazón no podía sentir con más fuerza, llegó la noticia de que un nuevo integrante se sumará pronto a nuestros días. Y me aterra, pero a la vez me encanta. Me encanta haberme dado cuenta que después de todo el amor es lo único que puede volver una nimiedad a las cosas grandes de la vida. Cosas como el dinero, la codicia, ese pozo de ambiciones que todos construimos alguna vez en nuestras vidas y de vez en cuando nos acaba tragando. Esa es la cura, el secreto para la felicidad en esta vida: amar, sentir, enamorarse, darlo todo e irte de cabeza hasta estrellarte contra un muro de granito, pero pensar en un final que valió la pena.

/ 'El Diario de Marquina' / Serquel_Au_Fanfiction / Sergio&Raquel_from_lcdpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora