Capítulo 8

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(...) Y llegó como estrella que cae en la tierra, como nada antes visto (...)

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La tinta en la palabra amar se volvió más oscura cuando sin querer dejó una lágrima caer sobre la hoja. Ni se había percatado de la hora, solo sabía que ya era el amanecer por la claridad rojiza que penetraba la ventana de la sala. En esos tres días no había pegado ojo, fija su vista en las líneas de aquel cuaderno y su corazón latiendo cada vez con mayor intensidad.

Ahora que por fin había cerrado la última página, no pudo evitar regresar a esa que la hizo suspirar una vez la hubo leído. La misma que ahora acariciaba con la punta de sus dedos y la que había humedecido con el calor de sus lágrimas.

Página 14

🕉 PROTOCOLO 🕉

A veces dudo de que esta se haya vuelto mi realidad. De que sienta en carne propia la cruda verdad de no poder expresar mis sentimientos a tan flor de piel como los escribo. Pero no por eso es menos lo que abundan. A veces hace falta observar un puente a más de 100 metros de altura para recordar cuan valiosa es la vida. A veces ese puente ni siquiera tiene que existir, solo necesitamos imaginarlo para sentir que podemos caer y que no queremos hacerlo. Queremos aferrarnos a una última barrera porque en ese momento la vida misma nos da inmensas razones para querer abrazarla. Yo no puedo decir cuántas veces he visto ese puente, en mis sueños, o a veces hasta despierto. Momentos en los que creí que ese vacío que me esperaba iba a ser imposible esquivarlo, y que al final del túnel la única recompensa sería el consuelo de una muerte menos dolorosa. Pero entonces la vida comenzó a darme esas razones para querer abrazarla. La vida trajo a Raquel a mis días. Y llegó como estrella que cae en la tierra, como nada antes visto, para descubrir en mí sentimientos que ni yo mismo conocía. La vida me dio deseos de amar, de conocer un mundo que por más que quisiera no podía descubrir en libros, de ser mi propia realidad. Ella es mi verdad, siempre lo fue. Y aún cuando no la conocía, la necesitaba, necesitaba ese fuego en sus ojos que abofetean todos mis sentidos. Esa llama que se prende en mi interior cada vez que me besa. Ese deseo extenuante de quererla hasta que mis ganas no puedan más. El sabor dulce de su boca en mis labios. Esa voz dominante y lasciva que me sonroja. Esa infinita ternura que tiene de ver más allá de lo permitido. Ella me inspira a ser mejor, a romper con mis propios esquemas, a creer en cosas como que puede existir vida después de la muerte, a creer que voy a amarla hasta incluso después de esta vida.

Creo que ya me he puesto lo suficientemente sentimental hoy. Pero es que necesito escribir todo esto porque sé que jamás seré capaz de decirlo a la cara.

La mano le temblaba y con ella su corazón. El mismo que bombeaba tan fuerte su pecho como si quisiera abandonarlo y fundirse en esas páginas. Ella quería quedarse a vivir ahí, en esas líneas que parecían haber sido escritas por un auténtico poeta. Sabía que yo lo era. Aunque jamás en vida le había dicho cosas tan profundas sabía que detrás de mis gafas se escondían millares de sentimientos que necesitaban ser sacados. Ese libro había sido su antídoto. La cura a esas inseguridades que tenía.

Sabía que no en vano había llegado ese diario a sus manos, y por más que quisiera no pudiese notarse indiferente. Necesitaba hablar conmigo, pero por razones obvias no podía hacerme llegar hasta el hospital. Faltaba poco para que le dieran de alta pero no podía esperar más. Y aunque lo correcto era quedarse ahí, una vez más no podía enfrentársele a lo que ordenaba su corazón.

/ 'El Diario de Marquina' / Serquel_Au_Fanfiction / Sergio&Raquel_from_lcdpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora