Capítulo 9: Final

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(...) Dentro de la mística (...)

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Nunca pensé sentirme más vivo. Es gracioso. Cuando alguien es golpeado por la delantera de un auto en marcha cae en el laberinto pervertido de la muerte. En ese que no llegas aún al final, pero en el que sabes que escapar se te hará casi imposible; en ese momento todos tienden a tirar la toalla, pero yo me sentía vivo. O bueno, lo hice al menos cuando por fin pude recuperar el plano visual ante mis ojos y dejé de adivinar con el sentido auditivo todo lo que sucedía a mi alrededor. Cuando bajé tan solo un poco la vista y vi los cabellos semi rubios revueltos y pegados sobre la comisura de mi cuello. Esos cabellos que me transportaban una fragancia inconfundible, sensual, acogedora, ese perfume habitual femenino que revolvía todos mis sentidos en un bucle de amor y ansiedad.

Rocé con la yema de mis dedos la parte de su espalda que no estaba cubierta por la blusa de tirantes. Esa zona tersa y sensible cerca de su hombro. Escuché un ronroneo y sonreí. Sin duda no había mejor tratamiento a mi salud que despertarme bajo el calor de Raquel. Daba igual si era en una playa desierta al sur, o en un hospital madrileño como en este caso, lo importante era que arrastrarme hacia sus brazos era siempre mi mejor refugio.

Esa era la primera vez que la veía después de tantos días, pero no me atrevía a despertarla, no cuando seguramente había luchado por que la dejaran entrar a la sala y se había quedado toda la noche en vela cuidando de mí. Ella también se merecía un poco de paz.

Meció la punta de su nariz con el empezar de mi clavícula, y las comisuras de mis labios se ensancharon como si acabara de escuchar el mejor de los chistes, con una alegría que no pude esconder en ninguna de mis expresiones faciales. Volvió a formar un murmuro mimoso con su garganta y sus labios, un gesto tierno y sensual que acostumbraba a hacer en las mañanas cuando sentía mi cuerpo relajándose junto al suyo, y sus músculos liberados de cualquier tensión física o cansancio. Sin duda ese abrazo y nuestras respiraciones calurosas eran tan tangibles que burlaban a cualquier preocupación que pudiera querer pasar la puerta de aquella sala.

- ¿Cómo te sientes? - Murmuró bajo mi mentón.

Acaricié su cabello y pegué la punta de mi nariz a su frente, llegando a inhalar ese particular y característico aroma que desprendía cada centímetro de su piel. Agradable, suave y cálida, esa era la sensación que causaba estar tan cerca de su cuerpo.

- Mejor. - Dije rezagado. - ¿Cómo has logrado entrar?

Ella se acomodó levantándose ligeramente con las palmas abiertas sobre mi pecho, y quedó sentada, mirándome con el rostro algo ceñudo.

- Ángel me ayudó. - Asentí. - ¿Por qué nunca dijiste nada? Quiero decir, tenía una noción pero no estaba segura, y tú a pesar de ver todo lo que yo estaba sufriendo no fuiste capaz de...- Comenzó a expresar dejando ver en el final de cada palabra un toque de sollozo en su voz, para lidiar después con la sutil humedad que comenzaba a formarse en sus ojos.

La interrumpí.

- Eso no es tan así. Estaba al lado tuyo pero no podía decirte nada porque podía joderse...

- El plan, lo sé.

Volví a asentir suave afirmando lo que ella refutó. Era un momento un poco tenso en términos generales. Quería preguntarle por nuestro hijo pero no hallaba la forma sin hacerla sentir incómoda. Quería hablarle de tantas cosas antes de sentir nuevamente la sirena policíaca en mi oído, pero el tiempo corría de prisa y faltaría poco para que la fiscalía ordenara darme de alta y poder llevarme al fin a juicio.

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⏰ Última actualización: Apr 12, 2020 ⏰

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/ 'El Diario de Marquina' / Serquel_Au_Fanfiction / Sergio&Raquel_from_lcdpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora