Miércoles.
Vainstein espera el colectivo. Esta vez no estaba impaciente, estaba más calmado sin saber el porqué.
Se sorprendió al ver el colectivo casi lleno. Todos los asientos ocupados, y la gente que iba parada estaba muy amontonada.
Para su suerte, se agarró de las barandillas que estaban junto al conductor, el cuál, era el mismo de siempre.
Manuel sentía la necesidad de conversarle. Pero por más que intentase, no lo lograba.
Para sorpresa de él, el joven chofer dió el primer paso. Saludandolo con un buenos días.
Posteriormente, Manuel se puso nervioso.
- Buenos días... Hey. ¿Sabes por qué hoy hay tanta gente? Con suerte y a está hora sólo se ocupan cinco lugares.
Observó al conductor por el retrovisor. Estaba sonriendo. Involuntariamente, Manuel también empezó a sonreír.
- Pues, hoy hacen control todo el día. La mayoría de estas personas no tienen todos los papeles, por lo tanto van en transporte público.
Manuel asintió. Tenía sentido.
Luego quedaron en silencio, se podían escuchar los murmullos de las señoras. Los niños con el irritante volumen alto en jueguitos o vídeos. Y gente hablando por celular o bebés llorando.
Manuel se estaba molestando por todo el ruido. Prefería mil veces ir en un colectivo vacío.
- Soy Valentín.
La voz del chofer lo sacó de sus pensamientos.
- Disculpa. ¿Qué dijiste?
- mi nombre es Valentín. Valentín Oliva.
Ambos se miraron por el espejo. A pesar de que sólo podían ver sus ojos. Valentín poseía una mirada divertida y Manuel sin entender nada.
- Yo soy... M-manuel Vainstein.
Se pegó mentalmente por titubear.
- Lo sé.
Manuel lo miró con el ceño fruncido. Intentó observar sus ojos por el espejo, lamentablemente Valentín no se lo permitía, ya que tenía sus ojos en el camino.
Cuando se detuvieron en una parada, Oliva volteó para ver a Vainstein. Allí fue cuando entendió todo. El joven chofer era con el que estuvo hablando desde el fin de semana.
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𝐿𝐼𝑁𝐸𝐴 106 // 𝘞𝘰𝘴𝘱𝘭𝘪𝘬
Short StoryManuel tiene que tomar el colectivo 106 porque va tarde.