VII: El guiverno

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"Cuando llegué, el ataque acababa de empezar, los aviones estaban bombardeando el primer almacén, la resistencia no tenia nada para detenerlos y se resguardaban donde podían, era mi deber detener el ataque."

Era una mañana tranquila, los almacenes de la resistencia trabajaron duro sin parar, preparando refugios antiaéreos, con la esperanza de poder salvar lo máximo, tanto de vidas como de material para defenderse en la batalla terrestre. No esperaban sobrevivir, pero lucharían hasta el final, el líder del grupo, un erizo azul con poderes de hielo, optimista y distraído a la vez que despreocupado, aunque con un gran sentido de la justicia, vestía una sudadera gris bastante sencilla. Se podía apreciar en su rostro la confianza de que esta vez, llegaría un milagro.

Se vislumbraban los aviones a lo lejos, si el milagro iba a llegar, lo hacia tarde, se resguardaron en los refugios improvisados que habían creado el día anterior, con la esperanza de que aguantasen hasta que su codiciado milagro hiciera su aparición.

Comenzó el bombardeo del régimen, un guiverno que volaba por allí lo vio, llegaba tarde pero aún era capaz de salvar a sus nuevos aliados. Tormento se concentró y lo que una vez fue un diminuto dracónico de apenas dos metros, se había tornado guiverno de diez metros, con una envergadura de 18, y estaba furioso, la ira de sus ojos lo demostraba.

Tras un poderoso rugido se dirigió a los aviones mostrando unas zarpas afiladas como espadas, que no dejaban bombardero operativo a su paso, muchos rompieron la formación e intentaron escapar de su inevitable destino, Tormento era consciente de ello, y dejó soltar una llamarada que selló las esperanzas de escapar de los pilotos del régimen, el metal se fundió casi al instante, y con el calor muchos de los tripulantes murieron, a los que no corrieron esa suerte no les esperaba mejor destino, sino todo lo contrario, la coraza que debía protegerlos les abrasaba la piel, y la caída en el piso fue el golpe definitivo para acabar con el sufrimiento de los tripulantes y, sin ellos, la fase aérea del plan de ataque.

Por otro lado, desde los distintos refugios reinaba la confusión, se escuchaban explosiones, y chatarra cayendo, pero no sobre ellos, sino a lo lejos de los refugios, ¿Qué estaba ocurriendo? Lo que fuera que había acallado el bombardeo, nadie tenía el valor necesario para salir a descubrirlo.

En el campo de batalla, los soldados se vieron forzados a cambiar el plan de ataque, los habían provocado, el odio los consumía, empezaron una ofensiva dirigida al dragón con todos los recursos a su disposición. La mayoría de disparos no hacían mas que potenciar su ira, sus escamas eran más resistentes de lo que pensaron, si tenían alguna posibilidad de salir de allí, después haberlo atacado, su aniquilación era ahora una verdad innegable... Tormento lanzó un potente rugido, era tan imponente que el ambiente se tensó a su orden. Miedo, ese era el sentimiento que se apoderó de los asaltantes, la bestia era consciente de ello, el olor del miedo le gustaba, su rostro mostraba una felicidad inconfundible, lo disfrutaba. Lanzó una ráfaga ígnea que arrasó los puntos de ataque de las tropas, convirtiendo en cenizas todo a su paso, nada se salvó de sus llamas.

La defensa por tierra duró unos minutos, minutos que parecían horas para los que estaban ocultos, deseando que el fin de semejante situación llegase cuanto antes. Después de aquella escena infernal, la calma reinaba, todo el caos que parecía haber empezado casi de la nada, parecía haber terminado. Había que asegurase de que el peligro hubiese pasado, todas las miradas se dirigieron a Sky, el joven erizo, estaba en una esquina sentado, distraído, cuando se dio cuenta que todos le miraban solo soltó un despreocupado "¿Qué?", todos los presentes sabían que no se había dado cuenta de que el ataque había terminado y que no había sido como lo esperaban.

— Tienes que salir, ya ha terminado el ataque, y parece que hemos ganado. — Aquellas palabras venían de un lobo de pelaje marrón, amigo del erizo, de apariencia rebelde, y con una cicatriz junto a un ojo de cristal, vestía un chaleco negro dándole un toque aún mas agresivo a su apariencia.

— ¿Ya ha terminado? Okki.

Dicho esto, se dirigió con calma a la salida del búnker, al salir lo primero que encontró fue árboles caídos y zonas quemadas, aunque nada de los almacenes destruidos.

Después se dio cuenta de quien causó aquella destrucción, un dragón colosal, de un color naranja brillante. La bestia dormía plácidamente, a una distancia prudencial de los almacenes, pero no lo suficiente como para no poder destruirlos en cuestión de segundos. Sky al verlo solo pudo mostrar una sonrisa en su rostro, pues ese dragón estaba de su lado.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2020 ⏰

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