II

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Pasaron tres días desde aquello, Roy nunca habló de lo que hice en aquél lugar.

Decidí seguir con lo de conquistar a Roy...Sólo que no me daba ideas, los que estabamos en esta apuesta estabamos en un cafe hablando de como habíamos avanzado, algunos ya solían pasar mucho tienpi con el, se ganaron su amistad y otros eran ignorado, en cambio yo estaba en el límite y con la ventaja de que yo trabajó en el mismo lugar que él.

Nesecitaba continuar con aquella apuesta o quedaría marcado de por vida, así que idee algo, comenzaría a escribirles cartas y a darle pequeños regalos, tomé una iba y un lapiz y comencé escribir las palabras más dulces y empalagosas, pero no me gustaban. Decidí dejar que mi mano fluyera en la hoja siendo guiada quizás desde mi mente, pero cuando estaba escribiendo esa carta mi corazón empezó a latir un poco más rápido, era una sensación extraña pero dulce, leí la carta y sonreí, la puse en un sobre y la dejé sobre el escritorio de él, la había firmado con una "doble E", una parte de mi no quería que pensará que era alguien más, pero no le di importancia y me escondi detrás de la puerta cuando él llegó, pude ver cómo abría mi carta y comenzaba a leerla mentalmente, mi corazón empezó a latir un poco rápido, de seguro eran los nervios, decidí irme antes de ver su rostro de "asco" por tal cursilerías.

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¿Te gusta la noche?.
¿Te gustan las estrellas?.

Pienso que tus ojos son lo más cercano a la oscuridad más intensa, pero no es malo, es relajante, creo que siempre que veo tus ojos recuerdo la oscuridad del infierno que viví pero al escuchar tu voz pienso en la estrellas que me salvaron, siempre me salvas.

¿La noche te gusta?

¿Que piensas?

Amo la noche gracias a ti, la oscuridad que tiñe tu cuerpo, tu cabello y tus ojos

¿Me dejas ser tu luz?

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Habían pasado dos horas desde que deje la nota, entre a su oficina pensando si se había dado cuenta de que había sido yo quien dejó eso ahí, aunque no había que ser un genio ya que estaba firmada con una doble "e" de color dorado, no sé lo que haya pensado pero cuando me senté en el sillón pude notar que el miraba una y otra vez la nota como si no pudiese creerlo, me empezó a molestar un poco su actitud de indiferencia, supongo que ahora le escribiría una nota cada día.

- Edward - la voz del coronel me saco de mis pensamientos y levanté la vista para verle

- ¿Que pasa?- le pregunté

- Quiero que vayas a entregarle esto a a Sheska - dijo él mostrándome unos archivos, solté un suspiró agotado, desde hace un rato sentía mi cuerpo raro, es decir sentía calor y me dolía la cabeza, me levanté y tome el archivo

- ¿A Sheska? - pregunté para estar seguro

- Si - comencé a caminar con dirección a la puerta cuando salí y la cerré no pude evitar sujetarme de las paredes, no me sentía muy bien, me dolía el estómago y mi dolor de cabeza era cada vez más fuerte, caminaba a paso lente, me alegraba de no haber cedido ante el tinto del coronel aún que ya no estaba muy seguro, por fin encontré a la mujer castaña, intenté mantenerme firme sin demostrar que no me sentía bien por qué se que se crearía un escándalo, solo debía resistir un poco más y llegar a casa con Al y allí descansar, pero debía encontrarlo.

Caminaba lento, ya no soportaba el dolor en mi cabeza, mi vista comenzaba a nublarse y mis piernas comenzaban a fallar, me detuve un rato cansado y jadeando, vi como se acercaba alguien

- ¿Estas bien?- esa voz era la del bastardo de Roy, levanté la vista para encontrarme con su frío semblante

- S-Si...¿Sabes dónde está Al?

- No, lo siento, Acero ¿Seguro que estás bien?- esta vez su semblante cambio a algo más preocupado pero no tanto

- S-Si- di un paso hacia adelante para alejarme de él y mis piernas dejaron de funcionar y caí hacia adelante, sentí como él agarro de mi muñeca y de mi cintura para que no galleta al suelo y me levantó en sus brazos, lo miré, a los ojos y él a los mios, llegó a mi el jodido dolor de cabeza, sentía que iba a estallar y por inercia la toque con mis manos, Roy comenzó a caminar - ¿A donde me llevas?- dije en voz baja

- A la enfermería, tu definitivamente estás mal - me sentía cálido entre los brazos y el pecho del coronel, por qué cuando había estado caminando solo sentí que la temperatura de mi cuerpo había descendido, pues ahora me sentía cálido, tanto que me quedé dormido sobré el.

Enamorando A Roy ; TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora