Sobre esta gran fortaleza

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Isabella se encuentra disgustada, ha llegado su instructora quien resulta tener aparentemente su edad, eso causó que se sienta avergonzada, pero no ha querido que se note en frente de todos así que se ha escondido en su ropero en la oscuridad.
Mientras todo el colegio sigue su día con normalidad ella se encuentra ahí encerrada pensativa. Asiste a un prestigioso colegio solo para señoritas, y aunque ya lleva un tiempo allí no ha podido hacer amigas. Isabella es una chica bella, de cabello castaño apenas rizado, ojos color miel, no le gusta mucho vestir ropas ostentosas, aunque no tiene opción, usa unos delicados anteojos y su tez es blanca. Su salud es delicada y debe cuidarse ya que sufre ataques de tos que le dificultan respirar bien, sobretodo cuando no está anímicamente bien.
Se encontraba sentada sollozando dentro del placard, con sus anteojos en la mano, tratando de no ser escuchada, con la cabeza gacha metida entre sus rodillas, apretando éstas con fuerza. Cuando estaba a punto de quedarse dormida del cansancio y de llorar, sintió cómo una de las puertas del placard se abría, la luz la cegó ya que hacía bastante tiempo que estaba allí en la oscuridad, cuando pudo ver notó que allí se encontraba Violet, inexpresiva como siempre.
— ¿Que hace aquí señorita Isabella? Llegará tarde a sus lecciones.
— No me importan esas malditas lecciones...
— Señorita le aconsejo cuidar de sus modales por favor.

Isabella volvió a meter su cabeza entre sus piernas, cuando de repente Violet tomó uno de sus brazos y suavemente lo trajo hacía ella.
— Por favor, le pido que deje éste solitario lugar.

Violet solo se quedó ahí tomando sin esfuerzo el brazo de la chica, quien tras dudar un poco salió por sus propios medios.
— En menos de 15 minutos tiene clase de danza. — dijo Violet mientras repasaba mentalmente las actividades del día.
— Que flojera, no tengo tiempo de bañarme, voy a esperar en la cama.
— No. — dijo de repente Violet.  — si la ayudo seguramente logre llegar en tiempo y forma.
Isabella miró a Violet, suspiró y asintió con la cabeza. Ambas se dirigieron al baño.
Mientras se desvestia Isabella miraba a Violet, su cabello parecía oro, sus ojos eran celestes como el cielo más claro, su piel era blanca como las nubes.
"¿Será suave como una nube..?" Pensó Isabella, y al darse cuenta de ésto tembló y trató de hacer de cuenta que no había pasado nada por su mente.
Entró a la bañera y mientras lavaba su cuerpo Violet se encargaba de su cabello, sus dedos metálicos se entrelazaban con su cabello oscuro, pero aún así eran delicados y certeros. Era increíble la destreza con la que los movía, cosa que no dejaba de sorprender a Isabella con cada actividad que Violet llevaba a cabo.
Al terminar la muchacha de pelo rubio abandonó el baño para dejar a la futura princesa terminar de cambiarse a solas. Al terminar ambas dejaron el cuarto para comenzar el día en el colegio.

Cayó la noche y tras una exhaustiva jornada ambas muchachas volvieron a la habitación, ambas se bañaron. Primero Isabella, y luego Violet. Cuando ésta última se encontraba adentro Isabella se acercó en silencio a la puerta y miró el interior con nervios. Pudo ver la blanca espalda de Violet, su cabello suelto, brillando como hilos de oro, y sus brazos, metálicos pero hermosos, con el agua en ellos haciendo que brillen aún más. Su corazón comenzó a latir con fuerza, y su respiración se hizo cada vez más intensa, un gran calor se apoderó de su cuerpo hasta lo más interno. Y se alejó. Con cuidado y despacio, tratando de entender que era esa sensación agridulce. Entró en la cama y pocos minutos después Violet se acostó al lado de ella como solían hacer cada noche.
Apagó la luz y en la oscuridad Isabella podía escuchar su propio corazón latir con fuerza, su cuerpo seguía ardiendo.
— Señorita Isabella... — dijo en medio de la noche Violet en voz baja. — siento su temperatura corporal alta, ¿Se siente mal?
— N-No... Estoy perfectamente... — dijo Isabella tapándose con la sábana.
— ¿Segura? Creo que puede estar teniendo fiebre...
En ese momento Violet giró en la cama para quedar frente a frente con su compañera, y posó su frente contra la de ella.
— Siento un poco de calor brotar de su cuerpo señorita. Dígame si puedo hacer algo para mejorar su condición.
— Aunque digas eso... Si incluso hubiese algo... — la voz de Isabella temblaba.
— Por favor dígame, si hay una forma de mejorar su condición actual no dudaré en llevar a cabo cualquier tarea que me pida. — Violet lo dijo decidida, con su voz calma como siempre.

Isabella sintió cómo se encogía su corazón, sin saber si lo que estaba por hacer estaba mal. Pero su cuerpo ya no soportaba más aquello.

— Hay algo... Violet... Tienes la misma edad que yo, ¿Nunca sentiste éste... Calor? Cómo si algo quemara y acelerara tu pulso.
— Creo que he sentido algo así en el campo de batalla.
— N-No me refiero a eso... Es como... Un dolor, previo a sentir placer... — dijo Isabella avergonzada.
— No creo conocer la sensación de la que está hablando. ¿En qué incluye la edad en ésto de lo que me habla?
— ¿Eh? — Isabella no sabía que más decir. — bueno, de cualquier modo... Hay algo que podrías hacer por mí estado actual, para... Bajar mí temperatura...
— Por favor le pido que me de instrucciones en ese caso. — dijo Violet incorporándose en la cama y echando su cuerpo levemente sobre Isabella para entenderla mejor.

— Bueno... Dame tu mano... — Isabella extendió su mano temblorosa.
— Aquí la tiene, por favor sea directa con las instrucciones, puedo notar que su condición puede estar agravándose, su mano está temblando.
— S--- si... Bueno, haz lo que digo sin dudar, ¿Entendido? — exigió Isabella en voz baja.
— Claro que sí, dígame qué hacer. — respondió Violet con seguridad.

Isabella llevó la mano de violet lentamente hasta su vientre, atravesando su ropa de cama, apoyando delicadamente su dedo en su clítoris.
— Aquí... Masajea lentamente, aquí, con movimientos hacía los lados, circulares, presionando, soltando... Cosas así. — indicó llena de vergüenza.
— Esto va a mejorar su condición, ¿Verdad? ¿Acaso es una nueva forma de tratar gente enferma? — preguntó Violet con inocencia.
— Luego hablaremos de eso, por ahora....por favor... — apartó su mirada sonrojada.
Violet sin decir nada asintió y comenzó a mover sus dedos como le había sido indicado. Estaban fríos, lo que causó que por momentos Isabella chillara un poco, conforme pasaban los minutos aquellos dedos metálicos fueron tomando la temperatura de la chica, quien se había aferrado de repente a Violet con fuerza.
— Por favor Violet, con un poco más de intensidad ahora... — le dijo apretando sus ropas con ambas manos.
— Enseguida. — respondió y comenzó a mover aquellos dedos robóticos a mayor velocidad.
Isabella pudo sentir como algo salía de ella y en ese instante y con un gran suspiro su cuerpo se relajó de repente, quedando con su mente en blanco.
— ¿Se encuentra mejor? Veo que sí técnica ha funcionado. — Violet fue alejando su mano del cuerpo de Isabella.

Unos instantes después Isabella abrió los ojos y pudo ver a Violet mirarla fijamente, parecía aliviada de verla mejor.

— Parece una técnica útil de relajación... — dijo Violet mirando su mano metálica impregnada con el jugo de Isabella. Quién rió, mirando el desconcierto de la chica rubia quien parecía no entender absolutamente nada de su cuerpo.

— Déjame ayudarte un poco con todo ésto que aparentemente es nuevo para ti, tu cuerpo también puede sentir éstas sensaciones al fin y al cabo, ¿Lo sabías no? — dijo Isabella tomando la mano de Violet y llevándola a su boca...

— Déjame ayudarte un poco con todo ésto que aparentemente es nuevo para ti, tu cuerpo también puede sentir éstas sensaciones al fin y al cabo, ¿Lo sabías no? — dijo Isabella tomando la mano de Violet y llevándola a su boca

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Quiero ser tu princesa (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora