El calor de tus brazos

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Isabella y Violet volvieron en silencio al cuarto. La joven rubia estaba indecisa sobre como abordar la situación pero no podía dejar sola a Isabella, por lo que se acercó lentamente a ella, quien se encontraba de espaldas sentada en su cama mirando por la ventana.
Quiso hablar pero las palabras no salieron, por lo que se sentó también cerca de ella y acercó su cuerpo al de la joven morocha, lentamente atravesó sus brazos a los costados de su cuerpo y la abrazó delicadamente. Isabella sintió cómo de a poco era envuelta por aquellos brazos metálicos, también sintió los pechos de la joven rubia posarse contra su espalda, lo que causó que poco a poco su respiración se agitara. Tomó una de las manos de Violet y susurró:
— ¿Que escuchaste de esa conversación? — dijo con la voz quebrada.
— Señorita, no debería estar tan angustiada, podría hacerle mal a su salud.
— Violet, ¿Está mal ésto? ¿Esto mismo que está pasando entre nosotras en este instante? ¿Acaso lastima o afecta a alguien?
— No tengo información suficiente sobre lo moralmente correcto o incorrecto en éste momento en este mismo lugar, solo se me ha proveído de lo necesario para sus clases.

Isabella no pudo evitar sonreír y reír levemente.

— Siempre eres así, ¿Cierto? Tan educada y fuerte... — dijo Isabella.
— ¿Usted considera eso de mí? — respondió con curiosidad.
— P-por supuesto, por eso lo estoy diciendo... Y más también...
— ¿Podría detallarme que otras cosas? — preguntó seriamente Violet.
— ¿Ehh...? Bueno, supongo que podría decir aunque sea algunas... Veamos...

Isabella giró su cabeza para ver a Violet quien la miraba fijamente.

— Eres... Una chica educada, inteligente, sería, cordial, paciente, delicada, bella... — Isabella se comenzó a sonrojar mientras hablaba.
— Comprendo, por favor deme más detalles si es que los hay. — respondió Violet.
— Bueno... Tu pelo es... Muy suave... Tu piel es hermosa y tibia, tus ojos son preciosos como el cielo de verano, tus piernas son delicadas y blancas como la nieve, tus dedos son largos y bellos, y tu... — se hizo un silencio.
— ¿Que sucede señorita? ¿Se siente bien? — preguntó Violet.
— Si... Es que no puedo seguir, estoy muy agitada, lo siento, sé que está mal ésto. — dijo Isabella encogiendose de hombros.
— ¿Usted opina que está mal?
— Por supuesto que no es lo que yo opino, yo... Yo amo el tiempo que comparto a tu lado. — dijo Isabella sin dudar.
— Comprendo, en ese caso yo...

Violet soltó a Isabella y se paró para ir hasta el otro lado de la cama para ver de frente a Isabella.

— ¿Es verdad lo que dijo anteriormente sobre mí? Pude escucharla fuerte y claro, ¿Pero eso es verdad? — dijo Violet mientras se arrodillaba frente a Isabella que aún seguía sentada en la cama.
— ¿L-lo que dije? Si... Por supuesto...
— ¿Entonces está diciendo que esos sentimientos que expresó son genuinos y sinceros?
— Claro que sí, ¿Cómo podría mentir sobre eso..? — dijo Isabella apartando la mirada.
— Entonces... No hay manera que ésto esté mal si son sentimientos puros, que merecen ser atesorados.

Isabella sintió cómo su pecho apretaba, apretó sus manos unas lágrimas cayeron sobre sus mejillas, en ese momento Violet acercó sus labios y las limpió, para luego besarla suavemente. Aún estando arrodillada posó sus manos sobre las piernas de Isabella quien instintivamente comenzó a abrirlas de a poco sin darse cuenta. Momentos después Violet extendió sus manos para tocar los delicados pechos de Isabella, y el frío del metal causó al instante que sus pezones se endurecieran, haciendo que la joven aristócrata gimiera sorpresivamente por el cambio de temperatura.
— ¿Señorita está bien?— preguntó Violet mientras aún tenía aquellos pezones entre sus dedos.

Isabella no respondió pero en su lugar tomó el rostro de Violet y la besó con pasión, haciendo que el cuerpo de la rubia reaccione. Violet en ese momento se paró y se subió a la cama, tomando de lo hombros a Isabella y tumbandola sobre la cama. La joven aristócrata se encontraba sorprendida y curiosa por la actitud activa de su compañera. Nerviosa hizo un ademán tratando de sacarse la ropa, Violet la desvistió con cuidado y al finalizar se quedó mirando el cuerpo expuesto de Isabella.
— Si me miras tanto no podré evitar ponerme nerviosa. — se quejó.
— Lo lamento, es que creo... Que hasta ahora nunca había podido apreciar con detalle lo hermoso de su cuerpo, y sería una pena no hacerlo en este momento. — dijo Violet.

Isabella se quedó sin palabras pero sentía como si quisiera llorar de la alegría.

— Entonces lo más justo sería que yo también pueda hacerlo. — reclamó Isabella.
— Comprendo, tiene usted razón, voy a desvestirme entonces, por favor mireme.

Isabella comenzó a respirar fuertemente mientras miraba como su compañera se desvestia lentamente con seriedad mientras estaba sentada encima de ella. Al quitarse toda su ropa la miró fijamente y sonrió un poco.

— Señorita... ¿Qué opina?
— ¿Q-que que opino? — Isabella tragó saliva con dificultad. — opino que estoy observando el cuerpo más exquisito y perfecto que podría llegar a...
— ¿Llegar a qué..? — preguntó Violet.

Isabella no podía aguantar más, respiró hondo y se sentó, aún con Violet sentada de rodillas sobre sus piernas.
— Violet, en este momento no puedo pensar en más que hacerte cosas muy sucias y bajas... Solo puedo pensar en tu cuerpo y en hacerlo llegar a los límites y que no puedas pensar en más nada que en mí, ¿Está mal?
— No lo creo, cuando siento su calor y su aliento cerca de mí cuerpo algo en mí interior me dice que me entregue... No lo entiendo bien pero mí cuerpo siente mucha satisfacción al experimentar ciertas sensaciones...
— Violet... Discúlpame pero... Voy a poseerte por completo hoy.

Isabella miró seriamente a Violet y al cabo de unos instantes la joven rubia asintió, mientras por dentro se preguntaba que significaba eso.

Quiero ser tu princesa (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora