Las 4 paredes que nos unen

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Violet entró a la habitación sin sacar los ojos de su compañera. Isabella había comenzado a desvestirse, dejó caer su vestido sucio y húmedo.
— Violet tu también deberías quitarte eso o podrías enfermarte. — indicó.

Al escuchar ésto la joven rubia comenzó a despojarse con cuidado de su ropa para luego llevarla hasta el baño, detrás de ella entró Isabella.
— Deberíamos bañarnos, ya sabes, lo hicimos muchas veces al fin y al cabo. — dijo Isabella con tono burlón.
— Entiendo, dijo que eso hacen las amiga ¿Cierto? — dijo Violet mientras abría el agua caliente para que se llene la bañera.
— Bueno, si... Yo... — Isabella sintió los nervios apoderarse de ella.
— Señorita, entre por favor, yo la seguiré después. — Violet señaló con su mano metálica el camino hacia la bañera.
Isabella, quien no había podido terminar de hablar, comenzó a acercarse hacia donde indicaba Violet, entró lentamente a la bañera y al sentarse quedó de espaldas a su compañera de cuarto. Suspiró profundamente al sentir su cuerpo entrar en calor y el vapor comenzó a llenar el baño, sintió una enorme relajación y paz.
— Veo que está sintiéndose bien señorita. — dijo Violet en voz baja.
— Oh, cierto, no te quedes ahí, entra. — respondió rápidamente Isabella.
— Espere un momento.

Violet apoyó sus manos en los hombros de Isabella, quien al sentir ese cambio de temperatura de calor a un leve frío emitió un sonido de sorpresa.

— ¿Que ocurre? ¿Le desagrada que la toqué? — preguntó Violet.
— ¿Q-que? ¿cómo me va a molestar? Tonta... — Isabella se encogió de hombros.

Al oír ésto Violet se tranquilizó y comenzó a hacerle unos delicados masajes, procurando hacer la presión necesaria fue apretando los puntos correctos en los hombros, cuello y espalda de Isabella.

— ¿Acaso no hay algo que no sepas hacer bien..? — dijo la chica morocha entre suspiros.
— Por supuesto... — Violet se detuvo un instante— no sé hacer las cosas que usted me hizo.
— L-lo que yo... Bueno... — Isabella sintió como se aceleraba su corazón. — yo solo quería que sientas cosas agradables, que disfrutes de sensaciones placenteras.

Tras unos momentos de silencio y quietud Violet se dispuso a seguir sus masajes, estaba analizando y descifrando cada palabra que salía de la boca de su compañera. Tras pensarlo bien pudo contestar con sinceridad.
— Lo que sentí en mí cuerpo fue algo que jamás había sentido, fue una sensación extraña, pero que me hizo sentir bien.
— ¿Si? Me alegro, quería agradecerte por toda la paciencia que me tuviste, y por cuidarme cuando lo necesito... — Isabella llevó una mano hacia la de Violet que estaba en su hombro.
— Comprendo, es por eso que... Yo también quiero agradecerle...

En ese momento Violet se inclinó un poco sobre la espalda de Isabella quien se encontraba sentada en la bañera, apoyó su cabeza en el hombro de ésta, y rodeó con sus brazos el cuerpo de la joven aristócrata, quien no se movió pese a la sorpresa y los nervios, Violet miraba su cuerpo desde el hombro, y calculó cuidadosamente usando su vista la presión que debía hacer con sus manos artificiales al apretar los pechos de Isabella. Lo hizo con especial cuidado y luego sin dejar de prestar atención presionó con la punta de sus dedos los oscuros pezones de la morocha, quién había comenzado a jadear.
— ¿Se está sintiendo bien? — le preguntó Violet al oído.
— P-por supuesto que sí, ¿No te das cuenta al verme? — respondió avergonzada.
— No tengo experiencia previa en éste tipo de actividades pero prometo tratar de aprender lo más rápido posible. — dijo Violet.

En ese momento comenzó a mover sus manos y sus dedos con más rapidez, acercó su cuerpo hasta apoyar sus pechos en la nuca de Isabella, para poder estirarse mejor y llegar con sus brazos más lejos, comenzó a acariciarla desde abajo hacia arriba, se dió cuenta que no alcanzaba su posición deseada por lo que se alejó un momento y observó la bañera.
— Voy a entrar. — dijo.
— ¿Entrar? ¿Ya... tan rápido... Vas a hacerme eso? — Isabella escondió su rostro de Violet.
— No la entiendo, hablo de entrar en la bañera. — respondió confundida.

Isabella se dio cuenta que había metido la pata y se paró rápidamente, lo que hizo que casi resbale, Violet en ese instante la atajó ágilmente. Isabella quedó abrazada a Violet y lentamente se incorporó sobre si misma.
— Voy a entrar al agua nuevamente, así que date prisa y entra... — dijo Isabella sonrojada.

Violet se dispuso a entrar y mientas se sentaba su compañera pudo ver con detalle todo su cuerpo desnudo por unos segundos. Tenía una hermosa piel tersa y blanca, pudo ver unas cuantas cicatrices, y aquel hermoso cabello como oro.
Ni bien se sentó Violet se arrodilló quedando en cuatro patas cerca de Isabella, quien no tenía a dónde escapar, tragó saliva con dificultad y trató de echarse un poco para atrás llevando ambas manos a los costados de la tina,en ese momento aprovechando su apertura de pecho fue que Violet con rapidez llevó su boca a uno de sus pechos y comenzó a besarlo y rozarlo con sus labios. Isabella comenzó a respirar fuertemente y Violet se dió cuenta, prestaba atención a los cambios de respiración y cuando detectaba algún cambio ella también cambiaba la intensidad de sus movimientos.
Isabella ya no podía más al cabo de unos minutos, llevó sus manos a la cabeza de Violet y apretó su cabello con sus dedos. Pudo ver desde arriba el gesto de placer de Violet, por lo que decidió comenzar a experimentar un poco con ella. Apretó la cabeza de Violet llenando su boca con su pecho, jaló levemente de su pelo y luego movió con más fuerza su cabeza llevando su boca de un pecho al otro y apretando su cara entre ambos.
En ese instante sintió que quizá se estaba pasando de la raya y soltó inmediatamente a Violet apartando la mirada. Pero al volver su vista pudo ver cómo la joven rubia la miraba fijamente jadeando y su cuerpo temblaba y se meneaba un poco sin darse cuenta.
— Dame tu mano... — dijo Isabella temblando de nervios.
— Pero señorita... Yo no tengo sensibilidad en mis manos, si no puedo visualizar mí objetivo no sabré que hacer... — dijo Violet compungida.
— Oh... Lo siento, entonces debería salir de aquí por ahora... — Isabella se paró con cuidado, estaba demasiado nerviosa y ansiosa.

Violet continuaba en la misma posición como un pequeño animal, en ese momento teniendo a Isabella parada frente a ella pudo visualizar su cuerpo entero desde allí abajo. Se acercó de repente hacía su cuerpo y por algún motivo algo la llevó a morder levemente su muslo, Isabella sorprendida dejó salir un gemido, y entonces Violet siguió mordiendo un poco sus piernas, la joven morocha sintió cómo perdía el equilibrio por lo que se sentó en el borde de la bañera antes de que se le terminen de aflojar ambas piernas. En ese momento pudo ver cómo Violet miraba con curiosidad y atención su entrepierna que había quedado completamente expuesta ante su compañera.

Quiero ser tu princesa (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora