Era un día soleado en la ciudad, Violet acababa de trabajar y se disponía a descansar un poco, sobre la mesa tenía una pila de cartas que revisar aún a pesar de haber estado trabajando arduamente toda la jornada. Tras meditar un poco de dirigió a la oficina del jefe a hablar sobre el trabajo restante, en el camino se cruzó con Benedict quien le indicó que el jefe estaba un poco ocupado, por lo que ella desistió y se dirigió directamente a su hogar.
Empezaba a caer la tarde, aún estaba caluroso, mientras caminaba lentamente mirando el paisaje recordaba cosas de su pasado, apretó entre sus manos aquel adorno rojo. En ese momento sintió un sorpresivo abrazo desde detrás.— ¡Violet! — una pequeña niña asomaba con una sonrisa.
— Oh... Señorita Taylor, veo que sigue trabajando arduamente como siempre. — dijo Violet haciendo una reverencia.
— Hola de nuevo — Dijo Benedict quien caminaba un poco más atrás — estamos entregando unas cartas.
— Oye Violet... — dijo Taylor en voz baja indicándole que se acerque. — ¿Has recibido alguna carta de mí hermana?
— Lamentablemente no, Disculpeme señorita Taylor. — dijo Violet bajando la mirada.
— Oh... Ya veo... Bueno, voy a volver al trabajo, ¡Nos vemos! — Taylor se alejó corriendo con una sonrisa.
— Ey... ¿Crees que le haya pasado algo a esa chica? No responder las cartas... Eso...
— Seguramente está bien — dijo Violet rápidamente mientras emprendía de nuevo el camino a casa.Benedict se quedó allí mirándola alejarse y suspiró: "ésta chica, tiene que ser más sincera con sus sentimientos..."
Violet llegó a su hogar, ya estaba cayendo el atardecer y el cielo se había tornado rojizo, se dirigió a su habitación y al sacarse la ropa quedó únicamente con aquel pendiente rojo sobre su pecho, lo miró y dirigió su vista al cielo desde su ventana, el cual era un rojo cada vez más opaco.
— Señorita, ¿Está usted bien..? ¿Por qué...? ¿Por qué no contesta mis cartas? — dijo en voz baja antes de recostarse.
Los pensamientos daban mil vueltas en su cabeza, habían pasado ya muchos meses desde su última carta y más aún desde que se despidieron en aquel colegio.— Señorita Isabella... Isabella... I... — Violet giraba en la cama una y otra vez. Se encogió sobre si misma aferrándose a las sábanas y quedando en posición fetal. Se abrazó a sí misma y mientras más pensaba más acalorado sentía su cuerpo.
”¿Por qué? ¿Por qué me siento así cuando pienso en...?" Violet respiró profundo y trató de despejar su mente, pero no podía quitar aquello de su cabeza. Apretó nuevamente con su mano izquierda y la derecha la apoyó en su pelvis. "Isabella... Isabella..." Pensaba para si misma, de a poco y sin darse cuenta fue que sus dedos comenzaron a llegar a su zona íntima y fue también de a poco que casi sin darse cuenta se había comenzado a acariciar delicadamente, aún sin tocarse ningún punto sensible. Pasaban los minutos y no solo no podía despejarse sino que se sentía más y más abrumada por aquel calor, por lo que recordando sus experiencias con ella fue que trató de hacerlas lo más vividas posibles en su mente e imaginar que aquellos dedos eran de su ex compañera.
— Señorita... — gimió suavemente.El sol ya había caído y era prácticamente de noche, en aquella oscuridad fue que Violet después de mucho tiempo pudo descargarse un poco de aquél sentimiento que extrañaba, se encontraba recuperando del todo el aliento aún en su cama, esperando poder ir a bañarse luego cuando ya hubiese recuperado la compostura, un poco avergonzada aunque no había nadie allí para ver su rostro levemente sonrojado.
Al día siguiente se dirigió a trabajar, era un día un más templado pero soleado, caminó con tranquilidad al trabajo nuevamente. Al llegar encontró allí al jefe revisando unos papeles.
— Oh, Violet que temprano haz llegado, ¿Cómo te encuentras? — pregunto Hodgins.
— Buenos días, me encuentro en óptimas condiciones, ¿Y usted?
— Cielos, siempre tan formal — Hodgins rió un poco. — estoy revisando unas cosas de la empresa, estuve leyendo también algunas cartas, haz tenido muchos clientes últimamente. No lo esperaba pero luego de tu vuelta de aquel colegio pareciera que descubriste un mundo nuevo, fue una experiencia enriquecedora al parecer.
— Ciertamente lo fue... — dijo Violet bajando la mirada.
— ¿Ocurre algo? — preguntó el jefe.
— No, nada, me encuentro bien. — Violet se disculpó.
— Ya veo... No te presiones demasiado. A veces... Bueno, es normal que uno tenga la cabeza, p el corazón, en otro lado... — el jefe dijo ésto rascándose la cabeza y se marchó."El corazón en otro... lado" — repitió Violet para si misma.
Esa tarde ella solicitó salir como cartera junto a Taylor y Benedict. Al salir la pequeña Taylor la abrazaba y cantaba una canción.
— Oye Violet... Ésta canción me la enseñó mí hermana. — dijo sonriente.
— Ya veo, es muy linda.
— ¿Mí hermana? — dijo Taylor riendo y colgándose del vestido de Violet.
— Oh... Me refiero a la canción.
— Ah, ya veo. — la pequeña niña salió corriendo a la siguiente puerta.Violet sintió cómo su corazón había dado un pequeño salto en aquel momento y suspiró.
— Ey Violet, ¿Extrañas a mí hermana?
— Por supuesto, pero seguramente está feliz allí afuera en algún lugar. — La joven rubia se inclinó y le sonrió un poco a la niña.
— Lo sé pero... Yo la extraño, quiero que esté conmigo, quiero que esté con Violet también, y que seamos como una familia, una familia feliz.En ese momento Violet se detuvo en seco, sintió cómo su corazón palpitaba con fuerza y su voz no salía. Pero aún así contuvo aquel sentimiento y sonrió para aquella niña inocente.
Benedict volvió de hacer una entrega y se reunió con ambas en un puente cercano, caminaron toda la tarde y no quedó ni una carta sin entregar.— Oye Violet. — preguntó el joven. — ¿Recuerdas que te dije que el jefe estaba ocupado?
— Lo recuerdo. — respondió ella.
— Bueno, la verdad él ha estado preocupado porque te ves un poco distraída, y hablando con los demás, coincidimos en que algo te tenía preocupada. Luego de pensar notamos que no estabas recibiendo cartas de aquella chica hace bastante.
— Ya veo... — Violet se quedó callada.
— Disculpa, no es que hayamos espiado nada, era difícil no darnos cuenta nuevo de pensarlo ya que somos la empresa que reparte las cartas y... Bueno... Taylor nos dijo también... — Benedict la miró fijamente.
— Es verdad que no recibo cartas de la señorita Isabella hace bastante, lamento haberlos preocupado y les agradezco la preocupación.Violet se inclinó en agradecimiento y se dió vuelta. Benedict se dió cuenta que Violet no deseaba hablar más de aquello.
— Por favor, ¿Podrías decirle al jefe que me retiro por hoy? Te lo agradezco.
— Violet... — el muchacho suspiró preocupado pero la dejó marcharse.En el camino unas lágrimas apenas brotaron de sus ojos celestes sin poder contenerse. Estaba haciendo un poco de frío por lo que se apresuró un poco en el camino, tomó unas calles llenas de negocios y trató de distraerse mirando vidrieras, llegó a la zona anterior a su casa que era un camino más rural, lleno de flores de todos colores. Caminó por allí mirando el horizonte con el corazón compungido.
— Violet...
Una voz conocida sonó en el viento. La joven se dió vuelta llena de ilusión y sus ojos claros abiertos de par en par pero no vio a nadie. Bajó su mirada decepcionada, sintió de nuevo como su pecho apretaba. Al girar de nuevo para emprender camino se topó de frente con algo que tapó completamente su rostro sin dejarla ver, eran unas flores violetas, cerró instintivamente su ojos y al abrirlos pudo ver tras esas flores los ojos color café de Isabella. La joven rubia quedó en silencio sin moverse de la sorpresa.
— Oye Violet, ¿Que manera de recibirme es esa? — sonrió la joven aristócrata, quien vestía un bello vestido Violeta.
Violet seguía sin palabras pero solo pudo estirar sus brazos temblorosa para luego abrazarla con fuerza
— Ya estoy en casa... — dijo Isabella abrazándola también.
— Bienvenida.Ambas de abrazaron fuertemente mientras solo se escuchaba al rededor el viento mecer las hojas de los árboles y las flores.
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Quiero ser tu princesa (Finalizada)
RomanceViolet se convierte en la instructora de Isabella, quien debe aprender modales para insertarse en la alta sociedad, al principio se niega pero de a poco se va entregando a las lecciones y a su compañera.