Trío Perverso

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Llevaba días sintiéndome mal, no le decía nada a mi marido pues decía que siempre me quejaba pero esta vez era diferente, de verdad algo me pasaba, estaba sin energía, solo quería dormir, incluso lo notaban los niños, pero para mí marido solo eran achaques.

Después de haber ido al médico no tuve más remedio que ir al bar más cercano y tomar unos tragos para tranquilizarme, no quería nadie me viera así que me fui al rincón más obscuro y pedí mi ronda de tragos, eran las dos de la tarde así que no había casi gente, ni meseros tampoco, prácticamente solo los que preferían tragos en vez de tomar terapia estábamos ahí, me sentía terrible así que tome el teléfono y le pedí a mi madre que pasara por loa niños al colegio, no podía explicar nada, pero necesitaba pensar que haría, así que le pedí que cuidara a los niños durante unos días y se los llevará a la casa de campo, no sin antes jurarale que todo estaría bien y que le contaría todo apenas y pudiera, sin más colgué el teléfono esperando me entendiera. Eso me tranquilizaba un poco, pero todo iba a empeorar, llevaba tres tragos y no me hacían efecto, creo que estaba demasiado impresionada, de pronto se abrió la puerta y entró una chica sumamente sexy con unas curvas de infarto, detrás de ella entró un hombre guapo, algo mayor, con múltiples cuentas bancarias, un automóvil del año, una empresa que se levantó de la nada, una esposa y unos bellos hijos, no, no se le notaba todo lo que he contado, pero sé que posee todo eso porque es mi marido. Vaya que a veces el destino te regala las casualidades que necesitas para no esperar al karma, la chica lo beso y entró a la parte trasera del bar, salió con un uniforme como los demás meseros y le dijeron la sección de frente será tuya, ella asintió con la cabeza, pero como no había más que un cliente en esa sección se sentó claro si único cliente era mi marido, platicaban mientras se tomaban de las manos y se besaban, mientras a mi me consumía la rabia, el dolor y la decepción, no sabía qué hacer si en un arranque ir y enfrentarlos o irme de ahí y alcanzar a mis hijos, así que mientras pedía más tragos decidí que una infidelidad se puede dejar pasar pero lo que ellos me están haciendo no. Espere todo el turno, y ya un poco pasados de copas salieron del bar para subir al auto, pero a ella se le había olvidado dejar sus cuentas, así que regreso, en ese lapso aproveche para subir al auto en la parte trasera ya que a mí marido siempre se le quedaban la llaves dentro yo como buena esposa tenía un par de repuesto.

Seguían sumamente contentos, mientras hacía alarde de cómo me veían la cara y como disfrutarían de todo, claro mi marido estupido creía que una niña de 20 solo lo iba a querer por buena gente y no por adinerado, mi marido tenía muy mal carácter así que siempre cargaba un bate porque usualmente era un bravucón con los demás conductores, todos manejaban mal decía, menos el.
Con un golpe lleno de furia golpeé la cabeza de la chica sexy mientras mi marido daba un volantazo del susto, pero no, no era tonta no lo iba a golpear a él, «Tienes de dos mi vida, o te estrellas y nos vamos al infierno todos o lo olvidamos como el matrimonio tóxico que somos y me ayudas a terminar con ella» y como buen cobarde eligió que siguiéramos con el matrimonio feliz.
Llegamos a casa y le pedí me ayudará a amarrarla al árbol del patio trasero cerca del asador, como usualmente matabamos puercos ahí, sería fácil disimular el crimen, él obedeció no importando ella estuviera recobrando la conciencia, y justo cuando ella lo miraba a los ojos y le ponía cinta en la boca, aproveche su distracción para golpearlo sin previo aviso ¿Qué, creían que lo iba a perdonar y solo me vengaria de la amante? No, solamente que una traición despierta el instinto asesino y despiadado de el ser más amable y ellos habían despertado en mi a un monstruo, los ate juntos, al final iba a respetar su amor total quién dijo que uno no se suele equivocar. Tomé un gancho que se usan para colgar las piezas de carne destazadas y le coloque una a cada uno en la pierna, atadas con una cuerda y les dije que podían irse si lograban hacer equipo, pero si lo hacían juntos correría tras de ellos y los golpearía con el bate, como todo ser egoísta en peligro, decidieron huir cada quien por su lado y en su desesperación olvidaron que estaban atados, por su amor, por el gancho que atravesaba su pierna y por mí odio.

Sangrando, llorando, desesperados, los torture, les marque como los cerdos que eran, lea retire un poco de piel para dejar expuesto la escoria que eran y cuando ya no se quejaban y solo sollozaban, les exigi que me pidieran perdón. No por la infidelidad, no por engañarme, si no por querer matarme, no estaba loca, no era la típica esposa quejumbrosa, el diagnóstico del médico era envenenamiento, ellos, ellos como los cobardes que eran me estaban matando lentamente, mi marido cada mañana me sorprendía con el licuado ya hecho después de que llegaba de correr, creí que era un acto de amor, de reconciliación, licuado que a veces llegue a compartir con mis hijos y el vio callado como tomaban del mismo vaso, por tres meses solo me atendía para librarse de mi, y eso, desearle, provocarle, ver cómo alguien moría lentamente no se le perdona a cualquiera, durante la tortura mi marido confeso que la idea fue de ella pues con mi muerte no tenían que dividir los bienes, y mucho menos aguantarme como ex esposa, al final me querían sacar de su vida, de la de mis hijos y eso no lo podía perdonar, si bien el daño en mi ya estaba avanzado no iba a dejar a mis hijos en manos de estos malditos, al final los tres somos un monstruo, pero mientras mi muerte será lenta la de ellos será solo una prueba del infierno que les espera eternamente. Somos un monstruo porque no conocemos el perdón, y mientras voy contando está historia estoy destazando su cuerpo, haré un banquete antes de que me arresten.

 Somos un monstruo porque no conocemos el perdón, y mientras voy contando está historia estoy destazando su cuerpo, haré un banquete antes de que me arresten

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