11; Todo se resume en el miedo.

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Ya había anochecido, por lo que el instituto se encontraba completamente vacío. A pesar de ello, el clima allí se sentía muy extraño y ajeno. Me encontraba parada en la puerta de entrada, por lo que decidí adentrarme más allí.

Hasta que en un momento, me encontré rodeada de telarañas y, mientras más me adentraba, más telarañas encontraba. Oía gritos desesperados a mi alrededor —los cuales parecían provenir de personas inocentes y otras no tan inocentes—, personas lamentándose, cerraduras abriéndose y millones de sonidos más, cada uno mas extraño y difícil de identificar que el anterior.

Alcé mi mano y  toqué una de las tantas telarañas que habían en aquel lugar, fue entonces cuando una voz masculina me dijo:

Debía quedarse en la cacería para siempre y ustedes lo han dejado salir. Ahora pagaran el precio.

Intenté huir de allí pero me vi enredada entre las telarañas. Cerré los ojos y grité.

—Ey, tranquila. Estoy aquí contigo —me susurró Scott del otro lado de la cama—. ¿Qué soñaste?

—No lo sé, fue muy extraño —le confesé.

—¿Quieres hablar de lo que ocurrió hoy?

—¿Te refieres a los lobos y las ratas muertas o a la ruptura de Liam y Hayden? —le pregunté con el ceño fruncido.

—Ambas, quizás.

—Estoy bien —le acaricié la mejilla—. Tú me haces sentir bien y nada de lo que ocurra cambiará eso.

Scott me besó en la frente y se levantó para aprontar sus valijas, después de todo, esta noche nos iríamos para siempre de Beacon Hills.

Aproveché el tiempo libre que tenía mientras Scott preparaba sus valijas para hacer una lista de todas las criaturas sobrenaturales que habían en Beacon Hills porque, si me iba a marchar de aquí, al menos quería que las personas que quiero se encuentren seguras —y sepan de quien mantenerse alejados—.

Una vez que Scott terminó de armar sus valijas, le ayudé a cargar nuestras cosas en el Jeep. Cuando finalmente acabamos, nos subimos al Jeep y encendió el motor.

Abrí la puerta del garaje y cuando Scott finalmente iba a arrancar, nos encontramos con Lydia aguardándonos del otro lado de la puerta.

—No podemos irnos —dijo Lydia.

Lydia se subió en el Jeep y nos pidió que condujéramos hasta la casa de Malia, ya que iba a explicarnos todo cuando estuviésemos todos juntos.

Entramos a la casa de Malia y nos quedamos parados en la puerta de su habitación, prohibiéndole la salida de allí.

—¡No! ¡Sólo son ratas! —gritó—. Ratas, lobos y quizá un problema de insectos.

—Te necesitamos —le dijo Lydia.

—Y yo necesito a París —respondió Malia.

—¿Crees que pueda ir contigo? —le pregunté.

—¡Mora! ¡Ese no era el plan! —exclamó Lydia—. París lleva ahí dos mil años, no desaparecerá.

Malia se dio la vuelta e intentó huir por la ventana, pero Scott llamó su atención:

—Liam y Mason llamaron —le informó.

—Si, ellos pueden resolver esto —dijo Malia.

—No te obligaremos a quedarte pero esperábamos que quisieras hacerlo —le dijo Scott.

—Bueno, no quiero.

Los tres asentimos y nos hicimos a un lado para que Malia pudiera salir con su bolso de allí. Se armó de orgullo y atravesó la puerta, dejándonos solos. Pero en cuestión de segundos, ya se había arrepentido y estaba de vuelta con nosotros. Le arrojó su bolso a Scott y nos preguntó:

Mora's Ghost | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora