Mora's Ghost | Teen Wolf

16; El corazón delator.

Después de aquel tiroteo, ninguno de los chicos había sido herido gravemente, por lo que solo sería cuestión de tiempo para que terminaran de recuperarse de las operaciones.

Aún así, no quería perder de vista a Tamora o Liam, por lo que decidí ser la nueva asistente de mi tía en el Instituto en mis tiempos libres.

Me encontraba imprimiendo las fichas técnicas de algunos estudiantes cuando noté que el alguacil había entrado en el Instituto. Rápidamente me puse de pie y fui tras el.

—¿Qué estas haciendo aquí? —le pregunté.

—¿Por qué debería decirte? —respondió, alzando una ceja.

—Porque no te dejaré en paz hasta que lo hagas —dije.

—Vine a interrogar a Tamora Monroe sobre el tiroteo de ayer.

—¡Te acompaño!

El alguacil intentó apresurar el paso para evitar que lo acompañase pero logré ser mas rápida que el y entrar en la oficina de Tamora antes de que trancase la puerta.

—No creerán que disparé a la casa de Scott McCall, ¿o sí? —se defendió Tamora—. Creo que quiero un abogado, aunque no sé por qué necesitaría uno si no disparé contra esa casa.

—No, lo que necesitas es una cita con un psiquiatra porque estas loca —me crucé de brazos.

—No permitiré que una niña me hable de ese modo —le dijo Tamora al alguacil.

—Te aseguro que no fue su intención y que lo lamenta, ¿verdad Mora?

—Lamento haber dicho que eras una loca, no sabía que era un secreto —le sonreí.

—Como sea, no necesitas un abogado —continúo diciendo el alguacil—. Las cámaras de seguridad te ubican en el Instituto la noche del ataque.

—¿Entonces qué hacen aquí? —nos preguntó—. ¿Qué quieren?

—Queremos que dejes de lastimarnos, loca —le grité—. ¡Mi prima está en el hospital por tu culpa! ¡Los inútiles a los que llamas cazadores hirieron a un chico de dieciséis años!

El alguacil comenzó a enseñarle un par de fotos del cadáver de otro adolescente, llamado Matt Daehler —un chico de dieciséis años—, quien había sido ahogado por Gerard para tener control sobre un Kanima.

Luego, le enseñó otra foto, en la cual habían varios cadáveres de cazadores que obedecían a Gerard, a quienes había asesinado para incriminar a Deucalion con la esperanza de empezar una guerra entre las criaturas sobrenaturales y los cazadores.

—Los dejó inconscientes con gas y luego los golpeó con un bate cubierto de garras —finalizó el alguacil.

—Realmente estas loca si crees que el está de tu lado —reí—. El está jugando con nosotros y estas muy equivocada si crees que eres algo mas para el que un peón de este juego.

El alguacil dejó caer sobre ella otra imagen más, en la que se observaban las heridas de Tamora luego de haber sido atacada por la bestia.

—La cosa que te atacó aquella noche se llamaba «La bestia de Gevaudan» —le informó el alguacil—. Gerard ocultó información vital para que solo el pudiera matar a esa criatura.

—Tus amigos seguirían vivos si Gerard nos hubiera dicho la verdad desde un principio —agregué.

—¿Saben que pienso de todo esto? —nos preguntó—. Veo a un alguacil incapaz de controlar la violencia en su propio condado; un condado al que juró proteger. Veo una niña encerrada en una burbuja de la cual no está dispuesta a salir. No creo que esté listo para enfrentar la verdad que siempre tuvo enfrente durante años, alguacil.