13; Tensión en la superficie.

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Ya estaba por amanecer, por lo que decidí que era momento de regresar a mi casa.

En el camino, noté que dos camionetas me seguían. Intenté perderlos desviándome del camino, pero no logré hacerlo. Aparqué el auto en una calle poco iluminada y baje.

—¿Cuál es su problema? —les grité.

—Eres tú —me respondió uno de ellos.

A continuación, descendieron cuatro hombres y me rodearon.

—Eres un peligro para todo habitante en Beacon Hills —me dijo otro.

Me puse en cuclillas y coloqué ambas manos en el piso, emitiendo una onda sonora y logrando arrojar a todos al suelo. Me subí rápidamente al auto e intenté marcharme de allí, pero no lograba encontrar las llaves. Los hombres ya habían logrado ponerse de pie nuevamente y se encontraban rodeando el auto.

Fue entonces, cuando escuché una voz que logré reconocer inmediatamente.

—Ella no es un peligro para Beacon Hills —les gritó—, pero yo sí.

Se transformó y, en cuestión de minutos, había logrado derribar a todos.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté.

—Creo que cuando alguien te salva la vida, normalmente debes agradecerle primero.

—Gracias —le dije entre dientes—. ¿Cómo lograste encontrarme, Theo?

—Tu aroma a frambuesa es inconfundible —confesó.

De repente, oímos una sirena y para cuando logramos reaccionar, el agente ya se encontraba frente a nosotros. Bajé la mirada y me encontré con las llaves del auto, me agaché para tomarlas y fue entonces cuando oí un disparo. Alcé la vista y me encontré con Theo cubierto de sangre.

Me puse de pie y arrojé al oficial de policía lo más lejos que pude. Ayudé a Theo a subirse al auto y conduje hasta la clínica de Deaton.

Al llegar, lo recosté en una camilla y le dije:

—¿Puedes dejar de gritar y decirme que hacer?

—¡Solo sácame la bala! Mi cuerpo se encargará del resto.

Asentí y tomé una de las pinzas que se encontraban junto al lavabo, la esterilicé y me encaminé hasta la camilla. Theo me fulminó con la mirada y me largué a reír.

—Perdón, nací con la maldición de reír en momentos serios —me disculpé.

Le rompí la remera e introduje la pinza para quitar la bala.

—¡Podrías haberme avisado! —exclamó—. Esto duele como un infierno.

—Lo siento —me disculpé—. Solo piensa en cosas lindas... Como yo.

—Eso no me ayudará —me gritó.

—Yo creo que sí —sonreí—. Ya está hecho.

Le enseñé la bala y este sonrió al ver como su herida comenzaba a sanar. Observé su abdomen descubierto y rápidamente alcé la vista hacia el.

—Es una lástima —le dije—. Era una linda remera.

—Me veo mejor sin ella —clavó sus ojos en mi—. ¿No lo crees?

—No, lo que creo es que ya es hora de que te marches —solté—. Intenta mantenerte a salvo y no le hables a nadie de esto.

—¿Por qué? —alzó una ceja—. ¿Acaso tu novio se pondrá celoso?

Mora's Ghost | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora